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Muerte diaria

A veces pienso: podría morirme de tristeza
de yo sé qué, de oscuridad, de frío
de las siete de la tarde en punto
entrando al cuarto de un hotel
de esta ciudad que no conozco.  

A veces digo: podría morirme ahora
nunca voy a salir de este alcohol triste
tan pobre y repetido.

A veces pienso
no voy a bajar nunca
de este ómnibus siniestro interminable
llevándome a crepúsculos en ciudades o pueblos
donde no quiero a nadie
donde nadie me espera.

A veces digo: voy a morirme de esto
de tantas cosas juntas
morirme para siempre
como un mal perro triste, equivocado, alcohólico.

Pero no, sin embargo
remordiéndome en tanta muerte diaria que poseo
en el centro de esta rutina amarga
digo no y siempre una mañana con sol junto al océano
o al río milagrosamente trasmutado
tu piel cerca me espera
o una voz parecida a la tuya
al olor, al rumor del océano.

De luz esa mañana, de río convertido.



De: Un sol otras mañanas


ROLANDO FAGET




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