Años de soledad, años de prisa.
La pirámide, el ala y el desgaste.
Después de aquellos años regresaste,
iguales la belleza y la sonrisa.
Algo sentí, no sé por qué, desierto,
y era por eso, al fin, que había llorado.
Algo en tu corazón había cambiado,
imperceptible casi, pero cierto.
Algo dejaba aquella dicha trunca:
tu amor, el que se fue, no volvió nunca,
por él tiembla la boca que te besa.
Alguien llegó, con cosas del pasado,
alguien que habla de ayer ha regresado,
pero aquel que se fue jamás regresa.
De: La luna del dragón
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