JORGE TEILLIER | |
Eres el único habitante de una isla que sólo tú conoces, rodeada del oleaje del viento y del silencio rozado apenas por las alas de una lechuza. Ves un arado roto y una trilladora cuyo esqueleto permite un último relumbre del sol. Ves al verano convertido en un espantapájaros cuyas pesadillas ... | |
Revistas color sepia, programas de matches estelares, el par de guantes firmados por el Presidente cuando ganó el Campeonato colgados junto al retrato de la Difunta lo hacen buscar la gloria del Álbum amarillento y mientras hierve el agua en el anafe va recordando la cara del público ... | |
Centellean los rieles pero nadie piensa en viajar. De la sidrería viene olor a manzanas recién molidas. Sabemos que nunca estaremos solos mientras haya un puñado de tierra fresca. La llovizna es una oveja compasiva lamiendo las heridas hechas por el viento de invierno. ... | |
Te gusta llegar a la estación cuando el reloj de pared tictaquea, tictaquea en la oficina del jefe-estación. Cuando la tarde cierra sus párpados de viajera fatigada y los rieles ya se pierden bajo el hollín de la oscuridad. Te gusta quedarte en la estación desierta cuando no puedes abolir ... | |
Bajo el cielo nacido tras la lluvia escucho un leve deslizarse de remos en el agua, mientras pienso que la felicidad no es sino un leve deslizarse de remos en el agua. O quizás no sea sino la luz de un pequeño barco, esa luz que aparece y desaparece en el oscuro oleaje de los años lentos ... | |
Si atraviesas las estaciones conservando en tus manos hechas cántaro la lluvia de la infancia que debíamos compartir, nos reuniremos en el lugar en donde los sueños corren jubilosos como ovejas liberadas del corral y en donde brillará sobre nosotros la estrella que nos fuera prometida. ... | |
VI Las campanadas escapan del pecho del reloj de péndulo. Huyen del pozo y resuenan en la memoria. La memoria, esa lechuza ciega huyendo a refugiarse en un árbol hueco. XXIII Para qué me preguntas. Todos moriremos. Eso no me ayuda. No, realmente no. Gunnard Ekelof ... | |
En el fondo de toda lejanía se alza tu casaHermann Broch No hay que silbar en la oscuridad . Sí, no debo llamar al perro ya desaparecido. Debo regresar solo. La casa se abre y es una fosa donde dormir amparado por las hojas, un manantial interminable para el desierto mediodía. ... | |
Mi mano pasa a través del espejo de la tarde para hallar al adolescente que iba a la capilla de madera anclada frente a la plaza, bajo el rosario de la lluvia repasado por todas las estaciones. Es la hora en que hasta las casas se arrodillan. Las moscas se refugian de los primeros fríos ... | |
Ninguna ciudad es más grande que mis sueños. Volveré al invierno del sur cuando las raíces blanqueadas por la lluvia muestren la calavera del tiempo bajo el sorpresivo vuelo de carbón y nieve de queltehues que no se cansan de pedir agua. Pasado el Puente del Malleco mi amigo ... | |
Eres el peso profundo y secreto de los granos de trigo en la balanza de mi mano. El frescor del sorbo de cielo que bebe el pájaro marino. Por el verano corren los claros esteros de tu espalda desnuda. Eres un puente entre los marjales de las pesadillas. Las madejas de nuestros sueños ... | |
Cuando todos se vayan a otros planetas yo quedaré en la ciudad abandonada bebiendo un último vaso de cerveza, y luego volveré al pueblo donde siempre regreso como el borracho a la taberna y el niño a cabalgar en el balancín roto. Y en el pueblo no tendré nada que hacer, sino echarme ... | |
Cuando yo no era poeta por broma dije que era poeta aunque no había escrito un solo verso pero admiraba el sombrero alón del poeta del pueblo. Una mañana me encontré en la calle con mi vecina. Me preguntó si yo era poeta. Ella tenía catorce años. La primera vez que hable con ella ... | |
Daría todo el oro del mundo por sentir de nuevo en mi camisa las frías monedas de la lluvia. Por oír rodar el aro de alambre en que un niño descalzo lleva el sol a un puente. Por ver aparecer caballos y cometas en los sitios vacíos de mi juventud. Por oler otra vez los buenos hijos ... | |
...el caso no ofreceningún adorno para la diadema de las Musas. Ezra Pound Me despido de mi mano que no pudo mostrar el paso del rayo o la quietud de las piedras bajo las nieves de antaño. Para que vuelvan a ser bosques y arenas me despido del papel blanco y de la tinta ... | |
Un día u otro todos seremos felices. Yo estaré libre de mi sombra y mi nombre. El que tuvo temor escuchará junto a los suyos los pasos de su madre, el rostro de la amada será siempre joven al reflejo de la luz antigua en la ventana, y el padre hallará en la despensa la linterna para buscar . ... | |
El día del fin del mundo será limpio y ordenado como el cuaderno del mejor alumno. El borracho del pueblo dormirá en una zanja, el tren expreso pasará sin detenerse en la estación, y la banda del Regimiento ensayará infinitamente la marcha que toca hace veinte años en la plaza. ... | |
Y si te amo, es porque veo en ti la Portadora, la que, sin saberlo, trae la blanca estrella de la mañana, el anuncio del viaje a través de días y días trenzados como las hebras de la lluvia cuya cabellera, como la tuya, me sigue. Pues bien sé yo que el cuerpo no es sino una palabra más, ... | |
De nuevo vida y muerte se confunden como en el patio de la casa la entrada de las carretas con el ruido del balde en el pozo. De nuevo el cielo recuerda con odio la herida del relámpago, y los almendros no quieren pensar en sus negras raíces. El silencio no puede seguir siendo ... | |
