JOSÉ EMILIO PACHECO | |
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Escribo unas palabrasy al minuto ya dicen otra cosasignifican una intención distintason ya dóciles al Carbono 14 Criptogramas de un pueblo remotÃsimo que busca la escritura en tinieblas... | |
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Mirad al tigre Su tibia pose de vanidad satisfecha Dormido en sus laureles / gato persa de algún dios sanguinario Y esas rayas / que encorsetan su fama Allà echadito como estatua erigida a la soberbia un tigre de papel / un desdentado tigre de un (álbum de niñez... | |
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No amo mi Patria. Su fulgor abstracto es inasible. Pero (aunque suene mal) darÃa la vida por diez lugares suyos. cierta gente, puertos, bosques de pinos, fortalezas, una ciudad deshecha, gris, monstruosa, varias figuras de su historia. montañas (y tres o cuatro rÃos... | |
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He cometido un error fatal y lo peor de todo es que no sé cuál... | |
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Los halcones son águilas domesticables Son perros de aquellos lobos Son bestias s de una cruenta servidumbre Viven para la muerte Su vocación es dar la muerte Son los preservadores de la muerte y la inmovilidad Los halcones verdugos policÃas Con su sadismo y servilismo... | |
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Brusco olor del azufre, repentino color verde del agua bajo el suelo. Bajo el suelo de México se pudren todavÃa las aguas del Diluvio. Nos empantana el lago; sus arenas movedizas atrapan, impidiendo la posible salida. Lago muerto en su féretro de piedra, sol de contradicción... | |
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En Roma aquel poeta me decÃa: No sabes cuánto me entristece verte escribir prosa efÃmera en periódicos. Hay matorrales en el Foro. El viento unge de polvo el polen. Ante el gran sol de mármol Roma pasa del ocre al amarillo, el sepia, el bronce. Algo se está quebrando en todas partes. Se agrieta nuestra edad... | |
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Después de mucho navegar por el oscuro océano amenazante encontramos tierras bullentes en metales, ciudades que la imaginación nunca ha descrito, riquezas, hombres sin arcabuces ni caballos. Con objeto de propagar la fe y quitarlos de su inhumana vida salvaje... | |
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Aquà está el sol con su único ojo, la boca escupe fuego que no se hastÃa de calcinar la eternidad. Aquà está como un rey derrotado que mira desde el trono la dispersión de sus vasallos. Algunas veces, el pobre sol, el heraldo del dÃa que te afrenta y vulnera, se posaba en su cuerpo... | |
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Practican el amor debidamente Hacen versos de fuego y los envÃan a sus destinatarias del convento Y cuando el Santo Oficio los sorprende hablan de la Levitación y la Unión MÃstica entre Cristo y la Iglesia... | |
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En la costa se afirma que los cangrejos son animales hechizados y seres incapaces de volverse para mirar sus pasos. De las tercas mareas aprendieron la virtud del repliegue, el ocultarse entre rocas y limo. Caminantes oblicuos, en la tenacidad de sus dos pinzas sujetan al vacÃo que penetran sus ojillos feroces como cuernos... | |
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En el último rÃo de la ciudad, por error o incongruencia fantasmagórica, vi de repente un pez casi muerto. Boqueaba envenenado por el agua inmunda, letal como el aire nuestro. Qué frenesà de sus labios redondos, el cero móvil de su boca. Tal vez la nada o la palabra... | |
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El emperador quiere huir de sus crÃmenes pero la sangre no lo deja solo. Pesan los muertos en el aire muerto y el trata siempre en vano de ahuyentarlos. Primero lograrÃan borrar con pintura la sombra que a media tarde proyecta el cuerpo del emperador sobre los muros del palacio... | |
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Cuando el mono te clava la mirada estremece pensar si no seremos su espejito irrisorio y sus bufones... | |
