Cuando hayáis descansado, míster, de vuestros vuelos
cuando hayáis descansado, digo, y saboreado
las mieles derretidas de los vítores
yo, poeta español, tengo el honor de invitaros
a visitar España.
Esta España que ayer organizaba
su vida oscuramente
en un silencio humilde y laborioso,
bajo un sol complaciente, halago de turistas
(¡cuántos ingleses, cuántos he visto en primavera
desperezar su niebla bajo el cielo de España...!)
y ahora sacude al viento sus raíces
empapadas de llanto,
barro español y sangre de españoles.
Príncipe de la paz: las multitudes
y las campanas gritan vuestro éxito.
Vuestro fin de semana merece mil respetos.
Y hay en vuestras palabras tonos de voz humanos
que enternecen los pechos.
Yo me imagino a vuestros niños, rubios,
con los ojos azules,
echando a vuestro cuello
sus brazos delicados...
Pero hay niños morenos,
morenos y famélicos,
con ojos como lumbres
mirando a un cielo bronco de metralla.
Y no hay paz en el mundo, Príncipe de la paz,
¡porque hay guerra en España!
Ría Inglaterra y ría con risa que recorra
punta a punta la tierra
(¿Checoeslovaquia cuenta?)
y los cielos ingleses crucen palomas blancas
que la hoguera española va devorando piel,
carne y hueso de España.
...Y perdonadme pero los poetas
hablamos libremente a dioses y premiers.
De: Obra poética completa
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