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Al tornar del colegio...

Al tornar del colegio, los otros niños jugaban en el patio; mamá preparó el té. Comencé a quitarme el delantal. Enseguida, volvieron las plumas. Mi rostro quedó absolutamente de perfil, se arqueó la nariz; crucé la ventana, volé al aire azul, batiendo las alas, blancas, pardas, grises, entreabiertas. Bellísima, impresionante. El cuerpo era pequeño; parecía sólo una cabeza. Con desesperación recordé el lugar, el caminillo, el escondrijo. Llegué en un minuto; de un aletazo barrí el piso, la entrada, pulí los huevos, conté mis pollos; con miedo horrible de que no fuera alcanzarme el tiempo salí a buscar presas, maté ratones de un picotazo en el oído; los distribuí; a cada uno, uno. Torné de prisa, al aire azul. Pasó La Muerte, tan delgada, con el vestido largo, blanco, de organdí. Entonces, di el grito petrificante que alertó a todo el valle. Y en el mismo momento estuve, otra vez, de pie, en la otra casa. Mi madre recogía el delantal, servía el té, decía: “Gritó la lechuza”.


MAROSA DI GIORGIO




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