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listado de poemas en audio por primeros versos letra e

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579 poemas con la letra "e"

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Canto por el hombre que bebía música de Eduardo Langagne
Ebrio viene el hombre nuestro En sus piernas arrastra el secreto de Dios Tropieza con el aire como un pájaro ciego Las palabras de su lento alcohol las entienden los niños y los árboles Agoniza entre muros de la ciudad ajena bajo el cielo plomizo de un amor extraviado ...
Jiga de Tomás Segovia
Échame un vistazo al menos de arriba abajo mírame cómo estoy de cabo a rabo enamorado tengo enamorados los ojos y tengo la boca enamorada y tengo el pie izquierdo enamorado y mucho más el pie derecho tengo también enamoradas las espumosas ingles...
Fábula de Octavio Paz
Edades de fuego y de aire Mocedades de agua Del verde al amarillo Del amarillo al rojo Del sueño a la vigilia Del deseo al acto Sólo había un paso que tú dabas sin esfuerzo Los insectos eran joyas animadas El calor reposaba al borde del estanque La lluvia era un sauce de pelo suelto...
Plexilio de Oliverio Girondo
Egofluido éter vagoecocida ergonada en el plespacio prófugo flujo fatuono soplo sin nexo anexo al éxodo en el coespacio afluido nubífago preseudo heliomitosubcero parialapsus de exilio en el no espacio ido...
Yolleo de Oliverio Girondo
Eh vos tatacombo soy yo dí no me oyes tataconco soy yo sin vos sin voz aquí yollando con mi yo sólo solo que yolla y yolla y yolla entre mis subyollitos tan nimios micropsíquicos lo sé lo sé y tanto desde el yo mero mínimo al verme yo harto en todo junto a mis ya muertos y revivos yoes siempre siempre ...
el 24 de agosto de 1976... de Juan Gelman
el 24 de agosto de 1976 mi hijo marcelo ariel y su mujer claudia, encinta, fueron secuestrados en buenos aires por un comando militar. como decenas de miles de otros casos, la dictadura militar nunca reconoció oficialmente a estos desaparecidos...
Lluvia de otoño de Juan Ramón Jiménez
El agua lava la yedra; rompe el agua verdinegra; el agua lava la piedra... Y en mi corazón ardiente, llueve, llueve dulcemente. Está el horizonte triste; ¿el paisaje ya no existe?; un día rosa persiste en el pálido poniente... Llueve, llueve dulcemente...
Primer levantamiento del árbol genealógico de una estatua pascuana de Jorge Zalamea
El agua marina se convirtió en espuma de playa; la espuma se convirtió en hierba sobre la tierra; la hierba se convirtió en liana sobre la roca; la liana se convirtió en vena de la roca ...
Juegos de agua de Fernando Sánchez Mayans
El agua se recrea juega con el agua se vuelve sólo luz que se derrama se ama en su esplendor de vibraciones. Se vuelve circundante diminuto diamante en cada gota que se deletrea sobre la hoja que casi se despoja de la mañana condensada en agua...
El ahorcado y el crucificado... de Pedro Garfias
El ahorcado y el crucificado se miraron de lejos sin rencor, con dulzura, con esa limpidez con que miran los muertos...
Aire de Xavier Villaurrutia
El aire juega a las distancias: acerca el horizonte, echa a volar los árboles y levanta vidrieras entre los ojos y el paisaje. El aire juega a los sonidos: rompe los tragaluces del cielo, y llena con ecos de plata de agua el caracol de los oídos. El aire juega a los colores...
La que pasea de Orfila Bardesio
El aire la recibe cuando anda, el cielo la posee, los árboles la besan, la ama el mar. Sus pies no pertenecen a su cuerpo, sino al camino. Sus piernas le obedecen como columnas a la Música. Sus pasos desprendidos del tobillo no caen en el silencio como sonidos huérfanos...
El Alcalde de Belén... (Villancico III) de Sor Juana Inés de la Cruz
El Alcalde de Belén en la Noche Buena, viendo que se puso el azul raso como un negro terciopelo, hasta ver nacer al Sol, de faroles llena el pueblo, y anuncia al Alba en su parto un feliz alumbramiento...
