JUAN VICENTE PIQUERAS | |
Aquí es donde estoy yo. Esté donde esté yo siempre estoy aquí donde me ves. esta casa, estas caras, estas cosas cansan, porque aquí cansa aquí hace sed de irse, sed de allí pero allí es el lugar donde jamás podré estar, donde yo soy imposible. Vaya adonde vaya, allá donde yo llegue ... | |
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a un amigo, que me recuerda a mí ¿De qué te sirve, dime, coleccionar milagros y nombres de mujeres, de lugares e idiomas distintos, para hacer y nombrar siempre lo mismo? ¿De qué te sirve, ave infeliz, saber renacer cada vez de las cenizas de los incendios que provocas y huyes? ... | |
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a Giancarlo, mi hermano italiano, y a Lorenzo. Un hombre que es un ascua más que un hombre ve nevar, se enamora de la palabra nieve, coge su abrigo negro con forro de faisanes, un sombrero prestado, una bufanda y se echa así a la calle como buscando ayuda, pausa, perdón, alivio, ... | |
Al nacido en aldea lo cría el horizonte y se lo lleva un tren cualquiera cualquier tarde. Su sencillo equipaje es una certidumbre: que la vida está lejos. Pasa su adolescencia mirando mapas, nubes, gimiendo geografías, arrodillado ante la diosa Irse. Hasta que un día dado toma un tren y se va ... | |
Yo albergué un día en mi voz a huéspedes sublimes: convidados de miel, reyes en ruinas, madres antiguas, caracolas, toros. No sé por qué se han ido y me han dejado solo, contemplando cada día el cadáver que seré. De: La latitud de los caballos | |
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¿Y te acercas a mí sólo para decirme que me ves apagado? Sí, si estar apagado significa estar solo sin nadie que remueva mis cenizas y encuentro bajo ellas las ascuas que me queman pero ya no calientan ni consuelan ni pueden apagarse. ¿Acaso tienes frío y te acercas a mí ... | |
¿Qué Sahara tendré que atravesar que sueño cada noche con camellos? Camellos de rey mago paciendo en el pasillo de mi primera casa, camellos beduinos y camellos enanos de Tozeur llenando las estancias de la casa paterna. Camellos al galope atravesando ríos con su caudal de arena ... | |
Soy un árbol exhausto, un cerezo al que podan cada día, un niño con demasiados deberes y demasiada ganas de no hacerlos, un cansancio que me ha ungido los párpados con el aceite de la decepción. Soy un árbol talado, el mirlo que hasta ayer anidó en él y la nube que pasa indiferente. ... | |
Sólo soy feliz yéndome. No entre cuatro paredes, con sus sendas espadas, sino entre aquí y allí, una casa y otra, ajenas ambas preferiblemente. No puedo ya, ni quiero, estarme quieto. Ni ahora ni después. Ni aquí ni allí. En todo caso ahí, donde estás tú, seas quién seas tú, ponme tu nombre ... | |
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Nosotras todas éramos piedades con los hijos adultos en los brazos y los ojos velados por la pena. Llegaron de repente los turistas, sus fotos eran flechas, se clavaban en nuestros vientres viudos donde un día mugió un toro de tierra, rugió el mar. El cielo era un dolor de rosas secas, ... | |
La noche sin deseo es la gota de mercurio sobre la calavera del amante. Sólo sé lo que quiero si me pierdo. Amo mi perdición. Cultivo ortigas. El corazón es ave que no olvida. Huidiza, rapaz, es muy difícil cazarla o comprenderla. La noche sin deseo, sin embargo, es mano de mercurio ... | |
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carta a Diana Krenn en su cumpleaños Es grave ser adulto, amiga mía, tener que comprender lo que se odia, tener que no escupirle, convivir, ser sensato, sentir que la saliva te pide explicaciones y ternura. Es triste cada día ver que nadie quiere llamar las cosas por su nombre (aunque, ... | |
No hago vida de mí. Cuando estoy solo no hago vida de mí. Te necesito a cada instante, siempre, incluso cuando no sé quién eres tú ni dónde estás ni qué quieres de mí. Cuando estoy solo siento que estoy en mala compañía. No sé hacer vida de mi soledad. Pero no sé tampoco no estar solo. ... | |
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Hay que buscar los pasos que daremos y destrozar el cielo de los charcos. El azul de otra voz, el puro aire, la perla de un dolor bien padecido y la luz animal de la alegría. Hay que buscar la vida que nos busca, el destrozado cielo de los charcos. ... | |
Y el delicado abrazo de la hiedra cuyo deseo ha declarado suyo al tronco que le sirve para sus arabescos y ascensiones, para su exhibición de aciaga gracia, acaba ahogando al árbol elegido, sorbiéndole la savia. Es modelo de unión y de firmeza esa fidelidad con que lo asfixia, ... | |
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Yo tengo en el lugar del corazón, donde dicen que nacen las pasiones, un puñado de arena. De arena del Sahara algunos días. De arena de una playa podrida de turistas. O de arena mentida, movediza, de arena que no es más que su nombre, de arena sólo escrita e infeliz. Yo tengo en el lugar ... | |
