ABEL ALARCÓN | |
Por el jardín paseaba la Abadesa Leyendo una oración de su breviario Sus ojos eran de un azul turquesa, Su tez como el marfil de su rosario. Así cruzaba la divina obsesa, Defendida de un mal imaginario, Por aquel corazón que su pureza Bordara en su bendito escapulario. ... | |
Elevó, adusto, el sacerdote anciano de ácimo pan la nítida blancura; trazo el signo de un símbolo su mano y consumo la mística figura. Plegose en el altar velo liviano Y ante el pueblo, en beatifica postura, Fulguró el sol flamante y soberano De la enorme custodia, su hermosura. Un torrente de luz ... |