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listado de poemas en audio por primeros versos letra d

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229 poemas con la letra "d"

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Jornada de la soltera de Rosario Castellanos
Da vergüenza estar sola. El día entero arde un rubor terrible en su mejilla. (Pero la otra mejilla está eclipsada.) La soltera se afana en quehacer de ceniza, en labores sin mérito y sin fruto; y a la hora en que los deudos se congregan alrededor del fuego, del relato...
Invocación a la sonrisa de Gioconda Belli
Dame la ternura desde el sueño, dame ese cucurucho de sorbete que tenés en la sonrisa, dame esa lenta caricia de tu mano. Yo te daré pájaros que cantarán tu nombre desde lo más alto de los árboles. Te daré piñas, zapotes, nísperos, enredaré maizales en tu pelo...
El herido de Rafael Alberti
Dame, tu pañuelo, hermana, que vengo muy mal herido. Dime qué pañuelo quieres, si el rosa o color de olivo. Quiero un pañuelo bordado, que tenga en sus cuatro picos tu corazón dibujado...
Muerte de Narciso de José Lezama Lima
Dánae teje el tiempo dorado por el Nilo, envolviendo los labios que pasaban entre labios y vuelos desligados. La mano o el labio o el pájaro nevaban. Era el círculo en nieve que se abría. Mano era sin sangre la seda que borraba la perfección que muere de rodillas...
De algo estamos confesándonos... de Tomás Segovia
De algo estamos confesándonos emocionadamente hijos si en un agua tan limpiamente fraternal bogamos. Nunca se cierra del todo nuestra diferencia, una ironía de nuestra igualdad la tiene siempre en vilo, y hasta cuando estamos sometiendo al otro nunca hemos olvidado nuestra lengua común...
Sonetos (170, 172, 174) de Sor Juana Inés de la Cruz
De amor, puesto antes en sujeto indigno, es enmienda blasonar del arrepentimiento Cuando mi error y tu vileza veo, contemplo, Silvio, de mi amor errado, cuán grave es la malicia del pecado, cuán violenta la fuerza de un deseo. A mi mesma memoria apenas creo que pudiese caber...
Pie para el niño de Vallecas, de Velázquez de León Felipe
De aquí no se va nadie. Mientras esta cabeza rota del Niño de Vallecas exista, de aquí no se va nadie. Nadie. Ni el místico ni el suicida. Antes hay que deshacer este entuerto, antes hay que resolver este enigma. Y hay que resolverlo entre todos, y hay que resolverlo sin cobardía...
El efebo de Marathon de William Ospina
De bronce es esta música que hurtó su ritmo al tiempo y surgió, leve, al alba, de una frente amorosa. De bronce, y sobre ella resbalaron los siglos, titilando en miradas, en abrazos, fugándose. De bronce es este cuerpo que exaltó en Dios al hombre y que nos rinde al sueño de una fiesta lejana...
Sobre la arquitectura de Francisco Caro
De circunstancias, como susurro, como párvula brizna, mínimo debe nacer, manantial, el poema luego hacedlo crecer en la intención, forjadle tenso el ritmo, sin sofoco, que nunca se derrame ni os domine como a veces pretende, que no os tema, conducidlo sereno a su final...
El sur del océano de Pablo Neruda
De consumida sal y garganta en peligro están hechas las rosas del océano solo, el agua rota sin embargo, y pájaros temibles, y no hay sino la noche acompañada del día, y el día acompañado de un refugio, de una pezuña, del silencio. En el silencio crece el viento con su hoja única...
De cuál oscuro océano... de Salvador Novo
De cuál oscuro océano la gota lágrima al fin de sal apasionada en voz, en luz, en hálito mudada, me delegó su triunfo o su derrota? ¿Hasta cuál rendiré rivera ignota este grano de arena iluminada, o qué raíz a mi raíz atada redimirá mi sabia seca y rota? Mi ayer os doy...
Realidad de Enrique Casaravilla Lemos
De cuando en cuando voy a ver los dragones de la tristeza mohosos y llenos de años! Viven dentro de una quinta maravillosa, (cuya historiasólo los libros de cuentos saben explicar) Más allá de las verjas casi circulares, de una quinta oculta y secreta: plateados y verdosos...
