JOSÉ ANTONIO CEDRÓN | |
Es plateada y violenta, suele apagar las luces detrás de los que salen de las piezas. La silla que se inclina y la dama de noche conversan de presagios una voz de comadre sentenciosa sabe darle esa aureola de autoridad doméstica llegar al corazón de las carnes más tiernas ... | |
No parece que haya vivido en la oscuridad. Tal vez vivió en las sombras. Las sombras guardan más temor que la oscuridad. Misterian. | |
Aquí se estableció con sus manteles de hule el carmín de aquel tiempo cuando el furor en los labios. Sobre una tabla blanca y lisa cuadriculó domingos en la harina. Quiso Génova, plantas y lo claro del cielo arriba de las flores. Negó oficios y amores con signos de pureza, ... | |
A veces la pensaba como recostada en un nido salvaje, llevándonos a todos en tiempos en que el agua era limpia y corría por las alcantarillas hasta llegar al río. Fue la última vez que entró a la casa que le vi las arrugas en reposo tan cerca como nunca estiradas ... | |
Envolvieron su cuerpo en la mantilla blanca manchada con el vino de la frente. Pronto será de noche sobre esa cruz de viento. Nadie sabrá qué hacer con tanto polvo. | |
Aquel fuego encendido con las últimas hojas del otoño, duró hasta que el carbón extinguió el frío. Tal vez no conocimos otra estación con ella. En las habitaciones de estos años el fuego le regresa el control de las vidas su alimento la nombra, como entonces, nuestras culpas ... | |
No quiero que lo traigan nunca quise. Era lindo escucharlo conversar y reírse con el vino, pero ahora no, no quiero que lo traigan que paren el reloj, que amarren en los techos a los perros amantes que dormían a sus pies. Déjenlo como él quiso contar que era cuando estuvo ... | |
Más tarde nos pusieron en la fila del medio y esperamos el turno en los pañuelos (a los que no podían le arrimaron la cara). Quise pensar su piel como una fruta como el rostro de Ana temblándome en la espalda y no un pueblo perdido que se iba apretado en el frío de sus ... | |
La sombra de las torres suele verlos correr en otra piel, ensuciarse la boca con el viento esa mancha que busca empeñada en el aire de una mujer y un hombre volteados al pasado abraza soledades de cuando ellos soñaban el año de Dragón en su equinoccio. ... | |
Anochecen y tiemblan, balbucean, se entumen y allí son Dios, porque han dado su cuerpo. Amanecen desnudos, clavan otros maderos. | |
Asoman su silueta preguntan por el tiempo murmuran entre vidrios palabras manoseadas en otras frustraciones bajo una luz de 20 imagino sus dedos de diciembre anudando los diarios amarillos y otras manos más lentas revolviendo el hervor de los porotos. ... | |
Al cerrar el botón del monedero esa mujer hablando de los otros tropieza con los nombres que apretaron el brillo de su vestido rojo. La interrumpen reproches en voz baja golpes de la otra vida papas apio cebollas que guarda el mosquitero una mano que cuenta las pastillas ... | |
En el gancho escondido que pende de la noche deja secar los trapos. Gotas de sangre dulce le roban las muñecas. Ella pone su mano de disculpa, obediente a la regla que baja como una guillotina y el poco de dolor le cuenta un cuento que nadie le ha contado en esta vida. | |
Ayer te pensé o soñé que estabas en casa y te pensé o soñé como eras hace mucho bajo un cielo que era también como hace mucho esas cosas de hombre de niño que uno tiene te soñé como eras cuando yo no era éste y te pensé después y anduviste girando en mi cabeza durante todo el día. ... | |
Siento que hubo de todo en este fuego a una mano del cielo a una mano del piso a una mano en la mano. Abajo la raíz la tierra el fruto. Arriba de tus labios esa distancia y ésta más las alas. Siento que hubo de todo en este fuego a una mano del cielo a una mano del piso. ... | |
No los dejes que entren que respiren que se levanten al aire de tu paso que ocupen tu lugar no los dejes voltear a esa ventana hacia esos ojos que miraron lejos hacia la sombra por no tener sombra hacia esa nube que cayó sin ruido queriendo el temporal. No, no te dejes herir armate de aire ... | |
