MATILDE ALBA SWANN | |
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De un bosque donde crecen nomás cunas, mi madre cortó un columpio dulce, maduro para el tiempo primero de mi infancia. Juntó flores de luna dormidas en el agua, mi madre y me las trajo, con un azul silencio robado de algún sueño de río a ser mi canto. El viento entonces iba silbando... | |
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He de irme, dejando, mi ruego de piedad por los rincones, con mi pobre voz quebrándose y con mi cansancio, en alguna noche en que la luna llena se vuelque por mi cuarto. Silenciosamente y con la brisa última que aliente de mis labios, apagaré mi lumbre y saldré despacio, dispersando... | |
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El fósforo, en la temblorosa manecita sucia, enciende la hoguera de un cohete travieso.Chispas... Chispas...Chispas... conmueven las latas, y agitan y avivan la carne yacida de un suelo de sombras... | |
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No pondré mis zapatos, buen Dios, quiero que sepas, que creo en ti de veras. Tú sabes bien, si es cierto que estás en todas partes, que sin manos unidas y sin hincarme al suelo, contigo cuento siempre y en ti, vuelco mi gota de acíbar ya crecida. Te pienso un Dios pequeño, de mi... | |
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Toda mi angustia tuvo la forma de un zapato, de un zapatito roto, opaco, desclavado. El patio de la escuela... Apenas tercer grado... Qué largo fue el recreo, el más largo el año. Yo sentía vergüenza de mostrar mi pobreza... | |
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Tienes algo de montaña... A tu lado me he sentido leve y me he creído blanca. Sin reparo te he mostrado mis llagas y a tu cumbre nevada a veces traje barro, y hecha pedazos mi alma. Y he vuelto siempre limpia, y he vuelto siempre sana. Tienes algo de planta.. es tan fresca tu sombra... |