☰ menú
 


listado de poemas en audio por primeros versos letra a

a-b-c-d-e-f-g-h-i-j-k-l-m-n-o-p-q-r-s-t-u-v-w-x-y-z

323 poemas con la letra "a"

1 2 3 4 5 6 7 > .

Carta a mi madre de Otto Raúl González
A mi madre le escribo, le escribimos Madre querida, ahí le va su giro acostumbrado que esté bien de salud tal es nuestro deseo quiero queremos contarle que estamos muy contentos porque estoy estamos entre todos escribiendo un gran poema un diminuto poema para él...
A causa del dolor de Edgardo Tello
A causa del dolor mío y de mi pueblo como recién nacido he buscado, a tientas durante mucho tiempo un camino a la alegría. Y no ha sido en vano, ahora la luz me da en la frente y marcho cuerpo a cuerpo con mis buenos compañeros...
Presentimiento que anuncia a Don Alvaro de Luna su caída en la privanza del Rey de Romancero Español
A don Álvaro de Luna, condestable de Castilla, el rey don Juan el segundo con mal semblante le mira. Dio vuelta la rueda varia, trocó en saña sus caricias, el favor en amenazas privaba, mas ya no priva. Ejemplo dejó en la tierra porque el hombre mire arriba: no hay seguridad humana sin contradicción divina...
A dónde iremos de Nezahualcóyotl
A dónde iremos donde la muerte no exista? Más, ¿por ésto viviré llorando? Que tu corazón se enderece: aquí nadie vivirá para siempre. Aún los príncipes a morir vinieron, los bultos funerarios se queman. Que tu corazón se enderece: aquí nadie vivirá para siempre...
Escudos humanos de Eduardo Milán
A ese costo recuperan peso las palabras, gravedad, peso no de plomo: peso contra el plomo, detenerlo. Gravedad, leves todavía de sonido, moral. Cuando la morada humana está en riesgo, ahora...
Mudanza de Fabio Morábito
A fuerza de mudarme he aprendido a no pegar los muebles a los muros, a no clavar muy hondo, a atornillar sólo lo justo. He aprendido a respetar las huellas de los viejos inquilinos: un clavo, una moldura, una pequeña ménsula, que dejó en su lugar aunque me estorben...
Idilio salvaje de Manuel José Othón
A fuerza de pensar en tus historias y sentir con tu propio sentimiento, han venido a agolparse al pensamiento rancios recuerdos de perdidas glorias. Y evocando tristísimas memorias, porque siempre lo ido es triste, siento amalgamar el oro de tu cuento de mi viejor román con las escorias...
A la estepa un viento sur... de Rafael Alberti
A la estepa un viento sur convirtiéndola está en mar. ¡Alegría! Ya la mar está a la vista. ¡Alegría! Pronto voy a navegar. ¡Alegría! Ya mi sueño marinero ¡alegría! va a zarpar...
La virgen trajinera de Manuel Ponce
A la Madre luciente, la virgen alba, llevo las flores, flores de mi chinampa. ¡Ay, agua dulce! ¡Ay, agua amarga! La superficie mece la frágil gracia de florecillas, flores recién cortadas. ¡Ay, agua dulce! ¡Ay, agua amarga! En mis brazos y ensueños el niño nada por agua dulce por agua amarga...
Nana del niño malo de Rafael Alberti
A la mar, si no duermes, que viene el viento! Ya en las grutas marinas ladran sus perros. ¡Si no duermes, al monte! Vienen el búho y el gavilán del bosque. Cuando te duermas: ¡al almendro, mi niño, y a la estrella de menta!...
A la sombra de una barca... de Rafael Alberti
A la sombra de una barca, fuera de la mar, dormido. Descalzo y el torso al aire. Los hombros, contra la arena. Y contra la arena el sueño, a la sombra de una barca, fuera de la mar, sin remos...
Mientras tanto de Alejandro Aura
a las nueve a las ocho a las siete me levanto y es entonces que el día se remonta tanto los pájaros mis hijos el mercado el canto y a las cinco a las tres a la una el desencanto de saber que estoy vivo apenas mientras tanto...
