☰ menú
 



El vampiro

En el regazo de la tarde triste
yo invoqué tu dolor...Sentirlo era
¡sentirte el corazón! Palideciste
hasta la voz, tus párpados de cera

bajaron...y callaste...Pareciste
oír pasar la Muerte...Yo que abriera
tu herida mordí en ella -¿me sentiste?
¡como en el oro de un panal mordiera!

Y exprimí más, traidora, dulcemente
tu corazón herido mortalmente,
por la cruel daga rara y exquisita
de un mal sin nombre, hasta sangrarlo en llanto.



(Selección: Luzmaría Jiménez Faro)


DELMIRA AGUSTINI




regresar