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	 Yo sé, Claudio, que un día tus islas naturales 
navegarán con rumbo hacia la playa mía 
y, verdes cañoneros, mirando a Andalucía, 
dispararán al alba sus árboles frutales. 
 
¡Oh Claudio! ¡E mar me llama! Nómbrame marinero, 
el último aunque sea, de tu marinería. 
Sé almirante, el más bueno, de la piratería, 
y así de tus bajeles serás siempre el primero. 
 
¡Dios! ¡Yo ladrón de mares, firme, en Fuerteventura, 
y tú sobre Las Palmas! 
Su escueta arboladura, 
mi almirante, en la aurora enristran dos navíos... 
 
¡Cañonead con plátanos las máquinas de guerra, 
con dátiles dorados la frente de la tierra 
y con glorias y hosannas estos bajeles míos! 
 
 
 
De: Marinero en tierra 
 
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