Todas las nubes me anunciaban que tú llegarías cuando despertaba para volverme hacia la ventana secreta de los sueños. Pero tú debías extraviarte: los pájaros se comían las migas que sembraba para señalarte el camino. Alguien vestido siempre de negro te vigilaba y quería transformarte . ... | |
Mi amor por ti Es un vidrio roto por el mal alumno del curso Una capilla con techo de zinc bajo la lluvia deVilcún Una manzana ofrecida a la profesora por el alumno bueno del curso El viento sur jugando ajedrez contra el viento norte para decidir qué tiempo va a haber ... | |
Antes que de nuevo floreciera la sangre en la piedra de sacrificio había un puerto de días tranquilos como ruidos de remos en el agua. Allí había tiempo de sobra para escuchar horas y horas el griterío de las gaviotas, o buscar una vertiente para beber tras las cacerías de otoño, ... | |
La tierra devuelve a las aguas lo que les pertenece desde antes del principio de los tiempos y en el pueblo no queda nadie para colocar una luz en la venta que guíe la llegada del alba después que el mar se retira, cumplida su faena, dejando a la oscuridad y la muerte ... | |
Una lluviosa primavera resucita como de costumbre hablando con las mismas hojas que rodearon el sueño de la Bella Durmiente y restaña las heridas de la costa, mientras el sol despreocupado pasea en mangas de camisa y al pie del roquerío las algas envuelven con dulzura ... | |
Cuando las amadas palabras cotidianas pierden su sentido y no se puede nombrar ni el pan, ni el agua, ni la ventana, y ha sido falso todo diálogo que no sea, con nuestra desolada imagen, aún se miran las destrozadas estampas en el libro del hermano menor, es bueno saludar ... | |
Los caballos se detienen. Los belfos de los caballos desordenan el agua y mezclan el rostro de las hojas. Hemos llegado cerca de un pueblo. La niebla rodea casas que apenas existen. Viajemos, antes que las aves den comienzo al verano, cuando vuelvan al estero ... | |
Para hablar con los muertos hay que elegir palabras que ellos reconozcan tan fácilmente como reconocían el pelaje de sus perros en la oscuridad. Palabras claras y tranquilas como el agua del torrente domesticada en la copa, o las sillas ordenadas por la madre después que se han ido ... | |
En memoria de Serguei Esenin Sí, es cierto, gasté mis codos en todos los mesones. Me amaron las doncellas y preferí a las putas. Tal vez nunca debiera haber dejado El país de techos de zinc y cercos de madera. En medio del camino de la vida Vago por las afueras del pueblo ... | |
El invierno trae caballos blancos que resbalan en la helada. Han encendido fuego para defender los huertos de la bruja blanca de la helada. Entre la blanca humareda se agita el cuidador. El perro entumecido amenaza desde su caseta al témpano flotante de la luna. ... | |
El vuelo de las aves es un canto recién aprendido por la tierra. El día entra en la casa como un perro mojado de rocío. Mira: se encienden las hogueras de los gallos. Los cazadores preparan sus morrales. Los caballos los esperan rompiendo con sus cascos el cielo que apenas pesa ... | |
Un viento de otra estación se lleva la mañana. Huyes hacia tu casa cuando el viento dobla los pinos de las orillas del río. Ya no quedan grosellas. ¿Por qué no vuelven los cazadores que vimos partir esta mañana? Tú quieres que nunca haya sucedido nada y en la buhardilla abres un baúl ... | |
El abandono silba llamando a sus amigos. La noche y el sueño amarran sus caballos frente a las ventanas. El dueño de casa baja a la bodega a buscar sidra guardada desde el año pasado. Se detiene el reloj de péndulo. Clavos oxidados caen de las tablas. ... | |
In memoriam de Rosamel del Valle La sangre blanca de un cerezo era el anuncio de nuevas puertas. Te marchaste junto al invierno que con su lámpara desenreda las raíces y hace surgir los sueños de los antepasados. Viajas junto al invierno, a las ardillas y a los pájaros nevados ... | |
En las tardes de invierno cuando un sol equivocado busca a tientas los aromos de primaveras perdidas va mi padre en su Dodge 30 por los caminos ripiados de la Frontera hacia aldeas que parecen guijarros o perdices echadas. O llega a través de barriales a las reducciones de sus amigos ... | |
Sentados frente al fuego que envejece miro su rostro sin decir palabra. Miro el jarro de greda donde aún queda vino, miro nuestras sombras movidas por las llamas. Esta es la misma estación que descubrimos juntos, a pesar de su rostro frente al fuego, y de nuestras sombras movidas por las llamas. ... | |
Me decías que no me enamorara de tu hermana menor, aquella que aún temía a los duendes que salen de los rincones a robar nueces. Y yo te contestaba que en el cielo podía leer tu nombre escrito por los pájaros y que las nubes flotaban como los gansos en el patio dominical de tu casa ... | |
Un desconocido silba en el bosque. Los patios se llenan de niebla. El padre lee a sus hijos un cuento de hadas y el hermano muerto escucha tras la puerta. Se apaga la ventana la bujía que nos señalaba el camino. No hallábamos la hora de volver a casa, pero nos detenemos sin saber ... | |
Un hombre solo en una casa sola No tiene deseos de encender el fuego No tiene deseos de dormir o estar despierto Un hombre solo en una casa enferma. No tiene deseos de encender el fuego Y no quiere oír más la palabra Futuro El vaso de vino se ha marchitado como un magnolio ... |