HÉCTOR ROSALES | |
Límite impreso larva del símbolo ilimitado En ti el sonido del alma queda blindado Trinchera en el papel de la emoción escrita Recluta en tus hilos de tinta esta breve cita Antes que la olvide y antes que sea olvidado... | |
la actitud adversa de no visitarme hizo que viniera tu ausencia con más sinceridad que nunca por eso comprendí y le cerré la puerta... | |
me quedé recostado en el sur con el ceño arqueando distancias y precipicios abracadabra repetí por decenas en los cristales empañados la lengua de la burla escribía desafío y un duende metía la magia bajo los colchones... | |
acudir al episodio aliados a envolturas de infundios y a catálogos vencidos acudir como panales hurtados de miel aciagos casilleros de explosivos congénitos ranuras donde la confianza gastó sus monedas... | |
Aturdidos por tantos barrotes, tantos suplicios en áridos climas, viajamos sobre las letras fusiladas de los cuestionarios. En los ojos se han entreverado frágiles cortometrajes donde somos una esquina lluviosa... | |
Y te doy el hechizo de las eras en las doradas fechas de placidez fecunda. Y también el sello donde un ciervo salta entre dos cartas enviadas a regiones contrarias, equívocas. Los documentos están aquí; puedes incluir cualquier crepúsculo en estas fotos rancias... | |
En el mostrador anudó su actualidad, y el mar del tenebroso recipiente lo llevó, remo a vaso, vaso a remo, hasta la isla de marca similar. Las aves traían restos de navios, leves escudos de rutas diluidas. Para el infierno sobraban pasaportes, sobraban días... | |
Tijeras, tallos, pétalos, primer vals rosado de la brisa. Aquel perfume. Y lo que tanto amé sin salvación. El aire respirándome hasta hoy, sin saberlo... | |
La llovizna partió. En el cuarto, viejo baúl de la noche, nicho, mi vida se amontonaba. (Allí, recuerdos de sol nunca llegaron). Nadé hasta la última sombra donde el nombre no soporta su ventura: esperar lo imposible despacio. Hallé una corona... | |
He dormido un poco, abuelo, casi dos horas y conservo mi fusil. Me hice grande, según dicen las tinieblas. Estuve, estoy peleando como enseñaste y tengo los puños en tus puños todavía. Combatí contra el dolor cuando te fuiste, pero lo maté mal... | |
ciudad lejana ésta incalculable la risa de la nieve colindando viviendas y verdes montañas del amanecer mondadas tañen campanas horarias perforando el entorno de un bancoinvierno en el que tirito levemente a la espera de trenliteralargorrecorrido... | |
Debe ser el trigo. La parálisis de los caballos en la pradera inaccesible. Suena, resuena una voz fusilada en la carrera. (Nos llaman). No sé quién está escribiendo: cuidado con el arroyo, puede matar cual espejo. Debe ser el trigo. Las vencidas cortezas del viento... | |
Del ciprés enhiesto en la llanura los días afilan las sombras. La soledad, agachada, lo ve. Y huye sin querer que se lo nombren... | |
vinculado al espionaje bajo letras motivos del ser y el no ser descerraja con lápiz carcomido a madrugadas le pone lentes al espejo le pregunta rostros recurre al vértice oculto de la esfera y se sienta en el giro y escribe conmueve la pupila del crater... | |
Destacaba el fulgor desafiante del río en la noche clara Llevaba en su lomo luces camino a la escuela del alba Qué lacio trayecto de cristal desarraigando las sombras de la quebrada Llevaba en su lomo luces camino a la escuela del alba Mañana de luminosa ceremonia... | |
Puede ser la humilde vibración de las hojas del parral de un patio al sur, las hojas de un otoño que también amarillea la negada sonrisa de un cantor colgado de su sombra. Puede ser el humo de los viejos barcos escribiendo adioses en los cielos de plomo... | |
Escuché los gritos de los árboles en el incendio, el reseco bramido de la humareda, la coral fundida del bosque fraterno. Quedé solo. Nada pude hacer. Ni la primavera, oyente de luto, viuda inesperada. Años, aves, albas, vientos, todos fuimos hojas... | |
El paraguas en el piso, desmayado en su estatura negra, me había dicho: lo siento . Advierte el cristal un ave que con ademanes blancos vuela persignando el cielo. Por demolidas parcelas del alma llueven plumas tiznadas de quejas... | |
