Como raíces callejeras que levantan las piedras o brazos desde adentro que rompen una baldosa casi triste o ramajes del abajo oscurecido que con uña avanzando pueden agrietar las sustancias del cemento: de éste y no de otro modo rutinario que se afirma entre silencios...
Colgadas de cualquier frágil almanaque las arañas se descalzan y empiezan a tejer las pálidas camisas que sudaré mañana. Y en el piso de una apartadísima caverna las cucarachas mezclan sombras con el estiércol de dientudos pájaros: ellas me preguntarán mañana por qué estamos aquí...
Aquel perro se burla de nuestros dramáticos ladridos Aquel pájaro no puede traducir lo que silbamos Aquella lombriz desprecia la oscuridad de nuestra ánima Aquel delfín no tolera nuestros desafinados cánticos Aquel tigre no admite nuestras caricias brutales y solas Aquella abeja no comprende por qué decapitamos margaritas y rosas...
Eres como el amor: naces de la destrucción que tu ausencia ha provocado. Mencioné tu nombre muchas veces, y muchas veces hablé de ti largamente con los pájaros. Siempre anduve cerca de aquellos caminos por donde iba tu voz, sin encontrarte; y siempre dispuse de seguras señales...
1 No yo no soy el escriba ni el pintor yo no soy el que manda en las palabras. Mi nombre no fue encerrado en tinta mortal mi nombre nunca fue borrado de la piedra. Ni el nombre de mi madre con su pubis de barro ni el nombre de mi padre con sus venas colgando debajo del sol. ...
10 Eres perfecto en el interior de tu apartado corazón: en él estuvo desde el inicio la acostumbrada carne en él se reúnen todavía la piedra y la sombra en él continúa asentándose tu muerte de ayer. Mientras la misma barca conducida por cambiantes remeros como un camello del agua ...
4 Si miramos el desierto como un cuero de camello aplastado por la luz no podremos ver cada partícula que a cada instante abandona su grano de arena. Y el polvo así formándose con quemados elementos de planetas de veloces deyecciones y de tronchadas médulas ...
7 La mujer enviejada se mueve adentro de su túnica y sus paños pintados con el color de la luz que está detrás de la luz. Dos manos se desprenden de la imagen que los vapores del fulgente aire multiplican y deshacen. Y los dedos estiran sus uñas coagulosas hasta el impuro blancor ...
Hijo mío: cada día es todo más difícil y oscuro. Quién sabe si mañana tocaremos el mar con estos dedos si podremos sentir el olor de la hierba que nace si veremos la sombra que las hojas dejan caer en el suelo. Debes por lo tanto cuidar de las enormes maravillas del mundo: ...
El opaco olor de la recámara
cocinándose en polvos corporales:
en calcetines desorbitados más allá del sótano
caído debajo de las camas:
en cobijas tronchadas a cuchillazo de insecto:
en zapatillas deslenguándose:
en faldas contaminadas por viejos almuerzos:
en espejos olientes a carnes desgonzadas.
Y la fría fetidez del cuarto de aseo
su silla de mármoles enverdecidos
sus palanganas minerales
su pila lustral de plástico rajado
sus orinales de burbujas malignas
sus cepillos de podrida calvicie...
Aquello sucedió rápidamente. Tan de pronto ocurrió que no hubo tiempo de cerrar los ojos de mirar de tener miedo. Quedaron manos detenidas en actos de amor de piedad de furia los gritos fueron rígidas flechas absorbidas por el viento el sol un diente helado comiéndonos los nervios ...
Una muchacha arroja sus lágrimas a través de los nervios negros del teléfono. ¿Dónde ha nacido el origen de esas aguas desesperadas que manchan la acidez de la sal? Una muchacha simplemente expulsa respiraciones floraciones dulces mocos y oxígenos oxidados. ...
La silla blanca con sus huesos descansa en el jardín. Los pinares se encienden cerca de otras playas. Ningún árbol camina hasta las raíces de aquí. Una mujer y un hombre con cada pie traspasan el asfalto las piedras y tocan un terregal de costras coaguladas. ...
Cuando regrese a la casa que habitó tu hermosura,
antes que yo mis castigados pies querrán llegar,
y peinaré los cabellos no segados por el tiempo
y quitaré de mis ropas las lluvias que el viento secó.
