☰ menú
 



Mañana de ámbar (5)

Teníamos un estadio de fútbol
sólo para nosotros.

Era la algarabía nunca vista,
excepto al llegar mayo
cuando volvían a clases
los alumnos del Instituto Nacional.

Y, sin remedio,
replegados, escurridizos,
merodeábamos por la muralla viéndolos jugar
con envidia y con rabia,
hasta desquitarnos en el próximo verano.





De:Nadie llegará mañana
Premio Nacional de
Literatura Ricardo Miró 2002


Selección: Emma Gómez
Crítica literaria


MANUEL ORESTES NIETO




regresar