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        25 poemas aleatorios en video


 
   Ayer te vi en la calle... Ayer te vi en la calle... de Ernesto Cardenal

   Ernesto Cardenal
      Por Ernesto Cardenal    
Colaboración: Círculo de Poesía
primeros versos

Ayer te vi en la calle, Myriam, y te vi tan bella, Myriam, que (¡Cómo te explico qué bella te vi!) Ni tú, Myriam, te puedes ver tan bella ni imaginar que puedas ser tan bella para mí. Y tan bella te vi que me parece que ninguna mujer es más bella que tú...

 
   Cantemos, cantemos... Cantemos, cantemos... de Juan L. Ortiz

   Juan L. Ortiz
      Por Cristina Banegas    
primeros versos

Sobre el vapor de sangre, sutil, sutilísimo, cantemos. Cantemos y esperemos. Sobre el azoramiento pálido, casi fúnebre, de las orillas de los arroyos, que se han quedado sin montes, cantemos. Sobre la muerte que han embebido estas colinas...

 
   Sorbos venecianos (selección) Sorbos venecianos (selección) de Juana Rosa Pita

   Juana Rosa Pita
      Por Lourdes Pita    
primeros versos

No hay ruido alguno: cada noche se escucha la sonata para voz, agua y remo. Juega a los escondidos la música, fugándose por calles, ríos y placitas. El cielo es imposible de resistir cuando nos llama asomándose al agua. Quizás en el futuro alguien se apiade del planeta...

 
   Al perderte yo a ti... Al perderte yo a ti... de Ernesto Cardenal

   Ernesto Cardenal
      Por Ernesto Cardenal    
Colaboración: Círculo de Poesía
primeros versos

Al perderte yo a ti tú y yo hemos perdido: yo porque tú eras lo que yo más amaba y tú porque yo era el que te amaba más. Pero de nosotros dos tú pierdes más que yo: porque yo podré amar a otras...

 
   Así como el día pasado ya no vuelve... Así como el día pasado ya no vuelve... de Antoni Marí

   Antoni Marí
      Por Antoni Marí    
Colaboración: Círculo de Poesía
primeros versos

Así como el día pasado ya no vuelve, nunca has de volver a cruzar, de este mar, sus aguas. Nunca más del lugar de donde vienes has de volver. Nunca más podrás volver a ser el que fuiste, ni hacer memoria, tan sólo, de tu recuerdo. Nunca más tu nombre alguno podrá decirlo...

 
   Alba o noche Alba o noche  de Pedro Gandía

   Pedro Gandía
      Por Pedro Gandía    
primeros versos

Arranca el viento sueños de las manos. No hay azar ni destino: solo sombras. Y una llama extinguida es el futuro, agónica pasión interminable. Si anima otra figura, más se hunde en la opacidad. No hay superficie, pero el tiempo persiste como herida. Despertar al horror de la existencia...

 
   Escena final Escena final de Blanca Varela

   Blanca Varela
      Por Blanca Varela    
Colaboración: Ernesto Hermoza
primeros versos

He dejado la puerta entreabierta soy un animal que no se resigna a morir la eternidad es la oscura bisagra que cede un pequeño ruido en la noche de la carne soy la isla que avanza sostenida por la muerte o una ciudad ferozmente cercada por la vida o tal vez no soy nada sólo el insomnio...

 
   Tú, desdoblada cinta al aire... Tú, desdoblada cinta al aire... de Pedro Piccatto

   Pedro Piccatto
      Por Washington Benavides    
Colaboración: Juan Pablo Pedemonte
primeros versos

Tú, desdoblada cinta al aire. Yo, la mitad de un ala apenas. De la amapola eres discípula. A mí me eligen los cardales. Un sol de agua te divierte. Yo al girasol le corro nubes. Le acortas vuelo a la calandria. Yo no le robo el aire a nadie. Te sobran siempre mariposas. Yo, a la lombriz le busco cielo...