Las mismas letras formarán el nombre de esta calle,
y una llave distinta abrirá la misma oscura puerta,
y débiles sombras gritarán en los rincones
al sentirse asesinadas por un llanto de luz...
Mira si puedes mirar en estos ahoras de ceniza
cómo caen piedra abajo
los ojos sólo polvo
de una estatua innominada.
Esos ojos con la forma de un astro descubierto
entre los relámpagos que lo obligan a morir.
Esos ojos
que caen como pozos volanderos debajo de las losas
bermejas de cualquier jardín.
Esos ojos desparpadeantes
como abejas que vomitan en medio
de los estambres y lenguas de alguna flor
que deben fecundar...
Mira si puedes mirar en estos ahoras de ceniza
cómo caen piedra abajo
los ojos sólo polvo
de una estatua innominada.
Esos ojos con la forma de un astro descubierto
entre los relámpagos que lo obligan a morir.
Esos ojos
que caen como pozos volanderos debajo de las losas
bermejas de cualquier jardín.
Esos ojos desparpadeantes
como abejas que vomitan en medio
de los estambres y lenguas de alguna flor
que deben fecundar.
Yo soy otra vez el escriba de pie
con un corazón que empieza a herrumbrarse
por decisión de los dioses inalcanzables.
Escribo así y aquí para simplemente tozudamente
respirar en la memoria de algunos otros
pues en este pincel o cálamo o lápiz están
las crónicas las tachaduras los gestos los silencios
las soledades los trazos las dudas los cánticos
de todos los escribas de pie que ya han sido
de todos los que son de los que quizá
resuelvan su intención de nacer...
Ayer estuvimos
entre las muelas rojas de la araña.
Hoy besamos con ancianos labios
un fulgor de ceniza que antes fue
¿cuándo aquí o dónde allá?
un cuerpo carnal respirando desde el hueso.
¿Por qué aceptar las ácidas espumas
que nos queman?
¿Por qué renunciar al tránsito sin fuego
de tu imagen?
¿Por qué sin que nadie diera aviso
apareces así en medio de un silencio
de derrumbadas sábanas?
Hoy estamos
en la panza de la araña...
(para Alberto Chimal) Voces llaman voces. Un pueblo de nombres se levanta. Cada rosa consume sus pétalos terrestres. Un gato polvoriento retira espinas de su piel. El agua se disuelve entre baldosas rojas. Una araña prepara su cocina traslúcida. Hojas como cuchillos rotos ...
Erótica mía:
escribiré en tu espalda
con un trazo de dientes
una sola historia:
no puedo mirarte
sin sangre en los ojos
no puedo amarte
fuera del incendio.
Besar es oficio
que a veces nos pierde
en bocas de bestias oscuras
en grietas dolorosas
que el sudor ilumina.
Erótica mía:
tendremos silencio en estas palabras...
En la caja de papel hemos puesto las palabras de cobre. La mesa tomada de la sustancia ciega del laurel o del cedro está simplemente debajo del ligero cofre que ahora balbucea como un pulmón de hombre cotidiano. Debajo de las patas sin uñas que contienen la dirección de los rumbos ...
Gran Cambalache, corazón, mirá no mirés para atrás ni pal costado, el futuro ya no está el porvenir de todos lo han hipotecado, o por ahí quedó es un billete de muerta lotería. Y el tiempo nuestro se nos va, y ya se fue como un gorrión en la neblina. Mirá si es que podés, ...
El hombre se acuesta con sus mudas palabras trepándole por la boca. Hay miedo en esas palabras miedo en esa lengua miedo en la espalda enterrándose entre las vaciedades de la sábana miedo en el cuerpo que no encuentra ahora la suave sombra carnal que lo sustente ...
Un duro pedazo de silencio
cae sobre la banqueta indefensa:
trozos fragmentos partículas mínimas galaxias
lastiman la partida raíz de las jacarandas:
hienden la piel de lejanos eucaliptos
buscan en las breves tierras
su primera ánima mineral.
Las musas ya pasaron por aquí
tal llevándose la anterior verbalería
en la que estuvo el pedazo de silencio
que sería nombrado en este después:
y así el momento presente
retrocede para que el momento futuro..