¿Y qué verdad es posible si existe la muerte? André Bretón ese señor el de allí diseña lápidas también esculpe mármoles hasta darles durables ornamentos donde otros seres colocarán memorias trituradas y ramos y rocíos... | |
Esta llave rota en el velero. El agua, tromba mutilante. Evocadoras nubes derramadas. Talado trayecto. Esta cerradura de mi alma... | |
este balbuceo de las hojas puede ser excusa de lo que hay tras la nuca del monte y no se deja mirar puede ser boceto del epitafio de algo que no se podrá evitar este balbuceo de las hojas... | |
Transpiró una hoja sobre el muro de las horas: quedó escrita una gota de lápiz. Fue una mancha gris, una figura estrellada sin universo, de las miradas de los caminantes ajena. Iba en un ómnibus. A mi lado surgió la mancha, en el vestido con flores de una mujer... | |
uno ya sabe que estos colores de mañana traen tersos arroyos donde tu rúbrica orilleando augurios se traslada hay verdeoscuro que contigo habló de otros tallos con hojas flores frutas que amaste antes de que talaran los estíos... | |
Esa larga bufanda de arena que calienta mi andar, estirada junto a los líquidos umbrales, tiene alas. Ellas se llevan los pesares somnolientos que verano ha reunido en su casa. Anónima entonces el alma, libre, más liviana. ¿Qué quedó de mí en esta franja?... | |
en la cárcel de la memoria no existe lavabo... | |
Ocurrimos cuando vencía el dilema, el acoso del desorden, las malas noticias. Nos bautizaron con un signo de interrogación en la frente baldía. En algunos casos amor encendió los signos por unos u otros extremos y el humo que se formó en el espiral... | |
Sonríe la doncella del palacio de mosaicos de nácar. La belleza asomada al infinito. A la espalda, mal dormida, porta mi deseo una daga que no acepta orden ni espejo, que amenázame también, como si yo fuese otro, un muelle ciego donde atracar su sino. La sonrisa dice sí, comencemos tras la patria ... | |
La demora, enhiesta en su altivez torturante, cuidadosa perfora, una a una, las hojas del instante. Es como si niños con un control remoto estuviesen jugándome al desgaste. Arrollarse en el frío ademán del aire; comprimirse en la esencia de la angustia y ver desde muy lejos mustia la ilusión ... | |
las nubes perforan la lámina de la bóveda y raptan algunos objetos de valor con ellos financian a la dama vestuario provisorio simulando alba Hermosa... | |
hacia dentro de ti, hacia dentro de ticanto la grieta del mástil de los huesosPaul Celan Parte la punta el lápiz en el pulcro papel. La llanura blanca, de oscuro relámpago atravesada, calla doblemente. A tientas la montaña oyente se mueve hacia el huerto. Cabañas distantes sepultan al corazón de ... | |
en la segunda puerta de casa de brazos cruzados y de pie esperando la muerte le telefoneo y aviso que llegaré tarde que no se preocupe que duerma me contesta: no me moveré de aquí mi pausa temblorosa y prolongada no sabe qué dec(...)ir... | |
De un signo en el espacioscuro, acercar la lámpara que bese los ojos y enmudezca. De un sonido a otro, el abrazo victorioso sobre aullidos y materia insuficientes. De un pájaro (tan sólo una pluma entintada en las tormentas) matar dos, tres, todos los tiros... | |
Sin mediar modelo, aunque con visos de rumor antiquísimo, he oído rezar en el fondo de algunos volcanes extinguidos. Escorados haciallí, los ángeles entendían sin extender traducción. Taimados, seguían mostrando haciabajo cálices desprovistos del alivio... | |
Hubo un antiguo liceo, unos cuadernos que forraste con las frases que más te protegían. Y hubo invierno en aceras encogidas hacia única puerta de colores reglamentarios. Los ómnibus les hacían transfusiones a las aulas, las asignaturas se barajaban con urgencias cotidianas. ... | |
y atenazado a los rituales cuando el pregón de la existencia se instala en la cúpula del proceder repetido sin análisis volveré a decir buenos días cómo está Ud. y me responderán más o menos lo mismo de las opciones exteriores que rondarán mi navío epidérmico... | |
los ciclistas en marte adquieren grandes velocidades sus robustas anatomías gozan perenne juventud persistentes carreteras de estos marcianos deportistas cuentan que algunos constantemente corren fuga inusitada según superstición... | |