A las tres y veinte... de Octavio Paz
A las tres y veinte como a las nueve y cuarenta y cuatro, desgreñados al alba y pálidos a medianoche, pero siempre puntualmente inesperados, sin trompetas, calzados de silencio, en general de negro, dientes feroces, voces roncas, todos ojos de bocaza, se presentan Tedevoro y Tevomito, Tli...
Por vocación de dado de Oliverio Girondo
A lo fugaz perpetuo y sus hipoteseres a la deriva al vértigo al sublatir al máximo las reverberalíbido al desensueño al alba a los cornubios dime sin titilar por ímpetu de bumerang de encelo de gravitante acólito de tanto móvil tránsfuga cocoterráqueo efímero y otros ripios del tránsito meditaturbio...
Federico García Lorca de Luis Rius Azcoita
A lo oscuro corrías de los bosques, huyendo. Se llevaba tu sombra la mañana herida por el fuego, y a tu voz la arrojaban en un pozo profundamente negro. ¿Dónde podías ir tú sin voz ni sombra? ¿Dónde esconder la muerte de tu cuerpo? a lo oscuro corrías de los bosques, huyendo...
Cambios de nombre de Nicanor Parra
A los amantes de las bellas letras Hago llegar mis mejores deseos Voy a cambiar de nombre a algunas cosas. Mi posición es ésta: El poeta no cumple su palabra Si no cambia los nombres de las cosas. ¿Con qué razón el sol Ha de seguir llamándose sol? ¡Pido que se llame Micifuz..-
Donde sólo se habla del amor de Juan Bañuelos
A los hombres, a las mujeres que aguardan vivir sin soledad, al espeso camaleón callado como el agua, al aire arisco (es el aire un pájaro atrapado), a los que duermen mientras sostengo mi vigilia, a la mujer sentada en la plaza vendiendo su silencio. En fin, diciendo ciertas cosas...
A los islotes del cielo... de Rafael Alberti
A los islotes del cielo! Prepara la barca, niña. Yo seré tu batelero. ¿Marzo? ¿Abril? ¿El mes de mayo? ¡Más verde es la mar de enero! Prepara tu barca, niña. Ya canta tu batelero...
Toma de conciencia de Rosario Castellanos
A medianoche el centinela alerta grita ¿quién vive? y alguien yo, sí, yo, no ese mudo de enfrente debía responder por sí, por otros. Pero apenas despierto y además ignoro el santo y seña de los que hablan. Malhumorada, irónica, levantando los hombros como a quien no le importa...
A medianoche... de Jaime Sabines
A medianoche, a punto de terminar agosto, pienso con tristeza en las hojas que caen de los calendarios incesantemente. Me siento el árbol de los calendarios. Cada día, hijo mío, que se va para siempre, me deja preguntándome: si es huérfano el que pierde un padre, si es viudo el que ha perdido la esposa...
Vértigo de André Cruchaga
A menudo me toca jugar Con la soledad o el olvido Da igual cerrar las puertasAbrir las ventanas Hacer puentes donde no hay ríos Cobrar un sueldo y pagar los impuestos Ir a misa O escuchar un discurso presidencial Salir a la calleO pegarse un tiro en la cama A menudo uno se encuentra Con enjambres...
Canción de la hermosa confianza de Clementina Arderíu
A mi amado entregué todas las llaves; tengo a cambio las suyas, y hechas las paces. Pero queda una estancia, en lo profundo, donde entrar no podríamos ni unos segundos. ¡Tantas fuerzas ocultas y pensamientos, libres a todas horas hay allí dentro! En vano intentaría fisgar un poco...
Referencias, datos personales de Juan Gelman
A mí me han hecho los hombres que andan bajo el cielo del mundo buscan el brillo de la madrugada cuidan la vida como un fuego. Me han enseñado a defender la luz que canta conmovida me han traído una esperanza que no basta soñar y por esa esperanza conozco a mis hermanos...
Referencias, datos personales de Juan Gelman
A mí me han hecho los hombres que andan bajo el cielo del mundo buscan el brillo de la madrugada cuidan la vida como un fuego. Me han enseñado a defender la luz que canta conmovida me han traído una esperanza que no basta soñar y por esa esperanza conozco a mis hermanos...
Radio de onda corta de Enzia Verduchi
A oscuras mi padre sintonizaba la radio: una pelea de box en japonés, la crónica de un atentado en italiano o la caída de un avión en ruso. Aunque los periódicos al día siguiente desmintieran sus versiones, él se entendía con la frecuencia y la estática. Fiel receptor de hechos incomprendidos a lo largo del cuadrante...
