GABRIEL IMPAGLIONE | |
He sido un pésimo estratega movimientos torpes con vencido caballo desbocado y tres peones alzando picas blasfemias en mi contra. Nunca supe darle buen destino a los alfiles las torres llenaron de escombros mis ángulos extraviados. He perdido la dama sin mover una pieza y el rey es apenas. ... | |
Cada niño partido cada madre cegada cada hombre astillado se lleva su estrella a otra hondura. Por eso la noche cae, clausurada como humo espeso en la Mesopotamia. Ha sucedido siempre bajo cualquier guerra. Las estrellas mueren bajo metralla. Y queda un infinito hueco ... | |
La muerte del pequeño Ahmed, la de sus padres, no fue asesinato. La sóla llama de estallido que calcinó los huesos hasta hacerlos ceniza inhallable no sirve como prueba del delito. Nadie escupió metralla sobre esa casa. Fue un daño colateral. El Primer Mundo, fraternalmente, ... | |
Con este oficio de pentagrama que me traes cuando entre mis brazos abandonas tu cuerpo en el oleaje de la noche quieta. Digo, con ésta ocupación de pulsar el canto que tú guardas, la dulce vibración de la sangre, la leve percusión de tus caderas. Digo, este milagro de tí ... | |
CUANDO ELLOS DICEN AMÉRICA Cuando ellos dicen América es distinto. No es la América de Bolívar y San Martín, de Martí, Sandino, Ernesto Che Guevara, la bella de Zapata, de Prestes, de Mariátegui, la América de nuestros abuelos de los barcos, la América raíz de nuestros pueblos originales. ... | |
de máquinas de triturar utopías, de bombas inteligentes y débitos automáticos, colocaré las tablas de mi mesa en cualquier calle para vocear a los cuatro vientos: se regalan palabras en desuso. Entonces de mano en mano alas manuscritas, olas abecedarias, rojos vendavales, ... | |
En esta ciruela llena de corrientes de roble y de vainilla la evocación de tus labios su cereza ofrecida la persistencia del aire manso de tu boca. Poema proporcionado por el autor | |
Descanso mis zapatos parado en el punto de partida. Aquí los cuatro vientos de tu nombre entrelazan manos reanudando las órbitas de tu ausencia. Alrededor del mundo circula tu recuerdo. Mi diminuta luna inexorable! Planeta que brilla siempre y que no alcanzo. ... | |
Dónde, Comandante, en qué foresta la gota de luz que no se acaba. Su feroz ternura acechando la hondura metálica de la noche más negra. Dónde, Comandante, dónde la raiz que zapa en el recóndito secreto de las sustancias y empuja como un tren como cien mil obreros como cientos de hijos ... | |
de estallido de lirios y crepúsculo, de risa y canto a manos llenas y dejarle la gravedad de los bolsillos a los recaudadores de impuestos, cederle el paso a los urgentes trujamanes del alboroto a sueldo. Empecinarse en la esperanza de brazos abiertos en la calle. banquete de marcha ingobernable. ... | |
En nombre de Dios la blasfemia y en cada asesinato una uña de Dios un pelo una arteria de Dios un palmo de alma pudriéndose de hipocresía. (Poema proporcionado por el autor) | |
He esperado no sé ya cuántos siglos hasta dar con la hora de tus ojos, labor de pincel para narrarte para dar testimonio de tu hondura. Obsesión intangible de guitarra de rumor de océano en tu nombre. Viento calendario repitiendo su voracidad llena de extravíos. Aquí tienes un hombre ... | |
De la muerte se embanderan los verdugos. Los fúnebres bronces que abundan, graves, en plazas y museos y cuarteles. (Allí hacen justicia las palomas) Para la muerte ya hay oradores brillantes, esbirros que se derraman en semen negro con sólo nombrarla. (Allí hacen justicia oídos sordos) ... | |
No supe su nombre, sería como tú y a veces en la boca un canto. Lo he visto entre bandadas o filos de azafrán soltar un basta, hablar de alguien como tú, sin conocerlo. Pidió justicia por un hombre parecido a ti. Él no te conocía o tal vez entre sus manos parecidas a las tuyas la misma rosa ... | |
No voy hasta ti, de tí regreso esperándote. Salgo de tu piel para abrazarte. Voy y vengo a tu alrededor y te celebro y me ensancho hasta ocuparte. Selección: el autor | |
Abrir los pasadizos secretos de las horas deshojadas, a tientas intentarlos, ocupando las manos, la terca voluntad de taladro, la inconsciencia empuñando el oficio de topo abecedario. En el final de cada túnel a veces, la poesía. Selección del autor | |
Resulta que se vive en fuga saltando de hora en hora de un intersticio al otro de las bombas. Luego el aire en bocanada que huele a matadero, a crematorio abierto a pais de amapolas quemadas por la rabia. En el trazo vertical de la plegaria se enhebra el futuro acribillado. A quien le importa ... | |
Será que maldecir libera de torres y grilletes, salva de los encantamientos de sus señorías a los poetas y giramundos montados en sus invenciones. Habrá que desgajarse lleno de blasfemia. Yo maldigo tú maldices él maldice. Habrá que volcarse como una gran copa apócrifa. ... |