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Me entregué...

me entregué a los que llamaban desde el ruido o el latido de un muro.
me buscan los parques y sus bancas de cemento frío.

no me buscas tú, perdiste las manos en el cabello que cubría mi locura amarilla extendida sobre tu falda de paño y tu olor. perdiste la voz y el llanto cuando se hicieron eco de nuestra casa o abismo que se lanzaba sobre mi espalda para hacerme caer una y otra vez sobre mis ojos desvariando. mujer, tu amor desesperado no evitó que mi cabeza emanara el olor de la zozobra en fermento o que el muro rechazara mi cuerpo contra el suyo. no evitó que me olvidara en tu voz, tampoco el movimiento sinuoso de mis miembros meciéndose para tocar mi locura como a la fiebre helada que te obligó a escribir mi grito y deshacerte de mi cabello haciéndose rabia deforme en tus manos.








De El libro de Táluma


CECILIA PODESTÁ




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