OLGA OROZCO | |
El tribunal es alto, final y sin fronteras. Sensible a las variaciones del azar como la nube o como el fuego, registra cada trazo que se inscribe sobre los territorios insomnes (del destino. De un margen de la noche a otro confín, del permiso a la culpa, dibujo con mi propia trayectoria ... | |
No con lechos viscosos ni con instrumentales de tortura, no con esas aviesas escaleras que te devuelven siempre al enemigo prometido, ni con falsos paneles ni laberintos circulares, y aun menos con la llama inextinguible que te devora y te preserva indemne -¡ah la intolerable prestidigitación ... | |
Más borroso que un velo tramado por la lluvia sobre los ojos de la lejanía, confuso como un fardo, errante como un médano indeciso en la tierra de nadie, sin rasgos, sin consistencia, sin asas ni molduras, así era tu porvenir visto desde las instantáneas rendijas del pasado. ... | |
Son apenas dos piedras. Nada más que dos piedras sin inscripción alguna, recogidas un día para ser sólo piedras en el altar de la memoria. Aun menos que reliquias, que testigos inermes hasta el juicio final. Rodaron hasta mí desde las dos vertientes de mi genealogía, ... | |
Me encojo en mi guarida; me atrinchero en mis precarios bienes. Yo, que aspiraba a ser arrebatada en plena juventud por un huracán de fuego antes de convertirme en un bostezo en la boca del tiempo, me resisto a morir. Sé que ya no podré ser nunca la heroína de un rapto fulminante, ... | |
Si la casualidad es la más empeñosa jugada del destino, alguna vez podremos interrogar con causa a esas escoltas de genealogías que tendieron un puente desde tu desamparo hasta mi exilio y cerraron de golpe las bocas del azar. Cambiaremos panteras de diamante por abuelas de trébol, ... | |
Aún conservas intacta, memoriosa, la marca de un antiguo sacramento bajo tu paladar: tu sello de elegida, tu plenilunio oscuro, la negra sal del negro escarabajo con el que bautizaron tu linaje sagrado y que llevas, sin duda, de peregrinación en peregrinación. ¿Para quién la consigna? ... | |
Se descolgó el silencio, sus atroces membranas desplegadas como las de unmurciélago anterior al diluvio, su canto como el cuervo de la negación. Tu boca ya no acierta su alimento. Se te desencajaron las mandíbulas igual que las mitades de una cápsula inepta ... | |
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No es en este volcán que hay debajo de mi lengua falaz donde te busco, ni es esta espuma azul que hierve y cristaliza en mi cabeza, sino en esas regiones que cambian de lugar cuando se nombran, como el secreto yo y las indescifrables colonias de otro mundo. Noches y días ... | |
Lejos, de corazón en corazón, más allá de la copa de niebla que me aspira desde el fondodel vértigo, siento el redoble con que me convocan a la tierra de nadie. (¿Quién se levanta en mí? ¿Quién se alza del sitial de su agonía, de su estera de zarzas,y camina con la memoria de mi pie?) ... | |
Será cuando el misterio de la sombra, piadosa madre de mi cuerpo, haya pasado; cuando las angustiadas palomas, mis amigas, no repitan por mí su vuelo funerario; cuando el último brillo de mi boca se apague duramente, sin orgullo; mucho después del llanto de la muerte. ... | |
En algún lugar del gran muro inconcluso está la puerta, aquella que no abriste y que arroja su sombra de guardiana implacable en elrevés de todo tu destino. Es tan sólo una puerta clausurada en nombre del azar, pero tiene el color de la inclemencia y semeja una lápida donde se inscribe ... | |
Vete, día maldito; guarda bajo tus párpados de yeso la mirada de lobo que me olvida mejor; camina sobre mí con tu paso salvaje, simulando un desierto entre el hambre y la sed, para que todos crean que no estoy, que soy una señal de adiós sobre las piedras; cierra de para en par, lejos de mí, ... | |
Como una grieta falaz en la apariencia de la roca, como un sello traidor fraguado por la malicia de la carne, esta boca que se abre inexplicable en pleno rostro es un destello ape- nas de mi abismo interior, una pálida muestra de sucesivas fauces al acecho de un trozo de incorporable ... | |
La sentencia era como esos calcos en que el relieve delamor deja un vacío semejante a sus culpas. Me arrojaron al mundo en mi ataúd de hielo. Una tierra sin nombre todavía corrió sobre este rostrocon que habito en la desconocida: era la tierra del castigo. Era la hora en que comienzo ... | |
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Es angosta la puerta y acaso la custodien negros perros hambrientos y guardias como perros, por más que no se vea sino el espacio alado, tal vez la muestra en blanco de una vertiginosa dentellada. Es estrecha e incierta y me corta el camino que promete con cada bienvenida, ... | |
