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El tren arranca lentamente...

   El tren arranca lentamente...El pueblo viejo
tiene en sus grandes casas, sucias y silenciosas,
una opaca, doliente y suave claridad,
perdido entre las gasas azules de la aurora...

     Se ven calles sin nadie, con las puertas cerradas,
un reloj da una hora desierta y melancólica,
y, en una pared última, cerca del llano verde,
vacila, polvorienta, una triste farola...

    Llovizna...Algunas gotas mueren en el cristal...
Los molinos de viento son vagamente rosas...
Huye más el paisaje... y la ciudad se pierde
allá en el campo inmensos, que un sol difícil dora...


JUAN RAMÓN JIMÉNEZ




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