Éxtasis del zapato de Gonzalo Rojas
De dónde habrá salido este zapato de mujer, enterrado vivo entre el cerezo y el espectáculo del cerezo? Alguna vez hubo uñas de diamante ahí de un pie libertino en diálogo con el otro del que no hay noticia. Ocioso ahora duerme su desamparo en el pasto a medio fulgor...
La septuagésima sexta de Alejandro Aura
de dónde nace el fuego vasta luz basta candente luz déjame pensar de dónde cómo he de sacar en claro nada entre tanta claridad de la rajada primera del oculto corte del medio de la carne de mujer ya sé de dónde de un ojo que puede construir lo que no ve...
De dónde vengo... (Rima LXVI) de Gustavo Adolfo Bécquer
De dónde vengo?... El más horrible y áspero de los senderos busca. Las huellas de unos pies ensangrentados sobre la roca dura; los despojos de un alma hecha jirones en las zarzas agudas, te dirán el camino que conduce a mi cuna. ¿A dónde voy?...
Límites de Jorge Luis Borges
De estas calles que ahondan el poniente, Una habrá (no sé cuál) que he recorrido Ya por última vez, indiferente Y sin adivinarlo, sometido A Quién prefija omnipotentes normas y una secreta y rígida medida A las sombras, los sueños y las formas Que destejen y tejen esta vida...
Epitafio de Nicanor Parra
De estatura mediana, Con una voz ni delgada ni gruesa, Hijo mayor de profesor primario Y de una modista de trastienda; Flaco de nacimiento Aunque devoto de la buena mesa; De mejillas escuálidas Y de más bien abundantes orejas; Con un rostro cuadrado...
De estos cines, Claudia... de Ernesto Cardenal
De estos cines, Claudia, de estas fiestas, de estas carreras de caballos, no quedará nada para la posteridad sino los versos de Ernesto Cardenal para Claudia (si acaso) y el nombre de Claudia que yo puse en esos versos y los de mis rivales, si es que yo decido rescatarlos del olvido...
Atrás de la memoria de Marco Antonio Montes de Oca
De hinojos en el vientre de mi madre Yo no hacía otra cosa que rezar, Por la grieta de su boca perfumada Alguna vez el resplandor externo sorprendí; No estaba yo al corriente de la realidad Pero cuando ella sonreía Un mediterráneo fuego se posaba En el quebradizo travesaño de mis huesos...
En la muerte de la excelentísima señora marquesa de Mancera de Sor Juana Inés de la Cruz
De la beldad de Laura enamorados los cielos, la robaron a su altura, porque no era decente a su luz pura ilustrar estos valles desdichados. O porque los mortales, engañados de su cuerpo en la hermosa arquitectura, admirados de ver tanta hermosura no se juzgasen bienaventurados. Nació donde el Oriente...
De la florida falda... de Luis de Góngora y Argote
De la florida falda que hoy de perlas bordó la Alba luciente, tejidos en guirnalda traslado estos jazmines a tu frente, que piden, con ser flores, blanco a tus sienes y a tu boca olores. Guarda destos jazmines de abejas era un escuadrón volante, ronco sí de clarines...
Los visitantes de Fernando Sánchez Mayans
De la infinita soledad de la noche dos ángeles nocturnos llegaron a tomar un café. Bajaron iguales de la mano del aire fresco traspasado de estrellas. De la ciudad vinieron silenciosos como dos sombras distintas. Uno tenía un nombre que parecía el sonido duro de una región cercana...
Virgo Triunfans de Manuel Ponce
De la mañana venía y a la mañana iba; era de la mañana y la mañana era. Jugaban a ser mañana, y en el balón del día la mañana iba entera. Eran dos: ella y la mañana. Nueve y veinte en la mañana, en un reloj sin tiempo, una mañana eterna. Luz y perla en el día, sol y plata en sus ojos muertos...
Mercado de la Merced de Griselda Álvarez Ponce de León
De la Merced hetairas baratonas, mercado de la carne, pocos años, son de trece o de quince, no hay engaños. ¡Pásale mi marchante, son fregonas! No pienses que quizá fueron personas o que el SIDA letal les unta daños. Es carne dura, fresca y son rebaños ovejas negras estas alegronas...
Patria amaneciendo de Jaime Augusto Shelley
De la semana escoge algo venido de lunes con vaciedad atropellada. Di que esa mañana saliste a la calle buscando decir, dejar de lado, estallar con todos, cargado de eso que fue y nunca acaba. Martes lumínico, crecido dentro, vida de otros, ahora tuya. Al salir, imagina que no es martes...
