Yo me pregunto ahora qué espero, qué persigo,
qué hago aquà entre la noche tundido y humillado,
viendo cómo gotea mi corazón, mi húmedo
corazón solitario como el reloj de un muerto;
por qué en vez de sentir mi hÃgado o mis pulmones,
o el peso de mi lengua ya casi como un liquen,
o el limar sigiloso del pensamiento, ahora
sólo siento que cae mi corazón al agua,
que cae gota a gota, sudando desde un muro,
brotando desde el mundo oscuro de mà mismo,
cual si me derritiera yo mismo poco a poco
y me fuera rodando al agua y asfixiándome
ahogándome en pedazos indefinidamente.
Me pregunto qué miro cuando no miro nada,
con quién estoy hablando ahora que hablo solo,
de qué está lleno el hueco de mis manos vacÃas,
por qué crece mi pelo como si me doliera,
como si me arrancaran de cuajo las raÃces,
o el pelo fuera un poco de esa noche de adentro
helada o interminable que se me va escapando.
Brasa de mi costado, yodo en la carne viva,
viejo agujero negro, o garfio, o ay de hielo
mi corazón me habita, él sólo, aquesta noche.
(¿Quién llama entre la furia de sus aldabonazos?
¿Quién pasa en sus pisadas? ¿Quién clava clavos torvos?)
Esta noche me habita mi corazón, él sólo.
Esta noche camina por salas y pasillos
un monje vivo que es también un alma en pena.
Y mientras el silencio duele y la vida duele
y la noche me duele como una inmensa herida,
mi corazón se vuelve una pequeña noche,
una grieta que bebe la noche gota a gota.
Nocturno número 3 de Romances de Tierra verde
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