Hasta el fondo de tu calle de este oscuro septiembre llegan chillidos de gorriones tardíos puntos de polvo de inmedibles torres despedazadas y un silencio de incompleta primavera. ¿Qué pasos qué caminares de qué pies casi extranjeros se mueven debajo de tantas sustancias que las jornadas humanas entremezclan?...
La Madre Tierra es madre de sí misma.
Grita cada día de estos tiempos porque sus hijos humanos y animales sufren.
La Madre Tierra grita porque crecen los desiertos.
El agua es barro y las rosas tal vez dejen de existir.
La Madre Tierra ya no grita en silencio pues hay bocas que se unen con su oscuro canto:
todo viene de la luz y el fuego,
La Madre Tierra busca en su vientre los huesos de los muertos...
Es inútil el peso de la piedra
—¿de una piedra
de todas las piedras?
Porque la piedra quiere pesar
tal vez:
Y eso pues a pesar de su peso
y contra las pesanteces
que entre polvo suciedad
metales óxidos fósiles bacterias secas
la oprimen y la envuelven:
así convirtiéndola en la piedra
—¿una piedra
todas las piedras?—
que debe quedar agarrada
a su propia dimensión
en sí misma...
¿Cada voz que llega a la punta de tus dedos:
trae ronqueras de fiebre
transporta rasguidos chillidos chasquidos
abriéndose un rumbo casual
entre gargantas de celo y agonía?
¿Es la voz de aquella niña
con su sombrero de fibras azules
con sus camisas de pálida transparencia
con sus cabellos liberados
para que los aires entreguen
su frescor a este mundo?
¿Esa voz es la voz
que la misma niña envía
hacia la mujer que crecerá en sus cuerpos...
¿Quién es ese otro perro que ladra en un dialecto que nadie conoce? ¿Por qué debe echar en los aires chirriantes de cualquier ciudad grito a grito los coágulos de la última voz de la última tribu? ¿Para qué están de pronto detenidos los que escuchan? ¿Hacia dónde viajan o huyen ...
Sobre estas piedras tomadas de cualquier calle habrán de abrirse los pasos extranjeros. En cada suela de estos esos aquellos pies se acumulan sedimentos de toses perdidas y babas de gorriones enfermos y lágrimas de caracoles condenados y las migajas de un rostro ...
El viento salta desde los más lejanos verdores de la ceiba: rompe las confusiones de la luz: destruye el perfecto temblor de un vuelo transparente. De espaldas en la alberca la libélula no puede gritar los colores de su muerte: sus quietos dientes aún se ocupan de un hígado de mariposa ...
Entre burbujas agotadas:
entre plumas de caballos muy tristes:
entre láminas calcinándose y cayendo
sobre un techo universal
de sangre pobre:
entre palomas que se ahogan
en una atmósfera encadenada:
entre figuraciones de ceniza
y ropas nuevas:
entre el hipo de las fuentes
que levantan sus podridas espumas:
entre espadas carcomidas
por una lluvia verde:
entre el resplandor de las enormes galaxias
que absorben nuestra luz de hoy...
(Para Carlos López) Detrás de los vidrios lastimados por sudores de insectos y la cagazón de suspiros y derrotas y el previsible olvido está la lluvia. La lluvia disuelve carreteras de polvos volanderos mete aquí sus uñas fabricadas por el frío escupe sus lenguas de dragón ...
En estas calles ya no hay visitas de asesinos:
solamente aquella sangre que sin apuro envejece.
Dedos de gatos reverdecidos estallan
contra las duras telas de una acacia o jacaranda.
Y plumas estériles saltan de la estrechez de cada hueco.
Una boca mira la falta de sombra de este cuerpo solo.
Otra boca o la misma sin ser ya igual para más nunca
muestra el envés de su nutriente saliva:
porque allí hay quizá móviles palabras
pulsiones de espuma océanos nacientes
charcos donde el fantasma de un tiburón
jamás encontrará sus dientes perdidos.
Y una boca de la otra boca habrá de ser vulnerada
por el olor de un extrañísimo objeto llamado taza blanca...
Como un látigo naufragando en el sudor de las bestias Así encuentran su corazón Los hombres gordos: Deforme engañado repleto de fichas y píldoras Insomnios y precios Con lágrimas que no saltan de la sangre Con el deseo enterrado en la grasa Con el latido separado del recuerdo. ...
