☰ menú
 



Oh dichosa desventura?

Deberías regocijarte, me dicen. Regocijarte y celebrar el haber salido de su vida. Eras un parásito pegado a su cuerpo, una planta. Y mírate ahora, puedes escoger tu propio jardín, crecer a la luz del sol, viva, libre como un naranjo o un sauce llorón. Pero no me convenzo. Lloro de soledad, pero ya estabas sola; de tristeza y ya eras triste. De orfandad, y nunca fue el padre que siempre quisiste. Nada has perdido, insisten. Abre tu botella de champagne, brinda por ti; rómpela. Con el filo del vidrio roto córtale la yugular, atraviésale el estómago o pártele el corazón.








De La ceremonia del adiós


GIOVANNA POLLAROLO




regresar