RAM脫N L脫PEZ VELARDE | |
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![]() | Mejor ser谩 no regresar al pueblo, al ed茅n subvertido que se calla en la mutilaci贸n de la metralla. Hasta los fresnos mancos, los dignatarios de c煤pula oronda, han de rodar las quejas de la torre acribillada en los vientos de fronda. Y la fusiler铆a grab贸 en la cal de todas las paredes... |
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![]() | Hoy como nunca, me enamoras y me entristeces; si queda en m铆 una l谩grima, yo la excito a que lave nuestras dos lobregueces. Hoy, como nunca, urge que tu paz me presida; pero ya tu garganta solo es una sufrida blancura, que se asfixia bajo toses y toses, y toda tu una ep铆stola de... |
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![]() | Me impongo la costosa penitencia de no mirarte en d铆as y d铆as, porque mis ojos, cuando por fin te miren, se aneguen en tu esencia como si naufragasen en un golfo de p煤rpura, de melod铆a y de vehemencia. Pasa el lunes, y el martes, y el mi茅rcoles... Yo sufro tu eclipse 隆oh criatura... |
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![]() | Proemio Yo que solo cant茅 de la exquisita partitura del 铆ntimo decoro, alzo la voz a la mitad del foro a la manera del tenor que imita la gutural modulaci贸n del bajo, para cortar a la epopeya un gajo. Navegar茅 por las olas civiles con remos que no pesan, porque van como los brazos... |
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![]() | Imaginas acaso la amargura que hay en no convivir los episodios de tu vida pura? Me est谩 vedado conseguir que el viento y la llovizna sean comedidos con tu pelo casta帽o. Me est谩 vedado o铆r en los latidos de tu paciente coraz贸n (sagrario de dolor y clemencia) la f贸rmula escondida de mi propia existencia... |
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![]() | Mi coraz贸n, leal, se amerita en la sombra. Yo lo sacara al d铆a, como lengua de fuego que se saca de un 铆nfimo purgatorio a la luz; y al o铆rlo batir su c谩rcel, yo me anego y me hundo en ternura remordida de un padre que siente, entre sus brazos, latir un hijo ciego. Mi coraz贸n, leal, se amerita en la sombra... |
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![]() | Mi madrina invitaba a mi prima Agueda a que pasara el d铆a con nosotros, y mi prima llegaba con un contradictorio prestigio de almid贸n y de temible luto ceremonioso. Agueda aparec铆a, resonante de almid贸n, y sus ojos verdes y sus mejillas rubicundas me proteg铆an contra el pavoroso luto... |
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![]() | Si yo jam谩s hubiera salido de mi villa, con una santa esposa tendr铆a el refrigerio de conocer el mundo por un solo hemisferio. Tendr铆a, entre corceles y aperos de labranza, a Ella, como octava bienaventuranza. Quiz谩 tuviera dos hijos, y los tendr铆a sin un remordimiento ni una... |
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![]() | Y pensar que extraviamos la senda milagrosa en que se hubiera abierto nuestra ilusi贸n, como perenne rosa. Y pensar que pudimos, enlazar nuestras manos y apurar en un beso la comuni贸n de f茅rtiles veranos. Y pensar que pudimos, en una onda secreta de embriaguez, deslizarnos, valsando... |