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Soneto de Narciso

a Elvira Gascón


No fue sólo su doble lo que miró Narciso
ante el ficticio espejo del agua transparente.
Era el poema oculto abismal de su mente
escrito en aquel rostro de abandono sumiso.

Perdido como tantos ante su propio hechizo
fue víctima en el juego de otra belleza ausente.
La que revela el verbo con luz evanescente
en su metamorfosis que la fuente deshizo.

Metafísica fábula en la griega agonía
que cuenta que un espejo la palabra figura
para copiar las sombras y perpetuar su ausencia.

Cada página invoca en su mitología
la imagen de otros dioses de efímera locura
que llevan nuestros rostros y copian su demencia.



De: La palabra callada (1951-1988)


FERNANDO SÁNCHEZ MAYANS




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