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Aikido

Estamos preparados
para sobreponernos.
Es un arte. Se aprende.
Está en nuestra memoria desde niños.
Los juegos, los poemas,
las tardes traduciendo,
palabra por palabra,
tragedias griegas, cruento
latín de historiadores.
Todo va al corazón y, transcurridas
las décadas, se vuelve
serenidad. Y ahora
alguno de los textos
de los filósofos occidentales
que he leído estos días
me lleva hasta la fórmula
que con la reverencia
mutua se intercambian
discípulo y maestro en el aikido.
Uno a otro se dicen:
Gracias por enseñarme.








Selección de Carmen Codoñer


JUAN ANTONIO GONZÁLEZ IGLESIAS




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