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La hija de Jairo

Esquirlas afiebradas de aguacero, ululando,

desataron la muerte sobre yerba y hormiga.

Fusilada la rosa, decapitado el nardo,

¿qué anegado colapso sufrió la Sensitiva?

Dolorosa de nichos y aterida de llanto,

su congelado espectro suena savias de vida.

Oh Sol, tanto cadáver merecería un milagro...

¡Realízalo, dorada pupila matutina!





De: SEMANA SANTA EN LA NIEBLA
Selección: Emma Gómez
Crítica literaria


ROGELIO SINÁN




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