☰ menú
 



Me estaba reservando lo que a nadie...

Me estaba reservando lo que a nadie. “Voy a ver brillar los bichos”. De noche, azules y rosados, color caramelo, clavelina. Iban despacio, cambiándose señales; u otros muy grandes, de capa negra y lunares blancos, (o blancas y lunares negros), que al chocar en algo firme, se deshacían con un rumor de seda y de papeles.

Me daba cansancio y temor. Y así volví a la silla única. Pero, en el techo estaban boca abajo, matas que yo con peligro había plantado, tomates y azucenas.

Las conejas adentro de la casa miraban hacia eso con aflicción. Y la Divinidad, peluda y brillante, descendía por la pared, eternamente.


De: La liebre de marzo


MAROSA DI GIORGIO




regresar