El alfiler de Eva loca... de José Martí
El alfiler de Eva loca Es hecho del oro oscuro Que lo sacó un hombre puro Del corazón de una roca.Un pájaro tentador Le trajo en el pico ayer Un relumbrante alfiler De pasta y de similor...
El aliento es el dios... de Homero Aridjis
El aliento es el dios que la penetra e insuflada da a luz habla un instante y su voz queda en el aire aun cuando ha partido II Por el día que se mueve la sabiduría erige templos quien ama el sol siente en su corazón el fuego las palabras tocan el aire y arden el ser viaja hacia la luz...
El alma trémula y sola... de José Martí
El alma trémula y sola Padece al anochecer: Hay baile; vamos a ver La bailarina española.Han hecho bien en quitar El banderón de la acera; Porque si está la bandera, No sé, yo no puedo entrar...
El almacén de Eliseo Diego
El almacén, señores, el ardiente almacén de costados dolorosos, en la esquina del polvo, reluciente de fealdad, a quien deslumbra el foso en que se hunden las sombras, y los cantos; foso del mediodía, ceniciento de sabor, infinito para tantos; el almacén, señores, que yo siento...
El vuelo de Pablo Neruda
El alto vuelo sigo con mis manos: honor del cielo, el pájaro atraviesa la transparencia, sin manchar el día. Cruza el oeste palpitando y sube por cada grada hasta el desnudo azul todo el cielo es su torre y limpia el mundo con su movimiento...
El amor empieza... de Roberto Juarroz
El amor empieza cuando se rompen los dedos y se dan vuelta las solapas del traje, cuando ya no hace falta pero tampoco sobra la vejez de mirarse, cuando la torre de los recuerdos, baja o alta, se agacha hasta la sangre...
El amor, cuando cabe en una sola flor... de Antonio Porchia
El amor, cuando cabe en una sola flor, es infinito...
Un trotamundos de Eduardo Langagne
El anciano astroso, sucio, viendo al horizonte desaliñado manchaba las calles de Miami; enviciaba la vista esplendorosa de las calles. Y a las buenas conciencias eso les resulta mal. Traía un sombrero andrajoso, dicen algunos, era un panamá, era un bombín, una gorra de beisbolista...
El animal de Blanca Varela
El animal que se revuelca en barro está cantando amor gruñe en su pecho y en sucia luz envuelto se va de fiesta de allí que el matadero sea el arco triunfal de esta aventura y en astrosa apariencia se oculten la salud y la armonía y la negra avellana sepulta en el gargüero...
Estancia del Antiguo de Javier Sologuren
El Antiguo habla en mí. En mí despierta. Sus ojos son un agua cineraria. Un pálido nenúfar, su sonrisa. El Antiguo creyó saber, y su creencia fue sabiduría. Dobló la cabeza en el amor: Espuma es hoy blanquísima....
La tierra es un satélite de la luna de Leonel Rugama
El Apolo 2 costó más que el Apolo 1 el Apolo 1 costó bastante. El Apolo 3 costó más que el Apolo 2 el Apolo 2 costó más que el Apolo 1 el Apolo 1 costó bastante. El Apolo 4 costó más que el Apolo 3 el Apolo 3 costó más que el Apolo 2 el Apolo 2 costó más que el Apolo 1 el Apolo 1 costó bastante...
El armador aquel... de Miguel de Unamuno
El armador aquel de casas rústicas habló desde la barca, ellos sobre la grava de la orilla, y él flotando en las aguas. Y la brisa del lago recogía de su boca parábolas, ojos que ven, oídos que gozan de bienaventuranza. Recién nacían por el aire claro las semillas alabadas, el sol las revestía con sus rayos...
Advertencia al lector de Nicanor Parra
El autor no responde de las molestias que puedan ocasionar sus escritos: Aunque le pese. El lector tendrá que darse siempre por satisfecho. Sabelius, que además de teólogo fue un humorista consumado, Después de haber reducido a polvo el dogma de la Santísima Trinidad...
