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El descenso (I)

Te palpo, te toco, y las yemas de mis dedos
buscan las tuyas porque si yo te amo y tú me
amas tal vez no todo esté perdido. Las montañas
duermen abajo y quizás las margaritas enciendan
el campo de flores blancas. Un campo donde Los
Andes y el Pacífico abrazados en el fondo de la
tierra muerta despierten y sean como un
horizonte de flores nuestro ojos ciegos
emergiendo en la nueva primavera. ¿Será? ¿será
así? las margaritas continúan doblándose sobre el
mar difunto, sobre las grandes cumbres difuntas y
en la oscuridad, descendidos, como dos envanecidas
pieles que se buscan, mis dedos palpan a tientas
los tuyos porque si yo te toco y tú me tocas tal
vez no todo esté perdido y, podamos adivinar
algo del amor. De todos los amores muertos que
fuimos y de un campo de flores que crecerá
cuando nuestras mortajas blancas, cuando
nuestras mortajas de nieve de todas las montañas
hundidas nos besen boca abajo y nos vuelvan
para arriba las erizadas pestañas.







De Inri
Prólogo de Alejandro Tarrab
Colección Visor de Poesía


RAÚL ZURITA




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