Y cualquiera que escandalizare a
alguno de estos pequeños que creen
en mí, mejor le fuera que se le colgase
al cuello una piedra de molino de asno,
y que se le anegase en el profundo de la mar.
San Mateo, XVIII-6
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Hoy he visto en imagen a mis hermanos del estaño
no como en un espejo, sino estrechados a su sangre
y al ingenioso corazón de Sanjinés doy gracias por mis lágrimas.
Porque hoy he visto con mis ojos algo como el color del hambre
cuyo justo sabor terrible da sólo el hijo a la boca del padre
y es el color de nada que hay en el páramo de estaño
donde levantan ellos esas casitas suyas desoladas
que pintaron de azul y blanco y de paciencia y de quien sabe.
Conmuévanse las piedras viéndolos bailar sus bailes
que apenas rozan la alegría, que no se atreven a tocarla,
viniendo desde una música más bien de niños pero tan amarga.
Con sus sombreros de alta copa como castillos o pirámides,
encasquetados hasta los ojos mismos de sus almas.
y tan lucidos y tan pulcros que se les ve cómo los aman
tercas insisten sus mujeres dale que dale con el hambre.
No las entienden los gerentes como tampoco entienden a sus madres
que juegan a las chicherías de pobres y a que no saben nada,
grasos soñando lívidos sueños de estaño y más estaño.
En vez de pan les darán balas, harán añicos de sus almas,
cuando vengan con su bandera tremolándola en la nada,
la bandera de tres colores, sola riqueza de sus aires.
Los segarán como a la hierba que nunca crece en el estaño
para más burla con las balas de sus hijos y sus hermanos,
los echarán como desechos, niños y viejos en la zanja,
mientras se mancha la bandera, vuelta un guiñapo, con su sangre.
¡Ay de los listos y ay de los blandos traficantes
que engañan a estos pequeños, que los muelen en el estaño,
más les valiera colgarse al cuello qué piedra más grande
para arrojarse adonde se les alivie siquiera el propio asco!
Porque ya crecen los pequeños, los inocentes tienen armas,
y brama como la marea la pura cólera de escándalo
y ahora las cuentas van a tener que sacárnoslas
y la que fue música triste se va a volver que gran parranda.
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