JUAN JOSÉ DOMENCHINA | |
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Es la noche sin fin, la desvelada noche, que con sus filos de cuchilla implacable recorta en amarilla muerte, nuestra silueta enajenada. Vivir, cuando vivir no vale nada, equivale a sembrar, con la semilla infecunda, el dolor, que tanto humilla; de una existencia rota y postergada. Y... | |
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En las cenizas de mi voz apuro un rescoldo de lumbre que no es mío. Estoy al sol y solo con mi frío de sombra deslizada por un muro. Pendo, como de un garfio, de mi duro perfil, que el sol incrusta en un baldío rencor de cal y canto... | |
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Mis plantas, estas plantas de impreciso paso sin huella, errantes por el suelo... Ayer anduve firme, y hoy no suelo sentirme las pisadas cuando piso. Anduve firme cuando Dios lo quiso. En mi solar dejaba sin recelo bien asentado el pie que en vilo, en vuelo hoy va, entre dos... | |
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Una vez más tu piel, tu desprendida piel de reptil, se pudre en el sendero, junto al descamisado pordiosero que nos viene a vender la nueva vida. Con plantas sin raíces, mal prendida a la derrota de su derrotero, va el paso peregrino del romero extático en su punto de partida... |