Aquí hay un tibio lecho de perdón y condenas -injurias del amor- para la insomne rebeldía del Pródigo. Sí. Otra vez como antaño alguien se sobrecoge cuando la soledad asciende con un canto radiante por los muros, y el aliento remoto de lo desconocido le recorre ... | |
Es este aquel que amabas. A este rostro falaz que burla su modelo en la leyenda, a estos ojos innobles que miden la ventaja de haber volcado (a ciegas tu destino, a estas manos mezquinas que apuestan a pura tierra su ganancia, consagraste los años del pesar y de la espera. ... | |
Estos son mis dos pies, mi error de nacimiento, mi condena visible a volver a caer una vez más bajo las (implacables ruedas del zodíaco, si no logran volar. No son bases del templo ni piedras del hogar. Apenas si dos pies, anfibios, enigmáticos, remotos como dos serafines mutilados por la desgarradura ... | |
No, ninguna caída logró trocarse en ruinas porque yo alcé la torre con ascuas arrancadas de cadainfierno del corazón. Tampoco ningún tiempo pronunció ningún nombrecon su boca de arena porque de grada en grada un lenguaje de fuego los levantóhasta el cielo. ... | |
Como si fueran sombras de sombras que se alejan las palabras, humaredas errantes exhaladas por la boca del viento, así se me dispersan, se me pierden de vista contra las puertas del silencio. Son menos que las últimas borras de un color, que un suspiro en la hierba; fantasmas que ni siquiera ... | |
a Valerio -¡Ya se fue! ¡Ya se fue!se queja la torcaza. Y el lamento se expande de hoja en hoja, de temblor en temblor, de transparencia en transparencia, hasta envolver en negra desolación el plumaje del mundo. -¡Ya se fue! ¡Ya se fue! como si yo no lo viera. Y me pregunto ahora cómo hacer para mirar ... | |
Me clausuran en mí. Me dividen en dos. Me engendran cada día en la paciencia y en un negro organismo que ruge como el mar. Me recortan después con las tijeras de la pesadilla y caigo en este mundo con media sangre vuelta a cada lado: una cara labrada desde el fondo ... | |
Ésa es tu pena. Tiene la forma de un cristal de nieve que no podría existir si no existieras y el perfume del viento que acarició el plumaje de los amaneceres que no vuelven. Colócala a la altura de tus ojos y mira cómo irradia con un fulgor azul de fondo de leyenda, o rojizo, como vitral de ... | |
Una mano, dos manos. Nada más. Todavía me duelen las manos que me faltan, esas que se quedaron adheridas a la barca fantasma que me trajo y sacuden la costa con golpes de tambor, con puñados de arena contra el agua de migraciones y nostalgias. Son manos transparentes ... | |
En un país que amaba ya estará anocheciendo. Coronados por sus mustias guirnaldas, esos pequeños seres creados cuando la oscuridad vuelven a poblar con sus tiernas músicas, a golpear con sus manos de brillantes estíos ese rincón natal de mi melancolía. Sonríen los inasibles ... | |
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No quería más que paz y pagué sin regatear el precio que me pidieron. William Faulkner: Luz de agosto Yo fui Gail Hightower, pastor y alucinado, para todos los hombres un maldito y para Dios ¡quién sabe! Mi vida no fue amor, ni piedad, ni esperanza. Fue tan sólo la dádiva salvaje ... | |
Oye ladrar los perros que indagan el linaje de las sombras, óyelos desgarrar la tela del presagio. Escucha. Alguien avanza y las maderas crujen debajo de tus pies como sihuyeras sin cesar y sin cesar llegaras. Tú sellaste las puertas con tu nombre inscripto en las cenizas de ayer ... | |
Temible y aguardada como la muerte misma se levanta la casa. No será necesario que llamemos con todas nuestras lágrimas. Nada. Ni el sueño, ni siquiera la lámpara. Porque día tras día aquellos que vivieron en nosotros un llanto contenido hasta palidecer han partido, y su leve ademán ... | |
Alguien marcó en mis manos, tal vez hasta en la sombra de mis manos, el signo avieso de los elegidos por los sicarios de la desventura. Su tienda es mi morada. Envuelta estoy en la sombría lona de unas alas que caen y que caen llevando la distancia dondequiera que vaya, ... | |
Este cuerpo tan denso con que clausuro todas las salidas, este saco de sombras cosido a mis dos alas no me impide pasar hasta el fondo de mí: una noche cerrada donde vienen a dar todos los espejismos de la noche, unas aguas absortas donde moja sus pies la esfinge de otro mundo. ... | |
