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La materia que insiste persiste en el vacío

Adolescente virgen ofrenda su desnudo
Al sueño y la pasión de sus idólatras,
Y blancos astros signan el corazón del Cosmos
Como esperma de un dios que enciende la ceniza.

Príncipe-Mago alígero, de sombra refulgente,
Lo conforma con ruinas de espejos abisales
En los que se devoran narcisos duplicados
Contra un fondo infinito de ecos erráticos.

O es el incienso azul del remoto paraíso,
Al fulgir los primeros puñales de los cielos,
Que mienten las razones de la oquedad astral,
Lo que inspira su cuerpo de subterránea luz
Creciendo hasta ser llave y, para siempre, abriendo
El estigma secreto del jardín del No-Ser.

Por alcanzar su doble en un tiempo simétrico,
Acepta la falárica del hado y enloquece.

No es verdad la Belleza si ha tenido un origen.



De:  Amuatar 1977-1980


PEDRO GANDÍA




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