En este espacio quedó el dolor citado, en esta misma arruga cultivó la muerte su itinerario. Aquel cuadro pertenece al Suicidio, el famoso pintor que vivió en tantos estados. Si miran a la derecha encontrarán la cocina del pánico... | |
Ciego, escucho al mar extendido en tu ausencia. Las voces de la noche se suman a la negra vocación del agua. (Creo que están raspando a los astros mayores con el eco punzante de tu nombre). Dicen que un trapecista sin piernas apenas se mantiene en una cuerda... | |
Estuve barriendo los emblemas del otoño en la antesala de este lunes. Aroma de un clima tuyo agrupaba hojas en orquesta. Ocres letanías a la manera de un destierro. Le crecían barrotes al jardín donde te amé. ¿Quién permanece en el jadeo que la fuente rememora?... | |
Se prohíbe pegar carteles en la tarde. (Proclama el cartel, pegado a un poste también imperativo). En los portales yo escribo lunas nuevas y viejas. Prominentes paredes, oscuras siempre, cubren a los postes con la dificultad de hallar mis letras... | |
Emana de la espera un clamor acompasado a delito La condena es quedar en el mismo sitio... | |
Mi padre tiene mil años que reverdecidos se posan en mi hombro. Yo soy mi hijo y he nacido un poco más tarde. Acabamos de llegar a la sustancia vivificadora del invierno, al reducto de arroz que impulsa nuestro vuelo alimentándolo. No reposamos... | |
Al costado de la estación, alborotados, los grillos expresan cánticos ancestrales, legados de la hierba. Los viajeros llegarán y se irán explorando madrugadas polvorientas, donde una compañía les seguirá sin que la vean. (El sonido verde de la espera)... | |
Canto con voz de tez dañada en esta soga de papel, canto a los puertos imposibles donde vive lo que tanto nos falta, y canto para vos, hermano timonel del mismo rumbo inmundo en que nos tocó perder. Canto con la rebeldía diezmada en los versos... | |
Precocidad maldita, dijera bajo el parral, en el patio dominado por lucero el anciano interpretando mi tensa vigilia. Las luces vegetales eran niños durmiendo arriba, en redondas gravedades negras. Precocidad maldita, tenía razón. El otoño ya me estaba doliendo... | |
terminará el frenesí de neón los lagartos incendiados la exigencia y el mudo programa de radio terminará la coreografía del chubasco el libro sin letras la escalera el diálogo violeta entre rayuelas y quedará algo que decir y habrá una desazón soldada muy adentro... | |
Para que la incisiva lontananza retornara a siestas de adoquines y encontrase de mis ojos aquellos acuosos asilos de jazmín y bandoneón. Allá, en la madrenuestra calle que enfocó al firmamento a través del tajo de un muro abatido. Donde toman todavía sales extranjeras los días sin vivaces ... | |
Levantaste la copa de vino. De tu sed vinieron uvas que bebieron de lluvias y noches engordando racimos color azabache; uvas que ahora son ríos que cantan su muerte presurosa en tus labios... | |
un caracol ya basta para contagiar de lentitud el tallo por el que viaja y además expandir su influencia paulatina en ramas hojas corolas la planta toda hay situaciones en que por rostro de extraño viandante hallamos un rictus forzado atajando el malestar... |
OTROS POETAS EN LA VOZ DE HÉCTOR ROSALES |
De César Vallejo
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Amanece lloviendo. Bien peinada la mañana chorrea el pelo fino. Melancolía está amarrada; y en mal asfaltado oxidente de muebles hindúes, vira, se asienta apenas el destino. Cielos de puna descorazonada por gran amor, los cielos de platino, torvos de imposible... |
De Saúl Pérez Gadea
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Camino bajo el sol, los pensamientos quemados por la luz de un claro día. Una rueda descansa en mis ideas, una grieta el amor abre en sí mismo: tierra roja hasta ser sangre quemada, verde horizonte de escarpada loma sobre el cansancio de algún mal antiguo... |
De Vicente Basso Maglio
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Alísame el oleaje; la dura sal aparta Del suelo de la mar... Abiertos sobre músicas Llevemos estos rudos días de grandes mástiles Hacia donde abrazamos las alegres cinturas! Marineros llegados a los pozos azules Se ponen a soñar sobre el viejo ancladero... |
