JOSEFA PARRA RAMOS | |
No podríais entenderlo. No cabía mi deseo en sus espacios, la desbordaba como a un arroyuelo. Yo, lluvia; yo, torrente. Era desolador verla desnuda, mínima y frágil, tras cada combate, exhausta y triste carne de suspiros. No bastaban sus pechos. Me clavaba las uñas en las palmas ... | |
Como bellas estatuas gemelas. Los nombres se entrelazan sin recato. Desnudos, bien sé que la locura os posee igualmente, que las mismas salvajes laderas os recorren los cuerpos adorables, oscurísimos cuerpos donde el rizado vello se vuelve en contra mía con el olor del ámbar ... | |
Quitadme incluso el mar; incluso el apretado cauce de los arroyos, las acequias ruidosas de insectos, los estanques donde los peces muerden la soledad del agua; quitadme la tormenta, los carriles de lluvia resbalando en el vidrio, el rocío que preña de gotas los jarales, ... | |
Déjate aniquilar por la aguda, amarilla luz de los girasoles, deja que el sol de junio te hiera y te maltrate con agujas de oro. Descansa del amor en un dolor más alto, muérete del deseo que gime en las raíces y sustenta a las plantas. Al fin, no es ningún mérito la angustia; ... | |
Si, al final, ha de comer la tierra tus delicados huesos, y ha de dormir tu boca como una orquídea tierna debajo de raíces y lianas, qué importa que estés tan descubierto y accesible, que encauces tu saliva en otros surcos, que te des a pedazos cada noche como Profana, y Cruel, ... |