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En la madera que se resuelve en chispa y llamarada luego en silencio y humo que se pierde miraste deshacerse con sigiloso estruendo tu vida Y te preguntas si habrá dado calor si conoció alguna de las formas del fuego si llegó a arder e iluminar con su llama De otra manera todo habrá... | |
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Entre tanto guijarro de la orilla no sabe el mar en dónde deshacerse ¿Cuándo terminará su infernidad que lo ciñea la tierra enemiga como instrumento de tortura y no lo deja agonizar no le otorga un minuto de reposo? Tigre entre la olarasca de su absoluta impermanencia Las vueltas... | |
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Entre tanto guijarro de la orilla no sabe el maren dónde deshacerse ¿Cuándo terminará su infernidad que lo ciñea la tierra enemiga como instrumento de tortura y no lo deja agonizarno le otorga un minuto de reposo? Tigre entre la olarasca de su absoluta impermanencia... | |
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Levantas una piedra y los encuentras: ahÃtos de humedad, pululando... | |
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El escorpión atrae a su pareja y aferrados de las pinzas se observan durante un hosco dÃa o una noche anterior a su extraña cópula y el término del encuentro nupcial: sucumbe el macho y es devorado por la hembra la cual (dijo el Predicador) es más amarga que la muerte... | |
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dóciles formas de entretenerte, olvido: recoger piedrecillas de un rÃo sagrado estampar becquerianas violetas en los libros para que amarilleen ilegibles besarla lentamente y en secreto cualquier último dÃa antes de la execrada separación al filo mismo del adiós tan romantic... | |
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En esta hora fluvial hoy no es ayer y aún parece muy lejos la mañana Hay un azoro múltiple extrañeza de estar aquà de ser en un ahora tan feroz que ni siquiera tiene fecha ¿Son las últimas horas de este ayer o el instante en que se abre otro mañana? Se me ha perdido el mundo y no... | |
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Los murciélagos no saben una palabra de su prestigio literario. Con respecto a la sangre, les gusta la indefensa de las vacas, útiles señoronas incapaces de fraguar un collar de ajos, una estaca en el pecho, un crucifijo; pues tan sólo responden a la broma sangrienta, al beso impuro... | |
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El misterioso dÃa se acaba con las cosas que no devuelve Nunca nadie podrá reconstruir lo que pasó ni siquiera en este más cotidiano de los mansos dÃas Minutoenigma irrepetible Quedará tal vez una sombrauna mancha en la pared vagos vestigios de ceniza en el aire... | |
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Piedras que inútilmente pule el tiempo. Muro entre dos distancias levantado que nada cubre ya, porque lo cubren la destrucción, la hierba, acaso el viento. Puerta cerrada de un jardÃn que nunca ha existido o yace entre sus ruinas. Muro de polvo: siglos que se yerguen contra el paso de nadie, bajo el tiempo... | |
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Desembarcamos al atardecer. Diluviaba. Nunca estuvo tan gris el Mar del Norte. Pero obstinada en recobrar la sal, la lluvia, a grandes rasgos, me contaba su historia... | |
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Verde o azul, fruto del muro, crece; divide cielo y tierra. Con los años se va haciendo más rÃgida, más verde, costumbre de la piedra, cuerpo ávido de entrelazadas puntas que se tocan; llevan la misma savia, son una breve planta y también son un bosque; son los años que se anudan y rompen... | |
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Vuelve a mi boca, sÃlaba, lenguaje que lo perdido nombra y reconstruye. Vuelve a tocar, palabra, el vasallaje con tu propio fuego te destruye. Regresa, pues, canción, hasta el paraje en donde el tiempo acaba mientras fluye. No hay monte o muro que su paso ataje: lo perdurable, no el instante, huye... | |
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De las capitanÃas de la oruga sabe el rosallo que le corresponde Silenciosas boquitas que roen de nocheo bajo la altanera plenitud del gran sol las perfecciones naturales Ante ellas no hay belleza Sólo avidezsólo la necesidad de estar vivas Y perduran matando como nosotros... | |