 
   Nunca puedo saber... Nunca puedo saber... de Pedro Piccatto

   Pedro Piccatto
      Por Juan María Fortunato    
Colaboración: Juan Pablo Pedemonte
primeros versos

Nunca puedo saber cómo con la sonrisa de dos amaneceres crea una rosa mi jardín...

 
   Imitación a Catulo Imitación a Catulo de Floridor Pérez

   Floridor Pérez
      Por Floridor Pérez    
Colaboración: Rodrigo Gonçalves
primeros versos

Me preguntas, Natacha, cuántos besos me harían por fin decirte ¡basta y sobra! Cuantas arenas hay en Isla Negra entre la cabaña de Nicanor y el locomóvil anclado en el patio. Cuantos astros titilan a lo lejos contemplando a los amantes que graban corazones en la casa de Pablo. Tantos besos…

 
   Reencarnación de los carniceros Reencarnación de los carniceros de Oscar Hahn

   Oscar Hahn
      Por Oscar Hahn    
Colaboración: Rodrigo Gonçalves
primeros versos

Y vi que los carniceros al tercer día, al tercer día de la tercera noche, comenzaban a florecer en los cementerios como brumosos lirios o como líquenes. Y vi que los carniceros al tercer día, llenos de tordos que eran ellos mismos, volaban persiguiéndose...

 
   A Pablo Neruda, en el corazón A Pablo Neruda, en el corazón de Rafael Alberti

   Rafael Alberti
      Por Jesús Quintero    
Colaboración: Emilio Cartoy Díaz
primeros versos

No dormireis, malditos de la espada, cuervos nocturnos de sangrientas uñas, tristes cobardes de las sombras tristes, violadores de muertos. No dormireis. Su noble canto, su pasión abierta, su estatura más alta que las cumbres, con el cántico libre de su pueblo...

 
   El amor es otra cosa, señores El amor es otra cosa, señores de Eduardo Lizalde

   Eduardo Lizalde
      Por Eduardo Lizalde    
Colaboración: Rodrigo Gonçalves
primeros versos

Uno se hace a la idea, desde la infancia, de que el amor es cosa favorable puesta en endecasílabos, señores. Pero el amor es todo lo contrario del amor, tiene senos de rana, alas de puerco. Mídese amor por odio. Es legible entre líneas. Mídese por obviedades...

 
   La muerte siempre trae… La muerte siempre trae… de Francisco Hernández

   Francisco Hernández
      Por Francisco Hernández    
Colaboración: Círculo de Poesía
primeros versos

La muerte siempre trae una cámara en las manos. Dentro de ella gira, sin misericordia, un rosario donde cada cuenta es el centro de un sistema solar. La muerte se regocija cuando, vestidos de arlequines, Posamos junto al retrete en un rincón del patio. Pero ella oculta su ropaje de monstruo...

 
   Papá, recuerdo los trigos azules que plantaste... Papá, recuerdo los trigos azules que plantaste... de Marosa Di Giorgio

   Marosa Di Giorgio
      Por Nidia di Giorgio    
Colaboración: Juan Pablo Pedemonte
primeros versos

Papá, recuerdo los trigos azules que plantaste, las habas de moño blanco, los nardos, de rosada lengua, las estrellas que acompasaron tu paso cuando arabas por las noches. Tú, el arado, los bueyes, siempre llevaban pájaros en la espalda y en la frente...

 
   Verano Verano de Eliseo Diego

   Eliseo Diego
      Por Eliseo Diego    
primeros versos

Ésta es la plenitud, el tiempo entero, el sellado esplendor del mediodía. En ráfagas de luz el sol envía el oro eterno al aire pasajero. Bien dibujando el árbol, bien ligero el trazo de las hojas en el día. Más honda en cambio y más y más umbría la huella del trabajo en el sendero...