De Rafael Olivares Figueroa
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Pelota de hilo: las lenguas en tu hilo van a enredarse. (¡Ruede la pelota, ruede, fuerza es que así se desate!) Soñaba la caracola que tenía presos los mares, y el arroyo le decía: Asómate a mis cristales . Se rompió la caracola. El arroyo secó el aire. ¡Pobre canción, que no tiene alas para remontarse!... |
De Arturo Torres Rioseco
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Esta triste gaviota desolada, sonora de silencios y de viajes, nieve de espumas y oro de oleajes, prodigiosa de fuegos coronada, vuela como una niña atormentada entre claros cristales y mirajes, tristeza congelada en los paisajes, de alguna playa ausente y destrozada... |
De Saúl Ibargoyen
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Cuando regrese a la casa que habitó tu hermosura, antes que yo mis castigados pies querrán llegar, y peinaré los cabellos no segados por el tiempo y quitaré de mis ropas las lluvias que el viento secó. Las mismas letras formarán el nombre de esta calle... |
De José Ramón Medina
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Decimos: no hay paz, no hay descanso para estas pobres manos, para estos pies con prisa, para este pecho solo. Y tú callas, solemne, en tu grandeza. Decimos: estas horas suenan a tiempo muerto, las hojas del verano recuerdan la tristeza, y no hay un césped nuevo para echarnos a andar... |
De Roberto Juarroz
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El amor empieza cuando se rompen los dedos y se dan vuelta las solapas del traje, cuando ya no hace falta pero tampoco sobra la vejez de mirarse, cuando la torre de los recuerdos, baja o alta, se agacha hasta la sangre... |
De Vicente Aleixandre
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El pie desnudo. Sólo su huella; sólo el leve trasunto. Aquí el perfume estuvo. ¡Quién pudiera seguirte, aire que un día arrebataste la última sospecha de una carne! Huella desnuda, intacta. Plinto de mi deseo, donde hoy se yergue entera la irrenunciable estatua... |
De Vicente Aleixandre
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Leve, ingrávida apenas, la sandalia. Pisadas sin carne. Diosa sola, demanda a un mundo planta para su cuerpo, arriba solar. No cabellera digáis; cabello ardiente. Decid sandalia, leve pisada; decid sólo, no tierra, grama dulce que cruje a ese destello, tan suave que la adora cuando... |
De Pablo Neruda
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De consumida sal y garganta en peligro están hechas las rosas del océano solo, el agua rota sin embargo, y pájaros temibles, y no hay sino la noche acompañada del día, y el día acompañado de un refugio, de una pezuña, del silencio. En el silencio crece el viento con su hoja única... |
De Eduardo Cote Lamus
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Todo se va cayendo, todo es piedra, molino que cambia aire por harina como el hombre es igual a lo que anhela. Todo se va cayendo, todo es plomo que cae ceniciento por la piel. Y todo va cayendo al miedo. Alguien usa la voz como perfume: cae sobre su sombra y la destruye, cae envuelto de pasión sobre sus pasos... |
De Pedro Piccatto
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Era un viento infantil, era una aurora en alas, era una prisa pura y sin deleite, era un dibujo hablando para el agua, era el agua tocada y no tocada, el agua sin comienzo, azul, velada, el agua entre rumores. Era un solo de naranja persiguiendo el mapa aéreo de las mariposas... |
De Julio Barrenechea
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Tocan las sombras del ciego y sale luz de la flauta. Brilla el filo de la esquina gracias a la luz que canta. Para la pena se fuma y el ciego fuma en la flauta. Su canción es en la noche, una lucecilla blanca. Música triste, encendida en el final de la flauta. (Por la noche de los cielos se enciende la luna blanca... |
De Roberto Juarroz
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Hay mensajes cuyo destino es la pérdida, palabras anteriores o posteriores a su destinatario, imágenes que saltan del otro lado de la visión, signos que apuntan más arriba o más abajo de su blanco, señales sin código, mensajes envueltos por otros mensajes, gestos que chocan contra la... |
