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Cuando se viene al mar

Cuando se viene al mar,
uno se llena de rumor de Dios.

Porque la voz de Dios y la del mar,
cuando quieren cantar,
son una sola voz.

Se viene a ver también
lo que no todos ven:
la mano que ocasiona tanto vaivén.

El Viejo Molinero que mueve las aspas
de la noche y el día,
como chirridos celestes.

El Pintor que a brochazos sonoros
traza la ola,
que va desbaratándose como sierpe de pluma.

El Efebo solar
que tira su arpón al azar;
y por ser él quien es,
todos los seres quisieran ser pez.

El Sembrador que vuelca
fanegas de nubes
o costales de granos rutilantes.

Mi Padre Dios de larga cabellera,
que nos azota el rostro,
y a veces es caricia y a veces huracán.

Maestrante de todas las naves;
Batelero del séptimo día,
que se tiende a dormir,
y los fuelles poderosos del mar
se van debilitando más y más,
hasta besar las playas
del silencio de Dios.

Cuando se viene del mar,
se viene a ver,
a oír
y callar.



De: Poemas dispersos


MANUEL PONCE




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