Sin referencias de José Antonio Cedrón
El ave sobre el borde de la fuente baja el pico y me mira recoge su alimento vuelve a bajar el pico y me vuelve a mirar meneando la cabeza alrededor hoteles de altísimo aluminio vidrios rubios detrás de las cabezas un régimen de moscas consumiento el sonido...
Tiempo de Dulce María Loynaz
El beso que no te di se me ha vuelto estrella dentro. ¡Quién lo pudiera tornar y en tu boca... otra vez beso! Quién pudiera como el río ser fugitivo y eterno: Partir, llegar, pasar siempre y ser siempre el río fresco... Es tarde para la rosa. Es pronto para el invierno. Mi hora no está en el reloj...
El tigre de Alberto Girri
El bostezo, el paseo circular, el prisionero, la majestad, como la más implacable de las formas. Diríase que combina en su derrota la reflexión de la mente con la mirada de sus antecesores, pero contemplándolo nuestra curiosidad es una derrota mayor porque no somos lo que aquéllos vieron...
El caballo se está comiendo las velloritas... (Ánima) de José Kozer
El caballo se está comiendo las velloritas del campo, sé que va a llover. Va a llover agua sobre agua el río estará lleno de la imagen del caballo (velloritas) las gotas de agua. Un vaso de agua pasada por agua perdí el apetito por las confituras cañaverales en flor la letra escrita.
Los mirlos de Alberto Blanco
El canto de los mirlos compuesto en la quietud es como un pensamiento. Por momentos parece crecer para luego concentrarse en su puntual irradiación. Si se le presta atención cada pétalo de sonido convoca a su contrario. Se diría que este silbido es tan sólo la mitad de una canción inaudita...
El canto quiere ser luz... de Federico García Lorca
El canto quiere ser luz. En lo oscuro el canto tiene hilos de fósforo y luna. La luz no sabe qué quiere. En sus límites de ópalo, se encuentra ella misma, y vuelve...
El centro del amor... de Roberto Juarroz
El centro del amor no siempre coincide con el centro de la vida. Ambos centros se buscan entonces como dos animales atribulados. Pero casi nunca se encuentran, porque la clave de la coincidencia es otra: nacer juntos. Nacer juntos, como debieran nacer y morir todos los amantes...
Décimas al Che de Pedro Rivera
El Che en su paso postrero para que América andes en el dolor de los Andes sembró su amor guerrillero; sembró su grito sincero y su fusil combativo y si por duro motivo el Che Guevara está muerto tampoco es ya menos cierto que entre la tierra está vivo...
Castilla de Manuel Machado
El ciego sol se estrella en las duras aristas de las armas, llaga de luz los petos y espaldares y flamea en las puntas de las lanzas. El ciego sol, la sed y la fatiga. Por la terrible estepa castellana, al destierro, con doce de los suyos polvo, sudor y hierro el Cid cabalga...
Castilla de Manuel Machado
El ciego sol se estrella en las duras aristas de las armas, llaga de luz los petos y espaldares y flamea en las puntas de las lanzas. El ciego sol, la sed y la fatiga. Por la terrible estepa castellana, al destierro, con doce de los suyos polvo, sudor y hierro , el Cid cabalga....
Rana de Griselda Álvarez Ponce de León
El cielo está llorón en este tiempo junio extraña tu voz y se adivina que las cosas se mueven por rutina sin frío sin calor y en entretiempo sólo la tierra encuentra pasatiempo llenándose de charcos o neblina mientras la pajarera está que trina y celebra la rana el contratiempo...
El poeta declara su nombradía de Jorge Luis Borges
El círculo del cielo mide mi gloria, las bibliotecas del Oriente se disputan mis versos, los emires me buscan para llenarme de oro la boca, los ángeles ya saben de memoria mi último zéjel. Mis instrumentos de trabajo son la humillación y la angustia; ojalá yo hubiera nacido muerto...