De Roberto Juarroz
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He encontrado el lugar justo donde se ponen las manos, a la vez mayor y menor que ellas mismas. He encontrado el lugar donde las manos son todo lo que son y también algo más. Pero allí no he encontrado algo que estaba seguro de encontrar: otras manos esperando las mías. Selección:... |
De Rafael Alberti
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Lejos, lejos. Adonde las estancias olvidan guantes de polvo y las consolas sueñan párpados y nombres ya idos. Un sombrero se hastía y unos lazos sin bucles se cansan. Si las violetas se aburren, es porque están nostálgicas de moaré y abanicos. Lejos, más lejos... |
De Saúl Pérez Gadea
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Sobre las moradas pasa la luz rasante del despertar. El cuarzo de la profundidad se desnuda en las orillas para vestir las ropas del residuo. Se levanta la custodia del sueño, los días pasan a la calle de quien paga, al plato de sal de cada vientre, al ácido en el metal de los andenes... |
De Héctor Rojas Erazo
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A un ruido vago, a una sorpresa en los armarios, la casa era más nuestra, buscaba nuestro aliento como el susto de un niño. Por sobre los objetos era un tibio rumor, una espina, una mano, cruzando las alcobas y encendiendo su lumbre furtiva en los rincones... |
De Augusto Arias
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Sentir como el perfume de las cosas ya idas: que se prolonga el eco de la fuente callada que se pierden las rosas y las hojas caídas y se esfuma el instante de la aurora apagada... La vida va quedando en el camino largo... de la vendimia loca la rosa deshojada, la evocación sincera para el minuto amargo... |
De Manuel Bandeira
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Morir morir de cuerpo y de alma. Completamente... Morir sin dejar el triste despojo de la carne, la exangüe máscara de cera rodeada de flores, que se pudrirán ¡felices! en un día, bañada de lágrimas nacidas menos de la nostalgia que del espanto de la muerte. Morir sin dejar siquiera un alma errante camino del cielo... |
De Rolando Faget
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Quién te diera el ayer nuevo sin uso quién te dijera es tuyo ahora todo el tiempo que usaste irreflexivamente para no arrepentirte de haberlo malgastado para construir de veras para no ir deshaciendo. Quién te diera el ayer un cielo entero la luz de los domingos en verano el agua, el... |
De Mario Benedetti
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La tristeza es un don / cosecha al paso contrición prometida en otro instante o presagio de sombras y no obstante no es penuria ni abismo ni fracaso si la tristeza es don no es don escaso cuando acude a la noche del amante o se enfrenta a la muerte... |
De Juan Cunha
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Lejos la ciudad lejos Lejos su absurda rueda dura girando sin sentido Ah la ciudad sin pájaros libres ni horizontes Y tan sólo en lo más alto de las torres un poco de ansia del cielo La ciudad que es una hélice vacía enloquecida de movimiento Ah la ciudad que cierra el alma con sus frías sucias manos... |
De Liber Falco
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Qué me dio Dios para gastar, qué?, que no entiendo. Esta alegría, esta tristeza, dadme para gastarla un mar. Dadme la vida, padre, tú, dadme la muerte. Dadme el tiempo ido y dadme el que vendrá. Dadme cantar y cantando verterme como un río, por estas calles hacia el mar. De: Días y... |
De Fernán Silva Valdés
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Son cuatrocientos potros trotando, trotando, trotando. Van como una tormenta hecha de un trueno largo y de una nube parda ; los cuatrocientos potros casi todos de pelos oscuros van como una tormenta con relámpagos tordillos blancos. Jinetes en caballos ha tiempo arrocinados... |
De Rolando Faget
