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El armador aquel...

El armador aquel de casas rústicas
habló desde la barca,
ellos sobre la grava de la orilla,
y él flotando en las aguas.

Y la brisa del lago recogía
de su boca parábolas,
ojos que ven, oídos que gozan
de bienaventuranza.

Recién nacían por el aire claro
las semillas alabadas,
el sol las revestía con sus rayos,
la brisa las acunaba.

Hasta que al fin cayeron en un libro
¡ay, tragedia del alma!
ellos tumbados en la grava seca
y él flotando en las aguas.


MIGUEL DE UNAMUNO




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