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España, aparta de mí este cáliz (Poema XII)



                                                      Masa




Al fin de la batalla,
y muerto el combatiente, vino hacia él un hombre
y le dijo: “¡No mueras; te amo tanto!”
Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.

    Se le acercaron, dos y repitiéronle:
¡No nos dejes! ¡Valor! ¡Vuelve a la vida!”
Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.

    Acudieron a él, veinte, cien, mil, quinientos mil,
clamando: “¡Tanto amor, y no poder nada contra la muerte!”
Pero el cadáver ¡ay!, siguió muriendo.

    Le rodearon millones de individuos,
con un ruego común: “¡Quédate, hermano!”
Pero el cadáver ¡ay!, siguió muriendo.

    Entonces todos los hombres de la tierra
le rodearon; les vio el cadáver triste, emocionado;
incorporose lentamente,
abrazó al primer hombre; echose a andar…





10 de noviembre 1937




De España, aparta de mí este cáliz


CÉSAR VALLEJO




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