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cada casa encontrada toda calle que tenga un nombre antiguo sol / retama la madreselva aún cierta capilla el fino atardecer del arrabalde crepusculea aún y hay sol entero ardiente invierno pueblo aquestas gentes aquel la hermana aquel la río comarca de sol de invierno hirviente pueblo entero comarca el alto ocre ... |
De Pedro Piccatto
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Melodía de darnos la sagrada melodía de darnos. Ese es el gran acierto de las almas. Es llevar para siempre en nuestra vida el esplendor abierto de una fruta... |
De Jorge Carrera Andrade
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Habito un edificio de naipes, una casa de arena, un castillo en el aire y paso los minutos esperando el derrumbe del muro, la llegada del rayo, el correo celeste con la final noticia, la sentencia que vuela en una avispa, la orden como un látigo de sangre dispersando en el viento una ceniza de ángeles... |
De Stella Sierra
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El viento peina la sombra que se ha mojado de luna. La luna besa la huella de su esperanza desnuda. ¡Media luna de los vientos, media luna de la espuma.....! (¡La sombra dejó olvidado su peine de media luna....!) En el cáliz de un lucero una ojera azul fulgura. El viento peina la sombra que se ha mojado de luna... |
De Sebastián Salazar Bondy
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Recuerdo en Lima una mujer, una cansada sombra de pordiosera que juntaba perro a perro como los frutos de su vientre. Eran canes de paso, animales manchados, negros, hoscos, melancólicos hijos que la escuchaban en el suelo y lamían su mano agradecidos de una llaga, un harapo mejor, un simple hueso... |
De Carlos Martín
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Arregla los papeles. Es ya tiempo. No temas al rigor del invierno. Aún hay fuego. Arde un rescoldo de amor y al fulgor de la tarde nacen aún los besos, los poemas. Después de todo, mira, no importa, hemos vivido al borde cotidiano del asombro, una mirada basta, la voz con que te nombro... |
De Saúl Pérez Gadea
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Hoy miro con mis antiguos ojos este lugar donde pasó la infancia. Tierra inmaterial tejida y sola que combate a la muerte con miradas. Tantos años cruzaron, tantas lluvias cavaron el jardín de esta llorada, de esta querida al fin tierra sin dueño, montón sobre montón, que ya no es nada. Déjame poner la frente sobre el polvo... |
De Pedro Piccatto
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Para cuando el jacinto encienda el aire y la sangre desdeñe su hora mala, el agua fácil de estas evidencias: El agua fácil de estas evidencias para cuando no creas. (EVIDENCIAS, I) De: Las... |
De Enrique Casaravilla Lemos
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De cuando en cuando voy a ver los dragones de la tristeza mohosos y llenos de años! Viven dentro de una quinta maravillosa, (cuya historiasólo los libros de cuentos saben explicar) Más allá de las verjas casi circulares, de una quinta oculta y secreta: plateados y verdosos... |
De Eugenio Florit
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Estas noches así basta la luna que redonda en su luz sube a los altos cielos sin prisa, tan segura, de brillar y morir para mañana volver sobre este cielo en que la vemos. No basta, a veces, con mirar un árbol estas noches así, trémulo y solo, tan seguro de hojas y de pájaros y de un beso del sol a la mañana; de renacer a cada primavera... |
De Roberto Ibáñez
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Hacia una soledad que no lastime, desando con mis lágrimas el viento. Inocente y odiada, me prohíbo la pequeña alegría de un jilguero o el rumor de una abeja distraída, ya nunca más abeja entre mis dedos. Un caballo me mira para siempre. Lacra en mis pies su lengua un perro ciego. Me ve una hoja y piensa en el otoño... |
De Flavio Herrera
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Esa voz de pájaro equívoco entre pájaro y recuerdo... El buche, herido de aurora. la pluma, azul de distancia. Si pájaro... o si recuerdo, gloria ilesa de agua pura con sol, música del alba. Armonía sin clausura. De: Palo Verde: Ella en Hai Kais |
De Pedro Piccatto
