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25 poemas aleatorios en video | |
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El agua desdichada
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Efraín Bartolomé Por Efraín Bartolomé | |
Todo quiere ser aguaQuiere licuarse la montaña entera Las atalayas hunden en el río sus leves pies calcáreos Quemados por la boca espumeante del calor loscactos arden amando ya su polvosu ceniza que un día descenderá sobre las aguas Se quieren agua el lirio y la sombra y la piedra... | |
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Trepinodcutus Viperinus
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Dulce María Loynaz Por Cecilia Salerno | |
Está hecha de anillos de Saturno, de humedad de los pozos y luz de fuegos fatuos Signo es del Infinito si se muerde la cola; y abre interrogaciones con el cuerpo enarcado. Su ojo eléctrico brilla en la yerba del suelo y un dulce escalofrío la va desenroscando... | |
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Lo imposible
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Juana de Ibarbourou Por Cecilia Salerno | |
Ah si pudiera ser de piedra o cobre Para no sufrir! Para que así dejara de fluir La cisterna salobre De mi corazón. Para que así mis ojos se apagaran Cual dos trozos mojados de carbón. ¡Convertir en metal la greda viva, La greda miserable y sensitiva Donde ha hecho nido la culebra negra... | |
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Calle Rondeau (Segunda parte)
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Alfredo Fressia Por Alfredo Fressia | |
Calle Rondeau (Segunda parte) Yo sabía que alguien me acechaba, alguien me observa frente al mar porque soy y seré sin para qué, soy más allá de la gracia de un Dios y de las obras, como los corales que no existen en la bahía de Montevideo, o como yo mismo que tampoco existo... | |
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Te quiero a las diez de la mañana
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Jaime Sabines Por Jaime Sabines | |
Te quiero a las diez de la mañana, y a las once, y a las doce del día. Te quiero con toda mi alma y con todo mi cuerpo, a veces, en las tardes de lluvia. Pero a las dos de la tarde, o a las tres, cuando me pongo a pensar en nosotros dos, y tú piensas en la comida o en el trabajo diario... | |
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hablarte o deshablarte, dolor mío...
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Juan Gelman Por Federico Bonasso | |
hablarte o deshablarte/ dolor mío/ manera de tenerte/ destenerte/ pasión que muda su castigo como hijo que vuela por quietudes/ por arrobamientos/ voces/ sequedades/ levantamientos de la ser/paredes donde tu rostro suave de pavor estalla de furor/ a dioses... | |
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Niño mío - de la gran Ocultadora
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Frida Kahlo Por Carmen Feito Maeso | |
Son las seis de la mañana y los guajolotes cantan. Calor de humana ternura. Soledad acompañada. Jamás en toda la vida olvidaré tu presencia. Me acogiste destrozada y me devolviste entera, íntegra. En esta pequeña tierra dónde pondré la mirada? ¡Tan inmensa, tan profunda!... | |
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Entigrecido vuelvo...
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Eduardo Lizalde Por Eduardo Lizalde | |
Entigrecido vuelvo a las cantinas el medio día justo hace de fuego el mundo, la tierra en esta jungla, tan lejana del mar , sediento de cerveza muy fría y sólo como el tigre en esas horas con un cuaderno, un lápiz en la mano. La cantina es neutral, hay tregua en ella de razas y fortunas y de ideologías... | |
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Para Emilio en su cielo
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Olga Orozco Por Olga Orozco | |
Aquí están tus recuerdos: este leve polvillo de violetas cayendo inútilmente sobre las olvidadas fechas; tu nombre, el persistente nombre que abandonó tu mano entre las piedras; el árbol familiar, su rumor siempre verde contra el vidrio; mi infancia, tan cercana, en el mismo jardín... | |
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A la casa del día
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Jaime Sabines Por Jaime Sabines | |
A la casa del día entran gentes y cosas, yerbas de mal olor, caballos desvelados, aires con música, maniquíes iguales a muchachas; entramos tú, Tarumba, y yo, Entra la danza. Entra el sol. Un agente de seguros de vida y un Poeta. Un policía. Todos vamos a vendernos, Tarumba... | |
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Una campana...
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Pedro Piccatto Por Washington Benavides | |
Una campana y tres calandrias toman mi corazón, (éste sólo de aljaba) y lo reparten: mitad para la niña y el anillo algo para la estatua y la limosna, y lo demás al naranjal y al viento... | |
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Dicotomía incruenta
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Oliverio Girondo Por Darío Grandinetti | |
Siempre llega mi mano más tarde que otra mano que se mezcla a la mía y forman una mano. Cuando voy a sentarme advierto que mi cuerpo se sienta en otro cuerpo que acaba de sentarse adonde yo me siento. Y en el preciso instante de entrar en una casa... | |
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Cantemos, cantemos...