Esta tierra, esta aldea y esta casa son más poesía que cualquier poema que yo haya deseado concebir: los olivos, la cabra, el tonel viejo, las eras, los sarmientos, las garberas, el gallo loco que sigue anunciando el alba a mediodía, las almendras, este olor como a humo de pobreza, ... | |
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Una herida gotea día y noche, pertinaz, como un grifo que no cierra dentro de mí, en mi huida, horada el mármol de la paciencia, llena la bañera de llanto de los ríos donde el agua pasada ya no mueve molinos ni pasiones sino musgo, pereza, se desborda, inunda lo mejor de mí, ... | |
He visto hombres caídos convertirse en arenas movedizas. He visto hombres ahogados en el vaso de agua podrida, que podría, cuando aún estaba limpia, haber lavado su voz y saciado su sed. He visto hombres leonados como buitres necesitar carroña cada día. Eran tipos amables, educados. ... | |
Madre, ¿por qué no me has abandonado? ¿por qué sigue cuidándome tu sombra? ¿por qué sigue acusándome tu amor? Hice, ya sabes, todo lo que pude para que tú sufrieras más por mí. Durante tantos años, tantos siglos, alguien meaba culpa cada noche para que cada día te quejaras, ... | |
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Para cruzar este íntimo desierto hace falta coraje, tiempo, ganas de no perder la vida preparando un viaje que jamás emprenderemos, un camello leal, un compañero lo mismo, un mapa vano, un turbante, una brújula, diez cajas de bombones (recuerdo de Occidente) y una chilaba azul...¿qué más? ... | |
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I Ahora sé que se puede morir de madre sin salir de ella. Vivir viendo las nubes pasar por la ventana velada de tus ojos, madre, he vuelto cada vez que tu voz me lo ha pedido -tu voz en mí, se entiende, tu voz mía- a tus brazos tendidos hacia mí que soy nadie. Vuelvo a una casa donde no he vivido. ... | |
Yo soy aquél que no se fue de casa, que se quedó a morir, a marchitarse en el hogar materno, en el regazo de su miedo a vivir, y nunca supo a qué sabe la vida estando lejos. Niño que no creció, pájaro enfermo que no abandonó el nido y decidió quedarse sin su vida, en el lugar del hijo, ... | |
Hablo y no tengo voz. Callo y escucho cómo se acerca nadie hasta mi sepultura. Soy el fuego en que ardo, odio el silencio, y ya no aguanto más esta manera de no vivir.Mi cuerpo es una lumbre que no quiere apagarse. Mi cuerpo es mi alma dura, es mi memoria envuelta en el sudario ... | |
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Mis ojos sin destino ni lágrimas ni ley piden al horizonte patria para una pausa, piedad firme, mis ojos color tierra que más que ver dibujan, mis ojos que aprendieron la ceguera para sobrevivir, mis ojos huérfanos como recién salvados de las aguas que miran, mis ojos que podrían y lo saben apagarse ... | |
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Madre agua, tu voz que es mar y lágrima, madre manos que amasan mi destino, madre que me dio a luz y me da pena, madre alma y aldea, madre mía, madre maná de idioma, madre mies que ayer fue miga y hoy rastrojo ardido, lumbre siempre encendida, humo en mi alma, ... | |
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Soy, he sido y seré el que podría irse si quisiera pero acaba quedándose. Es cierto que me he ido de demasiados sitios, que fui más fugitivo que feliz, que de todo con todo me fui yendo. Ahora soy, sigo siendo, el que podría irse si quisiera pero ya no se va, ya ha decidido, sin decidir, quedarse. ... | |
Con sus pechos de pájaro que sembraban de estelas el océano y le robaban rumbos a la sed, sed a las aguas salían de los sueños a la pesa, buscaban la vida en los abismos azules y no hallaron un allí al que llegar, sino hondas islas, cofres de riesgo, tiburones tristes. Con sus pechos de pájaro ... | |
Yo necesito heridas para ser quien soy, flechas y fechas que se claven en mí, dolor sin causa para poder quejarme de mi destino, pena pretendida, martirio amado, sed de sangre, gozo de morir a mis manos enemigas que me desean muerto para amarme y desde mí me atacan ... | |
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Nacemos de la sed. Somos palmeras que van creciendo a fuerza de perder sus ramas. Y sus troncos son heridas, cicatrices que el viento y la luz cierran, cuando el tiempo, el que hace y el que pasa, ocupa el corazón y lo hace nido de pérdidas, erige en él su templo, su áspera columna. ... | |
Cuando las golondrinas enloquecen y rondan mi corona de ceniza, el olor de la lluvia o la voz que he perdido, ¿qué palabra hallarán? ¿qué espina buscan? De: La latitud de los caballos III Premio de Poesía | |
Me equivoqué de vida y la que llevo está escrita por nadie en una lengua que yo no comprendo. Cierro el libro y los ojos. No quiero ver la luz de lo negado. Como quien se equivoca de tren en otro libro me he equivocado de vida y no sé adonde me lleva esta sucesión de errores. ... | |