Moisés de Enriqueta Ochoa
De la transparencia nutricia del agua provenimos. Mosché, salvado de las aguas, fue su nombre; el relámpago de la cólera, su sombra. Marcado al descuajar de su raíz a un hombre, vagó dentro de sí perdido como gota de agua en el vaso de la eternidad...
Las perfecciones naturales de José Emilio Pacheco
De las capitanías de la oruga sabe el rosallo que le corresponde Silenciosas boquitas que roen de nocheo bajo la altanera plenitud del gran sol las perfecciones naturales Ante ellas no hay belleza Sólo avidezsólo la necesidad de estar vivas Y perduran matando como nosotros...
Vida, pasión y muerte del anti-hombre (IV) de Pedro Geoffroy Rivas
De légamos profundos, inconforme, Levantándose absurda, desmedida, Monstruosa de protestas, Agria voz que me agobia, Que me empuja, Que me alza y me sumerge. Ronca voz que desconoce las palabras, Ancho grito sin fondo, Hosco alarido Descubriéndome entrañas ignoradas...
Polvo (fragmentos II) de Guadalupe (Pita) Amor
De lo gris me salí, y al polvoriento gris he retornado. ¡Cuanto yo concebí, sólo fue imaginado, que el realizar a mí me está velado! Va a perderse mi huella... Sólo soy llamarada del destino; una loca centella que tiene el desatino de pretender que el polvo sea divino...
De lo poco de vida que me resta... (Rima LI) de Gustavo Adolfo Bécquer
De lo poco de vida que me resta, diera con gusto los mejores años por saber lo que ha otros de mí has hablado. Y esta vida mortal y de la eterna lo que me toque, si me toca algo, por saber lo que a solas de mí has pensado...
De lo que hemos soñado... (Poema XV) de Luis Raúl Calvo
De lo que hemos soñado pocas cosas han traspasado el umbral de la casa. En ese maltrecho límite que separa lo vivido y lo no vivido la mirada se detiene en esos cuerpos que han pasado una y mil veces por el mismo sitio. A veces uno se pregunta...
Un día sobresale de Pablo Neruda
De lo sonoro salen números, números moribundos y cifras con estiércol, rayos humedecidos y relámpagos sucios. De lo sonoro, creciendo, cuando la noche sale sola, como reciente viuda, como paloma o amapola o beso, y sus maravillosas estrellas se dilatan. En lo sonoro la luz se verifica...
Lubina de Juan Rulfo
De los cerros altos del sur, el de Luvina es el más alto y el más pedregoso. Está plagado de esa piedra gris con la que hacen la cal, pero en Luvina no hacen cal con ella ni le sacan ningún provecho. Allí la llaman piedra cruda, y la loma que sube hacia Luvina la nombran Cuesta de la Piedra Cruda...
De los días sin lluvia y huracanes... de Nora Méndez
De los días sin lluvia y huracanes que golpeaban los vidrios y las mechas verdes de hojas regresaba mi muerte nadie había allí para celebrarla nadie allí para escucharla con su llanto profundo y su claridad hermosa sólo el maná en boca de sus enemigos...
De mi desdicha espantosa... de José Martí
De mi desdicha espantosa Siento, ¡oh estrellas!, que muero; Yo quiero vivir, yo quiero Ver a una mujer hermosa. El cabello, como un casco, Le corona el rostro bello: Brilla su negro cabello Como un sable de Damasco. ¿Aquélla?... Pues pon la hiel Del mundo entero en un haz, Y tállala...
De la Habana ha venido un barco de Rafael Alberti
De mi ventana huye el barco venido ayer de La Habana. ¡Saltemos del lecho al barco, lucero de la mañana! A pasar por tu azotea, me echarás una naranja y un zapatito de oro, lleno de almendras y agua. ¡A las Antillas me voy por unas mares de menta amarga!...
El contemplado de Pedro Salinas
De mirarte tanto y tanto, del horizonte a la arena, despacio, del caracol al celaje, brillo a brillo, pasmo a pasmo, te he dado nombre; los ojos te lo encontraron, mirándote. Por las noches, soñando que te miraba, al abrigo de los párpados maduró, sin yo saberlo, este nombre tan redondo...
