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El balcón

En el verano de un balcón, en Francia,
mirábamos los cedros extranjeros
y un demasiado azul en la distancia
lago, lejos de ceibos y jilgueros.

Nos gustaba una patria más vacía:
no hay aquí una palmera, yo decía,
no nos despierta el canto de las aves
con las aguas barrosas, con las naves.

Ah, yo prefiero el río de la Plata.
Fiel a la ausencia y todavía ingrata,
soy a veces aquí una forastera:

falta ahora el balcón, no la palmera,
faltan cedros y no costas barrosas;
¡Ah, qué azul era el lago y había rosas!


SILVINA OCAMPO




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