He aquí unos muertos cuyos huesos no blanqueará la lluvia, lápidas donde nunca ha resonado el golpe tormentoso de la piel del lagarto, inscripciones que nadie recorrerá encendiendo la luz de alguna lágrima; arena sin pisadas en todas las memorias. Son los muertos sin flores. ... | |
¡Tanto esplendor en este día! ¡Tanto esplendor inútil, vacío, traicionado! ¿Y quién te dijo acaso que vendrían por ti días dorados(en años venideros? Días que dicen sí, como luces que zumban, como lluvias sagradas. ¿Acaso bajó el ángel a prometerte un venturoso exilio? Tal vez hasta pensaste ... | |
Universo minúsculo, desplegable al tamaño de tu dios. Te pareces a un puño de cazador que exprime hasta la sombra de su presa, o quizás a la bolsa del avaro repleta de monedas sin comunión y sin destino. Ni crueldad ni riquezas. Es a ti a quien apuntan y no tienes más oro que la borra ... | |
He visto a la dicha perderse gritando por un umbrío y solitario bosque, donde el último día pasaba, silencioso, olvidando a los hombres como a gastadas hojas que una lenta estación sostiene todavía. Nunca más, desdeñosa entre las tardes, su máscra dorada, las luminosas manos ... | |
Ella está sumergida en su ventana contemplando las brasas del anochecer, posible todavía. Todo fue consumado en su destino, definitivamente inalterable desde ahora como el mar en un cuadro, y sin embargo el cielo continúa pasando con sus angelicales procesiones. Ningún pato salvaje ... | |
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¿Dónde oculta el peligro sus lobos amarillos? No hay ni siquiera un pliegue en la corriente inmóvil que tapiza este día; ni un zarpazo fugaz contra el manso ensimismamiento de las cosas. Ninguna dentellada; nada que abra una brecha en estas superficies que proclaman ... | |
Yo, Olga Orozco, desde tu corazón digo a todos que muero. Amé la soledad, la heroica perduración de toda fe, el ocio donde crecen animales extraños y plantas fabulosas, la sombra de un gran tiempo que pasó entre misterios y entre alucinaciones, y también el pequeño temblor ... | |
Mira a la que avanza desde el fondo del agua borrando el día con sus manos, vaciando en piedra gris lo que tú destinabas a memo- ria de fuego, cubriendo de cenizas las más bellas estampas prometi- das por las dos caras de los sueños. Lleva sobre su rostro la señal: ese color de invierno ... | |
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Se necesita sólo tu corazón hecho a la viva imagen de tu demonio o de tu dios. Un corazón apenas, como un crisol de brasas para la idolatría. Nada más que un indefenso corazón enamorado. Déjalo a la intemperie, donde la hierba aúlle sus endechas de nodriza loca y no pueda dormir, ... | |
Pequeña centinela, caes una vez más por la ranura de la noche sin más armas que los ojos abiertos y el terror contra los invasores insolubles en el papel en blanco. Ellos eran legión. Legión encarnizada era su nombre y se multiplicaban a medida que tú te destejías hasta el último ... | |
He acumulado días y noches con amor, con paciencia ah, con ira también, un resplandor de tigres en la oscura desdicha ; los he petrificado alrededor del sitio donde habito, que no es más que una pálida espesura en medio de la enrarecida vastedad, ... | |
Ahora desde tu ahora estarás viendo bajo esta misma lluvia las lluvias del diluvio y aquellas que lavaron las rosas avegonzadas de Caldea o las que se escurrieron desde el altar del druida hasta el cadalso y fueron a susurrar sobre una tumba hostil en la espinosa Patagonia, y también las azules, ... | |
a V.E.L Apaga ya la luz de ese cuchillo, madrastra de las sombras. No necesito luces para mirar en el abismo de mi sangre, en el naufragio de mi raza. Apágala, te digo; apágala contra tu propia cara con este soplo frío con que vuela mi madre. Y tú, criatura ciega, no dejes escapar la soga ... | |
Detrás del vaho blanco está el orden, la invitación o el ruego, cada uno encendiendo sus señales, centelleando a lo lejos con las joyas de la tentación o el rayo del peligro. Era una gran ventaja trocar un sorbo hirviente por un reino, por una pluma azul, por la belleza, por una historia ... | |
Madre: es tu desamparada criatura quien te llama, quien derriba la noche con un grito y la tira a tus pies como un telón caído para que no te quedes allí, del otro lado, donde tan sólo alcanzas con tus manos de ciega a descifrarme en medio de unmuro de fantasmas hechos de arcilla ciega. Madre, ... | |
La mujer del otoño llegaba a mi ventana sumergiendo su rostro entre las vides, reclinando sus hombros, sus vegetales hombros, en las nieblas, buscando inútilmente su pecho resignado a nacer y morir entre dos sueños. Desde un lejano cielo la aguardaban las lluvias, ... |