Elegía de Manuel José Othón
De mis oscuras soledades vengo y tornaré a mis tristes soledades a brega altiva, tras camino luengo; que me allego tan sólo a las ciudades con vacilante planta y errabunda, del tiempo antiguo a refrescar saudades. Yo soy la voz que canta en la profunda soledad de los montes ignorada...
Corteza de Fabio Morábito
De niño me gustaba desprenderla, limpiar el tronco, dejar al descubierto la verde urgencia de otra capa, sentir abajo de los dedos la rectitud del árbol, sentirlo atareado allá en lo alto , en otro mundo, indiferente a mis mordiscos...
Zapateado de Manuel Benítez Carrasco
De no sé que sierra le llega a las manos un galope corto, un relincho largo y un aire sonoro y sobre el teclado el zapateado abre a golpe y son su malabarismo de punta y tacón...
Despojos de Carmen Alardín
De noche alguien evoca la esperanza. Ella nos habla de las cicatrices que va cubriendo el tiempo. Y tú, dentro del aire, allá muy lejos, te vas comiendo mi silencio... ¡Lo único que queda de mi cuerpo!...
Una sonrisa en la oscuridad de William Ospina
De noche, cuando vuelvo de los algodonales, cuando a pesar del ardor de los latigazos y la ulceración de las muñecas soy el único rincón de la sombra que se arquea en sonrisas; cuando miro la estrella nerviosa y solitaria y entiendo que hay un lazo que une a mi corazón con la estrella...
Diario de tu cuerpo (III) de Hugo Gutiérrez Vega
De nuevo llegas a mi casa. Conoces el camino y sabes que mis cosas se han amoldado a ti. En el espejo queda tu reflejo. En la tarde de la ciudad, bajo las máquinas; en la tarde amarillenta, sucia, habitada de sombras, manchada por las prensas, vociferante río de niebla hacia la noche...
Alegría de Fernanda de Castro
De pasadas tristezas desengaños, amarguras recogidas en 30 años de viejas ilusiones, de pequeñas traiciones que encontré en mi camino. De cada injusto mal, de cada espino, que en mi pecho dejó la mancha oscura de una nueva amargura De cada crueldad, que el luto desoló a mi mocedad...
Material nupcial de Pablo Neruda
De pie como un cerezo sin cáscara ni flores, especial, encendido, con venas y saliva, y dedos y testículos, miro una niña de papel y luna, horizontal, temblando y respirando y blanca y sus pezones como dos cifras separadas, y la rosal reunión de sus piernas en donde su sexo de pestañas nocturnas parpadea...
Claroscuro de Oscar Cerruto
De pronto lloras y la luz se llena calladamente de profunda pena. Y en un rincón, temblando, se amontona dolida del dolor de tu persona. Pero estalla tu risa y se ilumina la casa con su lumbre repentina. Como ad alguien abriera una ventana y en la casa irrumpiera la mañana...
Río de la Plata en arena pálido de Alfonsina Storni
De qué desierto antiguo eres memoria que tienes sed y en agua te consumes y alzas el cuerpo muerto hacia el espacio como si tu agua fuera la del cielo? Porque quieres volar y más se agitan las olas de las nubes que tu suave yacer tejiendo vagos cuerpos de humo que se repiten hasta hacerse azules...
De qué silencio eres tú silencio de Fina García Marruz
De qué silencio eres tú silencio? ¿De qué silencio eres tú silencio? ¿De qué voz, qué clamor, qué quién responde? Abismo del azul, ¿qué hacemos en tu seno, hijos de la palabra como somos? ¿Qué tienes tú que ver, di, con nosotros? ¿Cómo si eres ajeno, así nos tientas? ¿Habría sed de no haber agua cierta?...
La injusticia de Dámaso Alonso
De qué sima te yergues, sombra negra? ¿Qué buscas? Los oteros, como lagartos verdes, se asoman a los valles que se hunden entre nieblas en la infancia del mundo. Y sestean, abiertos, los rebaños, mientras la luz palpita, siempre recién creada, mientras se comba el tiempo, rubio mastín que duerme a las puertas de Dios...
Contra Jaime Gil de Biedma de Jaime Gil de Biedma
De qué sirve, quisiera saber, cambiar de piso, dejar atrás un sótano más negro que mi reputación y ya es decir-, poner visillos blancos y tomar criada, renunciar a la vida de bohemio, si vienes luego tú, pelmazo, embarazoso huésped, memo vestido con mis trajes, zángano de colmena,...