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La memoria, ese alcázar (II)

La hora de los rabeles y los gatos, antiguos
y silentes guardianes de las puertas del templo.
Golpeas con una aldaba la entrada transparente
del tiempo. Igual que un sátrapa poderoso y altivo,
subes a los adarves para ver acercarse,
desde los arenales suaves del horizonte,
al mercader oscuro con la noche en los ojos.
Las lentas caravanas con los cedros del Líbano.


De: Cuaderno de Abul Qasim

Selección del autor


SANTOS DOMÍNGUEZ RAMOS




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