 
   El lenguado El lenguado de José Watanabe

   José Watanabe
      Por José Watanabe    
Colaboración: Ernesto Hermoza
primeros versos

Soy lo gris contra lo gris. mi vida depende de copiar incansablemente el color de la arena,pero ese truco sutil que me permite comer y burlar enemigos me ha deformado. He perdido la simetría de los animales bellos, mis ojos y mis narices han virado hacia un mismo lado del rostro...

 
   Trilce (Poema III) Trilce (Poema III) de César Vallejo

   César Vallejo
      Por Eliseo Diego    
primeros versos

Las personas mayores ¿a qué hora volverán? Da las seis el ciego Santiago, y ya está muy oscuro. Madre dijo que no demoraría. Aguedita, Nativa, Miguel, cuidado con ir por ahí, por donde acaban de pasar gangueando sus memorias...

 
   Te ayudaré a venir... Te ayudaré a venir... de Antonio Porchia

   Antonio Porchia
      Por Darío Grandinetti    
primeros versos

Te ayudaré a venir si vienes y a no venir si no vienes...

 
   El gladiolo se enfermó... El gladiolo se enfermó... de Marosa Di Giorgio

   Marosa Di Giorgio
      Por Marosa Di Giorgio
Lectura en francés Christophe Rouxel    
Colaboración: Juan Pablo Pedemonte
primeros versos

El gladiolo se enfermó. Desde sus pavorosos cabellos rosados enviaba chispas a mi habitación. En todas sus bocas abiertas tenía lágrimas, rosas y, también huesos y peines. Aterrada clamé a la Virgen Llévalo, pero, la Virgen no se separaba de la estampa. Y él ardía como un brasero...

 
   La sangre derramada La sangre derramada de Federico García Lorca

   Federico García Lorca
      Por Francisco Portillo    
primeros versos

Que no quiero verla! Dile a la luna que venga, que no quiero ver la sangre de Ignacio sobre la arena. ¡Que no quiero verla! La luna de par en par. Caballo de nubes quietas, y la plaza gris del sueño con sauces en las barreras. ¡Que no quiero verla!...

 
   Serenidad Serenidad de Julio Torres Recinos

   Julio Torres Recinos
      Por Julio Torres Recinos    
primeros versos

Cae la noche. Los remeros dejan de hablar y descansan. Sólo el mar con sus aguas tienta el barco. Tengo miedo. Me hablas de mi hijo. Ha crecido solo y no tiene padre. Triste época, Penélope, triste tiempo para andar de país en país y oír la palabra extranjero en boca de la gente...

 
   Platero Platero de Juan Ramón Jiménez

   Juan Ramón Jiménez
      Por Carmen Feito Maeso y Francisco Portillo    
primeros versos

Platero es pequeño, peludo, suave; tan blando por fuera, que se diría todo de algodón, que no lleva huesos. Sólo los espejos de azabache de sus ojos son duros cual dos escarabajos de cristal negros. Lo dejo suelto, y se va al prado, y acaricia tibiamente con su hocico...

 
   En el medio mismo del día (fragmento) En el medio mismo del día (fragmento) de Eliseo Diego

   Eliseo Diego
      Por Eliseo Diego    
primeros versos

En medio de una rugiente avalancha de luz está mi padre. La luz arranca destellos, no, de saltos de furiosa nieve a la pequeña escalinata que mi padre diseñó desde un humilde orgullo, y vuelan en astillas de luz los troncos de las palmas. Cómo sus ropas arden en blanquísimas ascuas...

 
   Calle Rondeau (Primera parte) Calle Rondeau (Primera parte) de Alfredo Fressia

   Alfredo Fressia
      Por Alfredo Fressia    
Colaboración: Juan Pablo Pedemonte
primeros versos

Fue cuando descendía por la calle Rondeau, ocupo mi cuerpo como si él fuera un arcano. Supe que entre el exilio y la sinuosa ceremonia del exilio huye el poema, resbala Rondeau abajo y yo lo sigo, lo acecho hasta llegar al mar como a un destino...