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Domingo por la tarde

Domingo por la tarde, ya es la hora
de contemplar la ausencia de mi rostro
siete días postergado.
Nadie impedirá un domingo por la tarde
que desarme lentamente mi mentón
si la mueca de angustia ha sido en el silencio
que abandona el secreto de los huesos
y sólo fue sudor mi antiguo desaliento.
(En el vacío de este cuarto y de Beethoven
la muerte mueve el ajedrez
de cada una de mis vértebras)
Puedo enredarme las venas este día
hasta invertir el curso de la sangre.
Puedo oír la callada sinfonía en mi cuerpo
entonando el regreso hasta su ausencia.
Puedo morir un domingo por la tarde
siete días detrás de mi esqueleto.



De: Clave final


ALFREDO FRESSIA




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