JOSÉ DE DIEGO Y BENITEZ | |
Oh desgraciado, si el dolor te abate, si el cansancio tus miembros entumece; haz como el árbol seco: Reverdece; y como el germen enterrado: Late. Resurge, alienta, grita, anda, combate, vibra, ondula, retruena, resplandece... Haz como el río con la lluvia: ¡Crece! y como el mar contra la roca: ... | |
Surge, a un replique modulado en trino, del misterio floral en que reposa, la blanca Eucaristía, blanca rosa emergente del Cáliz purpurino. La espiga recibió el Cuerpo Divino, pero la vid su sangre generosa... ¡El trabajo y la lucha, en dolorosa íntima comunión de pan y vino! En el pecho del Cristo ... | |
En las orillas de los viejos ríos, que llevan sus corrientes rumorosas por los bosques recónditos y umbríos, nacen las pomarrosas pálidas, escondidas y aromosas, lejos del sol, como los versos míos.... En el suelo feraz, que al agua inunda, yérguese el tronco en la raíz profunda, ... | |
El Cerro de las Animas benditas se llama un montecillo de mi pueblo; extraño nombre que le dio la gente -- segun afirman los que saben de ello -- porque, como se eleva en grácil curva precisamente por detrás del templo, donde reciben el adios del mundo los que retornan de la tierra al seno, ... | |
Colgádme al pecho, después que muera, mi verde escudo en un relicario; cubridme todo con el sudario, con el sudario de tres colores de mi bandera. Sentada y triste habrá una Quimera sobre mi túmulo funerario... será un espíritu solitario en larga espera, en larga espera, en larga espera... ... |