Te hicieron enemigo del que llevas. Dos siglos de enseñanzas contra tu voluntad la mía. Dos mil años. Ese extraño, mi cuerpo, era la sombra intrusa que castigan los dioses del cielo y de la tierra. El otro, oculto. Nos ha llevado tiempo conocernos separar del silencio ... | |
Dejemos los anillos en su sitio la gotera del baño, el esforzado sueño. Escondamos la escoba, por favor los trapos de cocina. La borrachera diurna del vecino la borro. Tapo los viejos diarios con nuestro desarreglo el tiempo del reloj y de los trenes. Cerremos las cortinas, ... | |
Con las mejillas enceradas los ojos le brillan como si al sol. Baila para el suspenso de la rueda su vals número 15. El gallinero duerme su concierto entre rubor de niñas y los tíos empujan por la espalda a ese pájaro nuevo con traje de recién tan vestido de un miedo que más adolescente ... | |
Sólo hay un hombre que habla de otras cosas. Por ejemplo hay un hombre que habla de una calle de un apellido suyo que llegó en algún barco de una mujer morena que se perdió en su almohada de un líquido morado que en sus alas llega como una carta hasta su casa. ... | |
En la plaza, con ojos de carnero, tocamos las mujeres que luego se desnudan para los debutantes en las piezas del fondo de los conventillos. Y esa mujer que mira con unos ojos que durarán por años, se puso boca arriba tomando uno por uno los temblores, ... | |
Llovieron muchos años de este lado y la humedad signando la suerte de los vientos que se dejan mecer en la trampa del agua. Las gotas amanecen sobre el filo del vidrio rajado en la ventana. Atrás del muro, larguísimo, humean los carbones quemados por el tiempo como antiguos ladrillos ... | |
Despego con las llaves la pintura del marco. Ahora es verde gastado lo que antes humedad y después amarillo y puedo ver el gesto cuando convocó alzando, su mano enredadera. Imaginarla cargando sobre el hombro, la maleta ruidosa de cacharros, ladridos, dictadores. ... | |
Tuvo un corbatín rojo para estar en las aulas. Un overol de tarde para el taller que usaba de sus manos. Tuvo el asombro azul de aquel cielo obligado hasta llegar la noche de madre inexpugnable recorriendo la casa con su aliento del piletón del patio a la cocina sin dar respiro ... | |
Esperarás aquí y aprenderás le dijo de los hombres que se mueven de un lado para el otro suben forzados bajan de un sótano a otro sótano como cojos ligeros ¡uuupa! gritan al paso de sus manchas de sangre y aserrín. Hace frío sobre ese piso lejos del techo, las cúpulas rajadas ... | |
Doblado entre sus ramas los miedos se deshojan unos a otros. El oscuro silencio le humedece los huesos. Y pedirá perdón, si regresan de nuevo a revisar la cama con un golpe mojado por la noche. El sueño sueña un bosque para evadir la culpa. Perdón, pide perdón. ... | |
El vecino Domingo ha desollado un cerdo adentro de su cuarto. La sangre salpicó el marco de la puerta. Unas gotas quedaron suspendidas en el mosquitero hasta que se secaron con el viento. Comimos sobre el piso quebrado por la higuera después las mujeres lavaron en voz ... | |
En esta casa alguien vivió antes. Dejó clavos de punta en las paredes la forma de sus manos en un viejo jabón olores a tabaco, el lavadero sucio. Huellas poco confiables. Vivió esperando un ruido que lo llame desde el amanecer? Lo imaginó esperando? Lloró también de frente, aquí, ... | |
En una vieja foto está escrita una fecha y por detrás los nombres de nosotros (sobrenombres y apodos en paréntesis). Los que pudimos ser de haber nacido antes o después de esta historia si los hijos que fuimos jugaran de este lado no en aquella niñez ... | |
Entre los jeroglíficos hallados en tu almohada enfrentarás la mueca de los días. La distancia idealiza. El sueño solamente demora esa costumbre. Las miradas de entonces no quieren saber nada. La mano que aún extrañas acostumbró su piel al paso de tu ausencia. | |
Esos fantasmas llegan a casa recogen en la puerta la soledad y pasan pasan dentro de mí como esos trenes contra barreras bajas esos fantasmas pasan van sin rumbo. Esos fantasmas llegan se instalan en la silla y en la mesa y sin que pida nada ellos hablan esos fantasmas ... | |
