|
Y llueve...
¿No sientes la lluvia? Tus cabellos están mojados.
Deben de permanecer allí, ¿los ves?
Esbeltos, altísimos, rascando el cielo
de la Gran Manzana; lejanos.
Y llueve...
Gotas y gotas, humo y humo, calor y sirenas.
¿A qué mundo pertenezco? Amo a los dos.
En ambos planetas viví, en los dos
dormí sin cadenas.
Y cae la lluvia sutil...
Eran infinitas avenidas.
De cristal construían los pájaros sus nidos,
mientras las ardillas lamían el sirope
de un trozo de pastel de azúcar.
¿Puedes aún sentir su aroma dulce?
¿Oyes en la lejanía el murmullo
del planeta? Desde tan alto... ¡Vuela!
¡Vuela! Y cuando el sol se marche más allá
de la Pirámide, con los ojos cerrados...
¡Bésame!
Te quiero cercano y dulce,
abrazado a mi cuerpo
con la única intensidad
del que solamente abraza.
Tersa piel de bronce oscuro,
carne dulce y tierna y blanca.
Sol de fuego sol de viento,
mar de brisa, mar de llamas.
Te quiero ya, mío y cerca,
amados tú y tu cuerpo,
besado con los labios
del que solamente besa.
Y la noche se inventó otra vez.
Con sus puntos de luz,
Con mis puntos de niebla,
Vestida con el cálido aliento de un saludo.
Nació la noche secreta,
Radiante en su ilusión nocturna,
Desnuda y única, y breve.
Infinitamente breve,
Dolorosamente mortal.
Siluetas presentes,
Sentidas al otro lado del espejo.
Reflejo del ser propio,
Certeza de ser en el otro.
Vivencia soñada en el mar,
O en la nube.
Romántica en silencio
Arrastrando el lastre de la vida
Por sendas nubladas y cielos rectos.
Quiero ser ella otra vez.
Y reír de gris,
y llorar de rosa,
y sentirme allí, donde siempre,
donde me hablabas,
donde soñaba ser otra...
Y reír de gris,
y soñar de rosa.
Quiero que vuelvas a ser tú.
Quiero ser ella otra vez.
Compartir contigo
las cerezas de tus ojos azules.
Compartir contigo
risas de frescas fresas...
El calor de tus pensamientos,
mis latidos invisibles y... fríos,
que tú intuías.
Compartir contigo
el desierto de tu otra vida,
de noches terribles, de sueños malos
que se irán... cuando tú llegues.
De días aún más terribles;
días con sol, que no pueden ser.
Y verme reír de gris,
y nunca llorar de rosa,
porque nunca estabas aquí.
De Alma atrapada
|