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Recojo una alusión de los grillos: su rumor es inútil, no les sirve de nada entrechocar sus élitros. Pero sin la señal indescifrable que se trasmiten de uno a otro. la noche no serÃa (para los grillos) noche... | |
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Quinto y Vatinio dicen que mis versos son frÃos. Quinto divulga en estrofas yámbicas los encantos de Flavia. Vatinio canta conyugales y grises placeres. Pero yo, Claudia, no he arrastrado tu nombre por las calles y plazas de Roma. Y el pudor y la astucia me obligan a guardar tales ansias... | |
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Nacen en los pantanos del insomnio. Son negrura viscosa que aletea. Vampiritos inermes, sublibélulas, caballitos de pica del demonio... | |
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Me asomé a la ventana y en lugar de jardÃn hallé la noche enteramente constelada de nieve La nieve hace tangible el silencio y es el desplome de la luz y se apaga La nieve no quiere decir nada: Es sólo una pregunta que deja caer millones de signos de interrogación sobre el mundo... | |
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Pero el agua recorre los cristales musgosamente. Ignora que se altera lejos del sueño todo lo existente. Y el reposo del fuego es tomar forma con su pleno poder de transformarse. Fuego del aire y soledad del fuego al incendiar el aire que es de fuego. Fuego es el mundo que se extingue y cambia para durar... | |
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La tempestad de fuego nos sorprendió en el acto de la copulación. No fuimos muertos por el rÃo de lava. Nos ahogaron los gases; la ceniza nos sirvió de sudario. Nuestros cuerpos continuaron unidos en la roca: petrificado espasmo interminable... | |
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Qué va a quedar de mà cuando me muera sino esta llave ilesa de agonÃa, estas pocas palabras con que el dÃa, dejó cenizas de su sombra fiera? ¿Qué va a quedar de mà cuando me hiera esa daga final? Acaso mÃa será la noche fúnebre y vacÃa que vuelva a ser de pronto primavera... | |
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Me llamo Tim y odio a Jim, mi hermano gemelo y algo más, ya que nacimos unidos por una membrana flexible que otorga libertad de movimiento (hasta cierto punto). Imposible cortarla pues la escisión acabarÃa de golpe con nuestras vidas. Tenemos dos cabezas muy diferentes. Jim es glotón y sólo come cadáveres... | |
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Tengo que rebelarme ante mi sumisión y someterme ante mi rebeldÃa. Las aguas estancadas me miran fijamente: piden que les revoque la compuerta. Lo hago. Y la piedad no alcanza su entumecimiento, su triste analogÃa con la mula / que rompió el cÃrculo vicioso de la noria... | |
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Como una canción que cada vez se escucha menos y en menos estaciones y lugares; como un modelo apenas atrasado que tan sólo se encuentra en cementerios de automóviles, nuestros mejores dÃas han pasado de moda y ahora son escarnio del bazar. comidilla del polvo en cualquier sótano... | |
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Siempre medita el agua del acuario Piensa en el pez salobre y en su vuelo reptante breves alas de silencio el entrañado en penetrables lÃquidos pasadizos de azogue en donde hiende su sentencia de tigresu condena a claridad perpetua o ironÃa de manantiales muertos... | |
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Hay demasiada primavera en el aire. El excesivo fasto augura la pobreza. Nadie puede guardar unos segundos de esta tarde para alumbrarse en el invierno (yo oigo la impugnación de las hormigas). El campo de Inglaterra es un jardÃn ilimitado... | |
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A pulso A fuerza Infatigablemente y sin prisa ni pausa he conquistado para siempre un sitio a la izquierda del cero El absoluto ceroel más rotundo irremontable resbaloso cero Obtuve un buen lugar en la otra fila Junto a los emigrantes expulsados de la posteridad y ésta es la historia... |