En mi país,
alto como un castillo,
cercado por el viento y por el mar,
en su mole roquera y olvidada
Tú encontraste morada natural.
Desde la áspera piedra pirenaica
hasta el vendido Sur de Gibraltar
Tú elegiste mis campos cenicientos,
mi luz perdida,
el árbol sideral
de mi torreón batido por dos mares
como un barco que busca el más allá..
y allí te hallé,
en mis prados catalanes,
volando en el azul de Montserrat.
Y allí te hallé,
como una flor de fuego
sobre Aragón,
enhiesta en tu pilar
que han gastado los besos peregrinos,
el mío entre ellos,
hace tiempo ya.
Y en Navarra te hallé,
Virgen de Dicastillo
vecina mía,
que me diste paz,
que llamabas al alba a mi ventana
con tus dedos campanas de cristal.
Y te hallé en Covadonga,
rodeada de montañas tu casa secular
en la que un día amaneció mi patria
por los caminos que hacia el valle van.
Y en Téifaros te hallé
y te di mi música.
Y en Betanzos,
gallega y celestial,
y en el panal florido de Valencia
Nostra Senyora deis Desamparats
y en la alta y seca estepa castellana
donde te fui a buscar
y te encontré en las naves navegantes
de las azules catedrales,
que han
surcado la llanura por los siglos,
llevándote consigo en su hogar.
Te hallé en Extremadura,
en Guadalupe
mirando,
más allá de Portugal
la ruta azul,
el camino infinito
que tus hijos supieron desbrozar.
y en Segovia te hallé,
junto al Eresma,
al románico pie de la ciudad
y junto al Duero te encontré en Zamora
y en Toro,
en la desierta Catedral
y en la morada amurallada,
donde
se ve el alma volar
como un castillo todo de diamante
o muy claro cristal.
Y en Toledo te hallé
y eran tus ojos
los de Doña Jerónima de las
Cuevas
y me mirabas soñadora
como desde un divino cigarral.
Te hallé en La Mancha
anclada en el palacio
de Álvaro de Bazán
y en Granada te hallé,
donde la Reina sueña
y el Rey Fernando vela su soñar.
Al andar los senderos de mi patria
por todos ellos te sentí pasar.
o fue difícil el cantarte.
Sólo
tuve que recordar.
De: Nuevas cantigas
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