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El intruso

Amor, la noche estaba trágica y sollozante
cuando tu llave de oro cantó en mi cerradura;
luego, la puerta abierta sobre la sombra helante,
tu sombra fue una mancha de amor y de blancura.

Todo aquí lo alumbraron tus ojos de diamante;
bebieron en mi copa tus labios de frescura,
y descansó en mi almohada tu cabeza fragante;
me encantó tu descaro y adoré tu locura.

Y hoy río si tú ríes, y canto si tú cantas;
Y si tú duermes, duermo como un perro a tus plantas,
hoy llevo hasta en mi sombra tu olor a primavera;
y tiemblo si tu mano toca la cerradura,
¡y bendigo la noche sollozante y oscura
qué floreció en mi vida tu boca tempranera!


DELMIRA AGUSTINI




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