De un bosque donde crecen
nomás
cunas, mi madre
cortó un columpio dulce,
maduro para el tiempo primero
de mi infancia.
Juntó flores de luna dormidas
en el agua, mi madre
y me las trajo,
con un azul silencio
robado de algún sueño de rÃo
a ser mi canto.
El viento entonces iba
silbando
como un hombre
que vuelve del trabajo,
mi padre, como un ala de viento
sacudÃa
las ramas a su paso,
y a veces su latido temprano,
más temprano
que el bronce aún, despertaba
tañendo
campanarios.
El sol
como un abuelo de incendio
nos decÃa
su cuento cada dÃa , de luz,
en la ventana,
y el techo, y las paredes, y el huerto
y la paloma y el patio,
y la mañana,cabrÃan en el puño dorado
de un durazno.
Mi padre
sembró grillos
de suerte en los rincones,
más pobres de la casa.
De noche nos cantaban
perdón
por todo el hambre del dÃa
y prometÃan
espigas y racimos
que acaso maduraron después,
cuando fue tarde.
Asà crecÃ, los seres
de lluvia me llevaron consigo
a todas partes
Fui lagrima en el llanto del sauce,
fui diamante
quebrado en las raÃces frustradas
de algun barco.
De tarde descifraba señales en el cielo
mi madre,
por las noches,
mi padre me alcanzaba la voz
de mis abuelos, en una
remembranza ternura
con los ojos
callados,
y las manos dormidas
junto al fuego;
asà crecÃ.
De: Con un hijo bajo el brazo- 1991
Selección: Hermanos Creimer
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