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No hay que pasar (II)

Mi mano de mármol gris mis olvidos o mi sola alma
la navegación a medianoche hasta abrirse las tijeras
y destruirse la rosa para dar cinco campanadas
destruirse la rosa al pulsar el pájaro sin destruirse
ni hundirse si resbalan violines o perros al septentrión
o lo que ya cae en agua desluce su amargura
y la medialuna se entierra y el balcón escampa por primera vez
dime olvídame o deja de inclinar la torre y su sonrisa
y su plumón irisado acompasa el destilar del túmulo
por última vez el vidrio espolvorea las herraduras no las rosas
no las sortijas voladoras cuando el mármol descorre
cuando el mármol detiene una mirada fatal
o el inmoderado moribundo en azul, rubio oscuro
destruye el mármol o la mujer viajera colorea
sus estanques que se reafirme porque la torre muere y chorrea
o que franjas de mármol de cuchillo y mi alma mojada.
¿No sabes que las puertas abiertas voltean los perros lanudos mirando al septentrión?


JOSÉ LEZAMA LIMA




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