テ¨GEL GONZテ´EZ | |
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A veces, las palabras se posan sobre las cosas como una mariposa sobre una flor, y las recubren de colores nuevos. Sin embargo, cuando pienso en tu nombre, eres tテコ quien le da a la palabra color, aroma, vida. ツソQuテゥ serテュa tu nombre sin ti? Igual que la palabra rosa sin la rosa... | |
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Siempre alguna mujer me llevo de la nariz (para no hacer menciテウn de otros apテゥndices). Anillado como un mono domテゥstico, salte de cama en cama. ツ。Cuテ。nta zalema alegre, quテゥ equilibrios tal altos y difテュciles, quテゥ acrobacias tan テ。giles, quテゥ risa! Aunque era un espectテ。culo hilarante, hubo... | |
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Ayer fue miテゥrcoles toda la maテアana. Por la tarde cambiテウ: se puso casi lunes, la tristeza invadiテウ los corazones y hubo un claro movimiento de de pテ。nico hacia los tranvテュas que llevan los baテアistas hasta el rテュo. A eso de la siete cruzテウ el cielo una lenta avioneta, y ni los niテアos la miraron... | |
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Cuando es invierno en el mar del Norte es verano en Valparaテュso. Los barcos hacen sonar sus sirenas al entrar en el puerto de Bremen con jirones de niebla y de hielo en sus cabos, mientras los baladros soleados arrastran por la superficie del Pacテュfico sur bellas baテアistas... | |
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Cテウmo serテゥ yo cuando no sea yo? Cuando el tiempo haya modificado mi estructura, y mi cuerpo sea otro, otra mi sangre, otros mis ojos y otros mis cabellos. Pensarテゥ en ti, tal vez. Seguramente, mis sucesivos cuerpos prolongテ。ndome, vivo, hacia la muerte se pasarテ。n de mano en mano... | |
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Cuando estoy en Madrid, las cucarachas de mi casa protestan porque leo por las noches. La luz no las anima a salir de sus escondrijos, y pierden de ese modo la oportunidad de pasearse por mi dormitorio, lugar hacia el que por oscuras razones , se sienten irresistiblemente atraテュdas... | |
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De vosotros, los jテウvenes, espero no menos cosas grandes que las que realizaron vuestros antepasados. Os entrego una herencia grandiosa: sostenedla. Amparad ese rテュo de sangre, sujetad con segura mano el tronco de caballos viejテュsimos, pero aテコn poderosos... | |
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Entonces, en los atardeceres de verano, el viento traテュa desde el campo hasta mi calle un inestable olor a establo y a hierba susurrante como un rテュo que entraba con su canto y con su aroma en las riberas pテ。lidas del sueテアo. Ecos remotos, sones desprendidos de aquel rumor, hilos de una... | |
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Esperanza, araテアa negra del atardecer. Te paras no lejos de mi cuerpo abandonado, andas en torno a mテュ, tejiendo, rテ。pida, inconsistentes hilos invisibles, te acercas, obstinada, y me acaricias casi con tu sombra pesada y leve a un tiempo. Agazapada bajo las piedras y las horas,... | |
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Durante muchos siglos la costumbre fue テゥsta: aleccionar al hombre con historias a cargo de animales de voz docta, de solemne ademテ。n o astutas tretas, tercos en la maldad y en la codicia o necios como el ser al que glosaban. La humanidad les debe parte de su virtud y su sapiencia a asnos... | |
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Si yo fuese Dios y tuviese el secreto, harテュa un ser exacto a ti; lo probarテュa (a la manera de los panaderos cuando prueban el pan, es decir: con la boca), y si ese sabor fuese igual al tuyo, o sea tu mismo olor, y tu manera de sonreテュr, y de guardar silencio... | |
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Me he quedado sin pulso y sin aliento separado de ti. Cuando respiro, el aire se me vuelve en un suspiro y en polvo el corazテウn de desaliento. No es que sienta tu ausencia el sentimiento. Es que la siente el cuerpo. No te miro. No te puedo tocar por mテ。s que estiro los brazos como un... | |
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Meriendo algunas tardes: no todas tienen pulpa comestible. Si estoy junto a la mar muerdo primero los acantilados, luego las nubes cテ。rdenas y el cielo escupo las gaviotas , y para postre dejo las baテアistas jugando a la pelota y despeinadas. Si estoy en la ciudad meriendo tarde a... | |
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Yo sテゥ que existo porque tテコ me imaginas. Soy alto porque tテコ me crees alto, y limpio porque tテコ me miras con buenos ojos, con mirada limpia. Tu pensamiento me hace inteligente, y en tu sencilla ternura, yo soy tambiテゥn sencillo y bondadoso. Pero si tテコ me olvidas quedarテゥ muerto sin que... | |
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Para que yo me llame テ]gel Gonzテ。lez, para que mi ser pese sobre el suelo fue necesario un ancho espacio y un largo tiempo: hombres de todo mar y toda tierra, fテゥrtiles vientres de mujer, y cuerpos y mas cuerpos, fundiテゥndose incesantes en otro cuerpo nuevo. Solsticios y equinoccios... | |
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Recuerdo bien a mi madre. Tenテュa miedo del viento, era pequeテアa de estatura, le asustaban los truenos, y las guerras siempre estaba temiテゥndolas de lejos, desde antes de la テコltima ruptura del Tratado suscrito por todos los ministros de asuntos exteriores. Recuerdo que yo no comprendテュa... |