La que leyó la vida de vecinos y amigos la que predijo novios con fortuna cartas de amor y bodas en futuro esa adivina nunca tuvo tiempo para alejar los dedos de la mesa y viajó por las líneas de las manos ajenas. La que llenó la vida de los otros entre cuatro deseos ... | |
Ella le daba alpiste a su pasión más fiel le daba agua en el pico le daba de su almohada los algodones blancos mientras los pobrecitos esperaban silbando que vuelva hablando sola. Poco a poco no pudo sostenerlos y ellos se debatían de pico en los alambres entonces ... | |
Se dice que llegaron hasta aquí en un tren nocturno, con las lluvias de agosto que cubren las sequías. Su amor dio que fumar que beber que decir. Fue la cosa más grande después de la mujer araña en los años cincuenta. Eran irreverentes aquellos alaridos incesantes ... | |
En esta casa alguien vivió antes, y antes. Dejó clavos de punta en las paredes la forma de sus manos en un viejo jabón olores a tabaco, en el lavadero sucio. Huellas poco confiables. Vivió esperando un ruido que lo llame desde el amanecer? Lo imaginó esperando? Lloró también de frente, ... | |
Y le pido de nuevo que no me deje solo que todavía siento miedo a la oscuridad a las voces que indagan el pasado que no me deje solo que otros duendes resuelven lo que cuesta subir desarmado las alas que anuncia el gallo nuevo que no me deje solo con el eco que me acompañe ... | |
Esa mujer tenía ojos azules cuando entró lastimando con su carga el revoque. Valijas de cartón, jaulas de alambre. Si no fuera que un día le dejara pintarse los labios a sus hijas, sería un pestañeo la melodía fácil que le cambió el acento, aquel olor a sal que se fue con las lluvias ... | |
Ese buen amor de manos transparentes y ese gusto tan especial que tenía ese buen amor por robar vino blanco en los supermercados si una planta escapada de la reja o un trofeo de losas cascadas atrás del vidrio deshacía los nudos de corbatas con labios apoyados alrededor ... | |
Si no tuviera alas como tiene si no hablara y cantara si no fuera de fiesta de velorio si no amara tus piernas como ramas de un niño si no tuviera acaso componentes políticos estaría diciendo que el corazón es sólo el corazón no esta mancha que cambia pasos bodas y viajes ... | |
Quién sabe cuál sería la solución buscada o si fue algún atajo una salida huyendo de los perros del tiempo que no entienden dialectos ni gestos de esos hombres que un buen día llegaron en un barco o encallaron de tercos perdieron el sombrero en esta costa blanda cielo limpio ... | |
Domingo y Juana al frente del vapor Asimina. Faustino y su tabaco y el mismo delantal de su trabajo. Doña María y Carmen con sus cabellos jóvenes (que cuesta recordar) tomadas de la mano. Mi abuelo en sus botines y todo el desarreglo de aquel saco de lana con el que lo encontraron ... | |
Huele a lombriz la tierra. Gusanos se disputan el tallo del rosal. Las manos que me llevan separarán las flores con papeles mojados. Regarán la costumbre con los ojos ausentes y una lata de Silvo conservará los bronces atendidos. Tocaremos el piso, de rodillas. Nos iremos bordeando ... | |
El ave sobre el borde de la fuente baja el pico y me mira recoge su alimento vuelve a bajar el pico y me vuelve a mirar meneando la cabeza alrededor hoteles de altísimo aluminio vidrios rubios detrás de las cabezas un régimen de moscas consumiento el sonido el ave teme observa ... | |
Dios mío, todos los días han sido¿No nos ha quedado siquiera undía nuevo? MARIN SORESCU Cuando el cuerpo no podía quedaba horizontal y la carga ignorada. Aún pasado el invierno no había cómo quitar las manchas de alcanfor que marcaron el pecho buscaban adelante, ... | |
En la puerta cancel del antiguo vestíbulo brilla un vitral que sirve para tapar el gris con sus colores, hoy ya desatendidos, y sus vidrios rajados por donde pasa el viento trepidando como un viejo y ruinoso caballo de lechero. Este es el escenario de una ciudad con muros ... | |
Y cuando algunos barcos se perdieron en tierra para siempre (la colección de El Tony, el miedo a las gitanas...) los alcancé de nuevo con el perfil del ojo. Los rumores sitiaron otra esquina y desearon el vidrio empañado y nocturno de la viuda. A un paso de las sillas y barajas ... |
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