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Una campana y tres calandrias toman mi corazón, (éste sólo de aljaba) y lo reparten: mitad para la niña y el anillo algo para la estatua y la limosna, y lo demás al naranjal y al viento. (MALVA VI) De: Las... |
De Roberto Juarroz
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Vaivén de la ternura, que llega o se retira como el sueño en un niño, manejando distancias que se acortan o alargan sin cambiar de medida. El encuentro y la separación usan el mismo espacio, que despierta a veces hacia un lado y a veces hacia el otro, como un hombre en su lecho,... |
De Juan Lozano y Lozano
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Y nunca te canté! Con graves palabras me dirás: Yo no te inspiro . No, no es que falte inspiración, tú sabes, es que las cosas que a decirte aspiro son de aquellas tan hondamente suaves que, menos que una voz, son un suspiro... |
De Carlos Barral
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Y tú amor mío, ¿agradeces conmigo las generosas ocasiones que la mar nos deparaba de estar juntos? ¿Tú te acuerdas, casi en el tacto, como yo, de la caricia intranquila entre dos maniobras, del temblor de tus pechos en la camisa abierta cara al viento? Y de las tardes sosegadas,... |
OTROS POETAS EN VIDEO POR HÉCTOR ROSALES |
De Saúl Ibargoyen
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Cuando regrese a la casa que habitó tu hermosura, antes que yo mis castigados pies querrán llegar, y peinaré los cabellos no segados por el tiempo y quitaré de mis ropas las lluvias que el viento secó. Las mismas letras formarán el nombre de esta calle... |
De Juan Ramón Jiménez
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Lo querían matar los iguales porque era distinto. Si veis un pájaro distinto, tiradlo; si veis un monte distinto, caedlo; si veis un camino distinto, cortadlo; si veis una rosa distinta, deshojadla; si veis un río distinto, cegadlo... si veis un hombre distinto, matadlo. ¿Y el sol y la luna dando en lo distinto? Altura, olor, largor, frescura, cantar, vivir distinto de lo distinto; lo que seas, que eres distinto (monte, camino, rosa, río, pájaro, hombre)... |
De Mario Benedetti
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La tristeza es un don / cosecha al paso contrición prometida en otro instante o presagio de sombras y no obstante no es penuria ni abismo ni fracaso si la tristeza es don no es don escaso cuando acude a la noche del amante o se enfrenta a la muerte... |
De Rolando Faget
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cada casa encontrada toda calle que tenga un nombre antiguo sol / retama la madreselva aún cierta capilla el fino atardecer del arrabalde crepusculea aún y hay sol entero ardiente invierno pueblo aquestas gentes aquel la hermana... |
De Pedro Piccatto
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Melodía de darnos... la sagrada melodía de darnos. Ese es el gran acierto de las almas. Es llevar para siempre en nuestra vida el esplendor abierto de una fruta... |
De Pedro Piccatto
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Para cuando el jacinto encienda el aire y la sangre desdeñe su hora mala, el agua fácil de estas evidencias: El agua fácil de estas evidencias para cuando no creas... |
De Saúl Ibargoyen
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Están allí pueden ser vistas o imaginadas fuera de sus caminos o rumbos o carreteras o calles habituales o montañas o playas. Están allí con sus millones de décadas atrapadas en moléculas que giran en su propio vacío: hecho con la nada de incontables vacíos... |
De Carlos Barral
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Y tú amor mío, ¿agradeces conmigo las generosas ocasiones que la mar nos deparaba de estar juntos? ¿Tú te acuerdas, casi en el tacto, como yo, de la caricia intranquila entre dos maniobras, del temblor de tus pechos en la camisa... |
PÁGINA DEDICADA A HÉCTOR ROSALES EN PALABRA VIRTUAL |
LIBROS EN PDF DE HÉCTOR ROSALES EN PALABRA VIRTUAL |
Desvuelo | |
Cuatro postales de Suecia (plaquette) | |
Visiones y agonías | |
Doce epigramas a mano (plaquette) nuevo | |
Cuatro poemas inéditos (plaquette) nuevo | |