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Juan L. Ortiz Por Cristina Banegas | |
Sobre el vapor de sangre, sutil, sutilísimo, cantemos. Cantemos y esperemos. Sobre el azoramiento pálido, casi fúnebre, de las orillas de los arroyos, que se han quedado sin montes, cantemos. Sobre la muerte que han embebido estas colinas... | |
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La bala del Centauro
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Eduardo Lizalde Por Eduardo Lizalde | |
Miro desde la barra la ebanistería pomposa y centenaria y los espejosde azogue soñolientos situados al oriente en el gran bar de La Ópera en su género, el solo arquitectónico supérstite de nuestro desmedrado Centro Histórico ; y me solazo con el cándido ademán de los turistas habituales... | |
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Correspondencia pendiente con Jorge Teillier (fragmento)
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Floridor Pérez Por Floridor Pérez | |
Tu foto de infancia se extravió en el diario. Los duendes del taller me arrebataron ese regalo de tu madre. Desde ahora sólo conservaré la imagen del niño que conocí en un carro de tren detenido en la estación de Lautaro ese verano del 48, mientras don Fernando y don Tomás se transmiten noticias... | |
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Qué costumbre tan salvaje...
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Jaime Sabines Por Jaime Sabines | |
Qué costumbre tan salvaje esta de enterrar a los muertos!, ¡de matarlos, de aniquilarlos, de borrarlos de la tierra! Es tratarlos alevosamente, es negarles la posibilidad de revivir. Yo siempre estoy esperando a que los muertos se levanten, que rompan el ataúd y digan alegremente: ¿por qué lloras?... | |
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Escucha mis palabras oh Señor (Salmo 5)
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Ernesto Cardenal Por Ernesto Cardenal | |
Escucha mis palabras oh Señor Oye mis gemidos Escucha mi protesta Porque no eres tú un Dios amigo de los dictadores ni partidario de su política ni te influencia la propaganda ni estás en sociedad con el gángster. No existe sinceridad en sus discursos ni en sus declaraciones de prensa... | |
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Nunca puedo saber...
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Pedro Piccatto Por Juan María Fortunato | |
Nunca puedo saber cómo con la sonrisa de dos amaneceres crea una rosa mi jardín... | |
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el 24 de agosto de 1976...
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Juan Gelman Por Federico Bonasso | |
el 24 de agosto de 1976 mi hijo marcelo ariel y su mujer claudia, encinta, fueron secuestrados en buenos aires por un comando militar. como decenas de miles de otros casos, la dictadura militar nunca reconoció oficialmente a estos desaparecidos... | |
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Altazor o el viaje en paracaídas (canto II) (fragmento)
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Vicente Huidobro Por Darío Grandinetti | |
Mujer el mundo está amueblado por tus ojos Se hace más alto el cielo en tu presencia La tierra se prolonga de rosa en rosa Y el aire se prolonga de paloma en paloma Al irte dejas una estrella en tu sitio Dejas caer tus luces como el barco que pasa Mientras te sigue mi canto embrujado... | |
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Un corazón grande...
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Antonio Porchia Por Darío Grandinetti | |
Un corazón grande se llena con muy poco... | |
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Canciones del pozo sin agua (5)
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Jaime Sabines Por Jaime Sabines | |
Esta noche vamos a gozar. La música que quieres, el trago que te gusta y la mujer que has de tomar. Esta noche vamos a bailar. El bendito deseo se estremece igual que un gato en un morral, y está en tu sangre esperando la hora como el cazador en el matorral. Esta noche nos vamos a emborrachar... | |
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Sé todos los cuentos, Contádme un sueño y Oíd (fragmentos)
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León Felipe Por Leonor Manso | |
Yo no sé muchas cosas, es verdad. Digo tan sólo lo que he visto. Y he visto: que la cuna del hombre la mecen con cuentos, que los gritos de angustia del hombre los ahogan con cuentos, que el llanto del hombre lo taponan con cuentos... | |
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La bella implora amor
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Eduardo Lizalde Por Eduardo Lizalde | |
Tengo que agradecerte, Señor -de tal manera todopoderoso, que has logrado construir el más horrendo de los mundos-, tengo que agradecerte que me hayas hecho a mí tan bella en especial. Que hayas construido para mí tales tersuras, tal rostro rutilante y tales ojos estelares... | |
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Era un día de visitas...
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Marosa Di Giorgio Por Marosa Di Giorgio Lectura en francés Christophe Rouxel | |
Era un día de visitas. La niña trajo en la cabeza un moño de organdí blanco, que al caer de la tarde se fue poniendo celeste, para recuperar en la noche su deslumbrante blancura. La niña no decía nada; estaba fija; sólo si y no , de vez en cuando; las tazas y las copas también estaban tiesas... | |
