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Poemas    
    Editora del fonograma:    
    Voz Viva de México. UNAM    
por Marco Antonio Montes de Oca    

    Este poema forma parte del acervo de la audiovideoteca
    de Palabra Virtual

Alfa y omega


I

Encadenado a mi sangre libre
Con grilletes de campanas
Entro a mi siglo
Por la puerta palpitante de mí mismo
Y camino descalzo
Por un archipiélago de almohadas
Hacia la radiante oscurana del origen.

Atrasa la lluvia sus relojes
Y la dínamo salvaje retatúa su eje la pura turbulencia:
Presente voy a estar en el presente,
Dulce relámpago que ya conservo
Como un cabello en la cartera
Y cuya claridad encarnizada me persigue
Y acampa sobre los instantes
En que los labios la leche y el mundo
Bajo un cielorraso de gaviotas
Estaban acordados.

Oh rubores oh límites sentidos
La piel ausente es la que duele
Todos saben que el universo cojea
En busca de sandalias
Y que ya puede el amor revalidado
Padecer todas sus cuaresmas en una sola hora
Reinar ampulosamente
Sobre las aves que lo refrescan
A semejanza de cantantes abanicos.

Voz mía
No te desampares creyendo que el canto
Es asunto exclusivo de los dioses
No cantes si tu loa sólo enciende
Lumbraredas habituales
Tú sirve a las lluvias
A los henchidos recados de los hombres
Y que el fuego graneado no tenga piedad de ti
Y que tu poder ayude al niño
Cuando inútilmente se ajusta a un seno seco.

No erosiones la desprotegida carne
Salva al águila que en la distancia se derrite
Somos uno con los caídos
Y con los que aún no se levantan
Somos un dorado uno
Un adán de múltiples cabezas
Al unísono aullamos si el irritado cielo
En los hombros vuelca su caldero de luces desfondadas.

Voz mía
Punza aquí desgarra allá
Recuerda que el hombre dormido es hombre muerto
Punza aquí desgarra allá
Con tu himno que suda promesas ya cumplidas
Ataca a golpes de ariete
Las yemas de los dedos
Y dale al osario
La certeza que la médula otorga relumbrando.

En el pecho nace un escapulario de vivos pétalos
Una fe un horizonte
Una veleta de hojarasca
Un rehilete que aviva sus rotaciones
Entre el aliento cruzado de los moribundos.
Una granada nocturna cuajada de turquesas
Un viento que hace caminar a las huellas
Y levanta de manos
Aletargadas cicatrices.

Yo encomiendo a mi garganta
El sabio alarido que desgrana
Todos los fotones de la transfigurada nieve
Y el nuevo clima que levanta lirios
Más altos que arbotantes
Y la caspa amarilla
El polen supremo de la anunciación
Que cubre los hombros del abeto.

Yo propongo
Que el pavorreal tense su plumaje
Y dé vueltas como un radar ceremonioso
E hipnotice la luz arisca de los rascacielos
Con los innumerables ojos de sus plumas
Propongo que lleguen bonanzas y despeñamientos
Y que el sediento coma sus mazorcas de rocío
Y no quede lugar donde guarecerse
De la terrible invasión del sol.


II

La tierra arteramente despeinada
Por los mandobles de la fiebre
Sueña en el príncipe azul de sus semillas
Y colma la planicie de imprevistas mansiones
Y de patios que se abren o vuelcan
En la secreta espiral de una rosa amarilla.

La humanidad se exalta por parejas
El fuego y nada más que el fuego
Establece en las áureas babilonias
Exorcismos y purificaciones
Topacios que guiñan desde la frente de los ídolos
Y que se pegan a infantiles manos endulzadas.

No hay que esperar la última gota
Si el fondo del cáliz
Ya se ha coagulado
Soy yo el que tiene prisa
Porque algunas burbujas de jabón y oro
Consigan perpetuidad dentro del vidrio
Tengo prisa por no sentir ninguna calma
Y por leer de corrido
Ese libro de paginación rizada
Que es cada crisantemo.

Escamas de morado resplandor
Hieren por el mango a los cuchillos
Y quien no encontró salida o refrigerio
En la habitación de ningún muro y tantas puertas
Ahora se despeña corriente arriba
Patina por el terraplén ajedrezado de muerte y vida
Y saluda la suprema iridiscencia
Quitándose el guante de la piel.

Lo celeste aprende a no volar
Reaparece el reino de la mirada fija
Iluminando lo cerrado absoluto
Lo cerrado que encuentra en la poesía llave maestra
Y ecos ágiles de azogue
Banderines de cabello exaltado
Rincones de pasión
Llevados en andas al exilio.



De: Poesía Reunida



MARCO ANTONIO MONTES DE OCA






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