Eche veinte centavos en la ranura de Raúl González Tuñón
A pesar de la sala sucia y oscura de gentes y de lámparas luminosa si quiere ver la vida color de rosa eche veinte centavos en la ranura. Y no ponga los ojos en esa hermosa que frunce de promesas la boca impura. Eche veinte centavos en la ranura si quiere ver la vida color de rosa...
Broche de Alfonsina Storni
A pesar de todo esto donde muero de angustia Oigo voces que me dicen: date más, date más... ¿Qué más puedo yo darte? A los vientos mi alma, Para quien la comprenda... a los vientos está. Algunas voces siguen diciendo todavía: El alma es poca cosa, date más, date más...
Vanagloria o alabanza en boca propia de José Emilio Pacheco
A pulso A fuerza Infatigablemente y sin prisa ni pausa he conquistado para siempre un sitio a la izquierda del cero El absoluto ceroel más rotundo irremontable resbaloso cero Obtuve un buen lugar en la otra fila Junto a los emigrantes expulsados de la posteridad y ésta es la historia...
El banco del suplicio de Julio Herrera y Reissig
A punto de dormirte bajo el ledo suspiro del arcángel que te guía, hirióme el corazón tu analogía con una ingrata que olvidar no puedo. Reclinada en el banco del viñedo, junto al tilo de exánime apatía, al iluso terror de que eras mía me arrodillé con tembloroso miedo. Partido por antiguo sufrimiento...
A qué me lo decís... (Rima XXXIX) de Gustavo Adolfo Bécquer
A qué me lo decís? Lo sé: es mudable, es altanera y vana y caprichosa: antes que el sentimiento de su alma brotará el agua de la estéril roca. Sé que en su corazón, nido de sierpes, no hay una fibra que al amor responda que es una estatua inanimada; pero... ¡Es tan hermosa!...
Epílogo de José Juan Tablada
A qué obstinarse en proseguirla en vano...? Ya terminó la Feria de la Vida, A la paz y el estudio me convida Una luz al crepúsculo encendida En el viejo Convento franciscano... ¡La plaza está desierta Y es triste la partida Sobre el crujir de la hojarasca yerta Al terminar la Feria de la Vida!...
Ah, que tú escapes de José Lezama Lima
A que tú escapes en el instante en el que ya habías alcanzado tu definición mejor. Ah, mi amiga, que tú no quieras creer las preguntas de esa estrella recién cortada, que va mojando sus puntas en otra estrella enemiga Ah, si pudiera ser cierto que a la hora del baño, cuando en una misma agua discursiva se bañan...
Himno a la juventud de Jaime Gil de Biedma
A qué vienes ahora, juventud, encanto descarado de la vida? ¿Qué te trae a la playa? Estábamos tranquilos los mayores y tú vienes a herirnos, reviviendo los más temibles sueños imposibles, tú vienes para hurgarnos las imaginaciones. De las ondas surgida, toda brillos, fulgor, sensación pura y ondulaciones de animal...
Vida mía de Juan del Encina
A quién debo yo llamar vida mía, sino a tí, Virgen María? Todos te deben servir, virgen y madre de Dios, que siempre ruegas por nos y tú nos haces vivir. Nunca me verán decir vida mía, sino a ti, Virgen María. Duélete, Virgen, de mí, mira bien nuestro dolor, que este mundo pecador no puede vivir sin ti...
Años después de Floridor Pérez
A quien llamar en la casa vacía. Sólo a las puertas doy la mano. Ellas dan la manilla y se abren par en par. Una silla me dice tome asiento. La mesa puesta espera los amigos que nunca regresaron. Tanto tiempo hace que la escalera va y viene por sus peldaños, que ya no recuerda si esta allí...
Alero de Diego Dublé Urrutia
A quién, Mercedes, sino a ti, lucero de este mi dulce atardecer, pudiera pedir, para mi añosa Primavera de lágrima y canción, benigno alero?... ¡Si todo es tuyo en mi ensoñar primero y en mi queja viril, si estás entera en las tribulaciones de mi espera, y en mis ansias de nauta y de romero!...