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Y tomados por barcos somos islas. Desiertas, intrincadas, ¿qué tesoros podemos ofrecer a quien no llega? Nuestra costa es difícil. Nuestro faro de voz en vez de luz asusta más que atrae y ningún marinero perdido en cualquier noche llegará a nuestras playas donde aún duelen las huellas ... | |
Yo que me fui de todos los lugares y no llegué a ninguno. Yo que olvidé los nombres y los rostros de quién amé, quién soy, hoy he llegado, cansado de mi, a ti. Yo que huí de la vida y de la huída y no salí jamás de la cárcel que soy, empiezo ahora a construir mi nido en nosotros, ... | |
Ahora y en la hora me queda de una vida que ya no llamo mía el olor de una vela que acaba de apagarse, humo sin llama ya que huele a templo sin fieles, a rosarios, a Virgen enjaulada rogando por nosotros, pecadores, como un jilguero santo, disecado, que va de casa en casa, de mano en mano, ... | |
La más íntima herida es heredada. El dónde, el cómo, el cuándo, la muerte, el nacimiento, lengua, familia, dios, época, amor: lo decisivo de lo que nos pasa, y los que somos, no es algo deseado ni elegido. Y pasamos la vida, sin embargo o por eso, creyendo que el deseo es nuestro dios ... | |
Armado de más miedo que valor me fui, en un mes de agosto, de safari mental. Cacé tigres que eran necesidades, trepé jirafas, admiré gacelas, avisté mi final, malherí un ñu, les pregunté por ti a los elefantes. Alguien me había dicho que la dicha era feroz, felina. Fui a buscarla. ... | |
Es triste que el destino de un hombre sea Sísifo, que hayamos de llevar sobre los hombros la misma piedra siempre, que parece ya nuestro pensamiento, y tropecemos en ella tantas veces como vidas quisiéramos tener y sin embargo. Es triste trepar riscos cargados de razón y dejarla caer ... | |
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I Todo en nosotros fluye como savia, como el agua de la palabra cuando, con acentro y sin él. Somos adverbios de lugar sin lugar.Nuestro caudal busca el mar y lo llama y no conoce las tierras que atraviesa, las ciudades que se miran en él, la sed, los puentes que lo salvan, ... | |
Has soñado con trenes incendiados en una tierra triste y estás triste. Ha llegado el momento de elegir entre ser un canalla o aprender a compartir sin paz y sin remedio la maravilla con la humillación. Todo es edad. Hay pájaros ahogados en la saliva con la que no cantan, voces sin almas, ... | |
Hijo de campesinos, fui educado en el mito y terror de las tormentas. Un rayo entró por una chimenea e incineró a un anciano que estaba haciendo pleita al amor de la lumbre. Un pedrisco cayó sobre un muchacho y le dejó abultada la cabeza, inservible. A mí me ha granizado encima y me lo creo. ... | |
a Edel Hay un toro de tierra extraviado dentro de cada uno de nosotros. A solas, sin descanso, sin manada, recorre el laberinto de las venas. Vaga como un presagio piel adentro y la luna lo asiste en su tristeza. No le teme a Teseo. Va buscando nuestra razón de ser y su destino, ... | |
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La casa estaba llena de animales muertos. La casa vacía donde vivo ahora estaba llena de animales muertos. Apestaba. Leones, tigres, águilas, camellos, toros, caballos, perros... yacían muertos en el comedor, el pasillo, el aseo, la cocina, mi propia habitación. Y de repente ... | |
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La vía son dos líneas paralelas -hierro aleado a huida- que conviven en grava y sueño, sed y travesaños. Toda vía viene del horizonte y en él se pierde como lo que importa. Toda vía es violenta, íntima como un tren que se retrasa. (Nada que no esté roto, nadie que no conozca la caída) ... | |
La espera es espiral, el remolino de la paz que va a pique aun sin caballos. La espera es una danza inmóvil y desnuda como un desierto que echara de menos sus oasis, su sed, sus espejismos. Es un planeta exhausto que gira alrededor de una promesa, una torre que es faro, minarete, ... | |
La danza está en los huesos. Los agita como a árboles sin fruto. Andenes, tumbos, años sin vuelta, arenas, humo de las horas, caricias, erosión y ley sudada. La danza está en los huesos blancos como el desierto o el insomnio, esqueletos exhaustos, luz sin fe. Las manos son gaviotas asustadas ... | |
Hay trenes que no acaban de llegar y trenes como el tiempo que nunca se detienen. Hay trenes que son dudas y trenes que no existen y tomamos. Trenes entre paréntesis, guardagujas en medio del desierto. Hay trenes inventados por la espera y trenes que atraviesan, vacíos y atrevidos, ... | |
Todo está preparado: la maleta, las camisas, los mapas, la fatua esperanza. Me estoy quitando el polvo de los párpados. Me he puesto en la solapa la rosa de los vientos. Todo está a punto: el mar, el aire, el atlas. Sólo me falta el cuándo, el adónde, un cuaderno de bitácora, cartas de marear, ... | |
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