El círculo está trazado... de Eduardo Milán
El círculo está trazado, adentro giran los espartacos de hoy. Ayer pasaban silenciosamente las fronteras, de noche, con antorchas azules, de día bajo lluvia o sol. Hablaban en voz baja alrededor de la hoguera con palabras brasa, de noche. El canto del pájaro era un estremecimiento...
Sueños (fragmentos) de Jaime Labastida
El cocodrilo avanza presuroso en el espejo lóbrego del río, el tiburón hace brillar su aleta en esa tarde larga, de la que fueron desterradas, por siempre, las estrellas, la luna sucia se destruye en este mar de pronto inmóvil, cuerpo de sal, de fango y de ceniza...
Ronda de amor de Alejandro Aura
El colibrí El colibrí que vuela en la huerta de mi amiga, como sobreviviente de la belleza, va a morir. Pero alguien se para frente al árbol padre y aprieta el click que dejará vivos sus ojos. El colibrí ni gana ni pierde; se detiene por fin en la quietud de la copa, maravillado de sí mismo...
El color rojo de Eliseo Diego
El color rojo de los pueblos, antiguo, fervoroso y tenaz en la memoria del almacén nocturno arde como borroso puño y escritura sagrada y ágil máscara de fiebre, de tal forma que nunca podremos descifrar el angustiado parlamento, el discurso veraz y las noticias seniles de la fiesta...
El color y el silencio helados... de Homero Aridjis
El color y el silencio helados rodean el río de cuerpos y palabras de una memoria que se retira en blanco el rocío rey de la hora llena de ocres y naranjas la lejanía de casas y de tierra el árbol mece ojos y brumas si mecerse puede en esta alba donde el ritmo en el aire se congela...
Paisaje de verano de Julio Flórez
El cristal de la atmósfera se ahúma con el incienso de las quemas. Flota un acre olor. Tras la azulada bruma vuela, rumbo hacia el mar, una gaviota. La selva anciana de seis mil abriles, alta y adusta, encórvase a lo lejos, esfumando en la tarde sus perfiles, dorados por los últimos reflejos...
Cuerpo de la voz de Luis Raúl Calvo
El cuerpo de la voz no está en la voz ni en su sonora transparencia. Las esquimales deambulan con sus prohibiciones marítimas mientras se posa en sus vientres la inocua tentación del orgasmo. Como esa intrincada piel que deseamos tocar sólo una vez que ha partido...
Apocalipsis XX (Visión primera) de Sara de Ibáñez
El cuerpo del monstruo fulmíneo llenaba el espacio como un pez que se hubiese tragado la mar. No existía ya sitio más que para un temblor y la luz era a un tiempo su piel y su carne. Un leve punto, gota, gota, embrión de la tiniebla, apareció en el tenso vientre en llamas...
El cuerpo esplende en el zaguán profundo... de Antonio Gamoneda
El cuerpo esplende en el zaguán profundo, ante la trenza del esparto y los armarios destinados a los membrillos y las sombras. De pronto, el llanto enciende los establos. Una vecina lava la ropa fúnebre y sus brazos son blancos entre la noche y el agua.
Techo bajo de Vilma Vargas
El cuerpo quiere rendirse y no sé como aguardas todavía en vez de maldecir. Nada pasa. Se mueven algunos tallos; un silbido entra por la ventana. Tienes que aprender a alejarte y no digas después dónde estuviste. Cómo podrían entender Los que no han aruñado las paredes...
Valle de México de Octavio Paz
El día despliega su cuerpo transparente. Atado a la piedra solar, la luz me golpea con sus grandes martillos invisibles. Sólo soy una pausa entre una vibración y otra: el punto vivo, el afilado, quieto punto fijo de intersección de dos miradas que se ignoran y se encuentran en mí. ¿Pactan? ...
El día empuja en el alba... de Homero Aridjis
El día empuja en el alba cuerpos de humo blanco casas de niebla donde una ventana se abre con una cara azul cúpulas y cabezas de niño construidas hacia el fondo del cielo papeles curvados que en el viento son astros borrosos animalia que no sube por los intermitentes peldaños de la nube ...