Hay un día feliz de Nicanor Parra
A recorrer me dediqué esta tarde Las solitarias calles de mi aldea Acompañado por el buen crepúsculo Que es el único amigo que me queda. Todo está como entonces, el otoño Y su difusa lámpara de niebla, Sólo que el tiempo lo ha invadido todo Con su pálido manto de tristeza...
Hay un día feliz de Nicanor Parra
A recorrer me dediqué esta tarde Las solitarias calles de mi aldea Acompañado por el buen crepúsculo Que es el único amigo que me queda. Todo está como entonces, el otoño Y su difusa lámpara de niebla, Sólo que el tiempo lo ha invadido todo Con su pálido manto de tristeza...
Las vírgenes caídas de Manuel Ponce
A su primer suspiro, nadie tendió la mano; sólo el abismo. Después mil brazos corrieron al auxilio, pero ya entonces ella no quiso. Corría ya. Se deslizaba por el ventisco glaciar abajo, lanzada, pero guardando el equilibrio. Siempre reflujo abajo, más aprisa, siempre en vuelo, casi en vilo...
Jardín con niño de Octavio Paz
A tientas, me adentro. Pasillos, puertas que dan a un cuarto de hotel, a una intersección, a un páramo urbano. Y entre el bostezo y el abandono, tú, intacto, verdor sitiado por tanta muerte, jardín revisto esta noche. Sueños insensatos y lúcidos, geometría y delirio entre altas bardas de adobe...
Décimas que acompañaron un retrato enviado a una persona de Sor Juana Inés de la Cruz
A tus manos me traslada la que mi original es, que aunque copiada la ves, no la verás retratada: en mí toda transformada, te da de su amor la palma; y no te admire la calma y silencio que hay en mí, pues mi original por ti pienso que está más sin alma. De mi venida envidioso queda...
La casa entre los robles de Héctor Rojas Erazo
A un ruido vago, a una sorpresa en los armarios, la casa era más nuestra, buscaba nuestro aliento como el susto de un niño. Por sobre los objetos era un tibio rumor, una espina, una mano, cruzando las alcobas y encendiendo su lumbre furtiva en los rincones...
Conversación entre viajeros de Rosario Castellanos
A una mujer, ya vieja que entreduerme mientras el tren avanza pero que corre a la excursión con una avidez que le quita la nobleza de sus años (como si todavía creyera o si esperara) le pregunto: su historia ¿tiene alguna coherencia?...
Valium 10 de Rosario Castellanos
A veces (y no trates de restarle importancia diciendo que no ocurre con frecuencia) se te quiebra la vara con que mides, se te extravía la brújula y ya no entiendes nada. El día se convierte en una sucesión de hechos incoherentes, de funciones que vas desempeñando por inercia...
A veces caigo en mí, como viniendo de ti... de Vicente Gerbasi
A veces caigo en mí, como viniendo de ti, y me recojo en una tristeza inmóvil, como una bandera que ha olvidado el viento. Por mis sentidos pasan ángeles del crepúsculo y lentos me aprisionan los círculos nocturnos. Venimos de la noche y hacia la noche vamos. Escucha...
La mesa de Fabio Morábito
A veces la madera de mi mesa tiene un crujido oscuro, un desgarrón difuso de tormenta. Una periódica migraña la tortura. Sus fibras ceden, se descruzan, buscan un acomodo más humano. Es la madera que recuerda viejos brazos. Y que recuerda que reverdecían...
Abstracción de Julio Flórez
A veces melancólico me hundo en mi noche de escombros y miserias y caigo en un silencio tan profundo que escucho hasta el latir de mis arterias. Más aún: oigo el paso de la vida por la sorda caverna de mi cráneo como un rumor de arroyo sin salida, como un rumor de río subterráneo...
A veces necesito la luz de un fósforo ... de Antonio Porchia
A veces necesito la luz de un fósforo para alumbrar las estrellas...
A veces para aislarme del mundo... de Antonio Porchia
A veces para aislarme del mundo lo levanto en torno de mí a modo de muro...
A veces parece... de Roberto Juarroz
A veces parece que estamos en el centro de la fiesta. Sin embargo, en el centro de la fiesta no hay nadie. En el centro de la fiesta está el vacío. Pero en el centro del vacío hay otra fiesta...