(al uruguayo Carlos Gardel, 65 años después) Todavía en Medellín / el cielo reconstruye / sus hojas de espuma / sus fibras de agua verde. / Al cielo agregan/ los ladrillos bermejos ...
Morirán tres pollos mañana tres hijos de una gallina tal vez inmortal. Sus alas de dedos disueltos estarán en tu plato y las salsas que ensabrosen sus muslos no serán los sémenes del emplumado amor. Sus pechugas partidas no darán raíz a un brevísimo corazón ...
Viejas neblinas se mezclan
con las frías polvaredas del invierno inicial.
Cuál es o dónde está el origen
de esas aguas que tenuemente
introducen lenguas de invisible pavor:
hilachas hebras hiladas nervaduras médulas
salidas de la panza de la bestia universal.
Habrá zapatos que deshagan esas nieblas
salivazos de fiebre
toses coagulantes
infantas desfibradas...
Viejas neblinas se mezclan
con las frías polvaredas del invierno inicial.
Cuál es o dónde está el origen
de esas aguas que tenuemente
introducen lenguas de invisible pavor:
hilachas hebras hiladas nervaduras médulas
salidas de la panza de la bestia universal.
Habrá zapatos que deshagan esas nieblas
salivazos de fiebre
toses coagulantes
infantas desfibradas...
Es este el mar que tus ojos de ayer ya no contemplan
Y aquella es la luz que tus ojos no verán
Venir hacia ti con sus impalpables escamas
De oros populares y de lúcida sangre.
No es este el aire del Sur que transita tus pulmones
Cerrados a veces como una voz que no quería cantar.
Tampoco son las lluvias castigando con uña congelada
La esplendente madera de esa casa tan rígida
Que tu cuerpo inaugura.
Ni son las espumas barrosas del río cercano a tu infancia...
No hay lugar en donde el aire
ponga sus raíces:
no hay sitio adonde el dolor
de cualquier estómago establezca
un poderío sin fin:
no hay marcas en tierra alguna
adonde no deje su temblor
el viejo gritar de las galaxias:
no hay región adonde toda sombra
pueda esconder
su oscuridad sin término...
Cabalgaron tus voces por las calles
que el barro con sus lluvias contamina:
tropezaron ésas tus voces con pequeños
astros cancerosos que huelen
a muladar a cochinero a porquería:
se alzaron algunas de tus voces
como estatuas indecisas entre
soltarse de su mármol o penetrarse
más en su cerrado abismo...
Aquí hay una palabra
deshabitándose de sí:
cinco vocales que fulguran
quince consonantes
entre la madera sagrada
y el agua
siete vocales invencibles
trece consonantes
entre el fuego y el frío.
Aquí hay una esa tal palabra
desigualándose de sí
nutrida de astros
sonora como una lágrima
en un aire mudo
aplastada como un grito
en el humo de la guerra
apretada como una mano
entre monedas tristes...
Teotihuacan: en tus nubosos
lugares sin sombra
el pie vamos poniendo
sobre cada figura
de otros pies transfigurados.
Borrosos de luz
seca y quemante
ruedan los rodillos que portaron
pesados colores
apretados átomos de sol ilevantable.
Crujientes bajo metálicas
luces lunares
las palancas del sudor
se desplazan
entre hierbas disueltas
y trébol que renace...
Usted tú vos señora señoría señorita vuesa merced doncella sacerdotisa actriz astronauta viuda virgen profesionista amadora amante sirvienta sibila emperatriz mendiga moza del partido campesina cocinera poeta suripanta: cada día de cada noche he visto cómo las lluvias ...
Ya no puedo volver ¿cuál es mi patria? Me han pedido que descanse el corazón que resucite la insistencia lograda tenazmente que reitere mi atención por el perfume de las pálidas estrellas imprevistas. En el principio de las huellas allá lejos permanecen un símbolo enfermo ...
El día es nuestro Señor: han llegado el reposo de la espada la quietud de la flecha la inocencia del misil el frío de los fusiles el crujido de la ceniza el cansancio de todas las banderas. Señor es nuestro el día: en la sangre mezclada de mujeres y gallinas de infantas y muñecas ...
Estas palabras así tan otras empiezan con un perro. Nuevas y ya contaminadas palabras que traen entre hilos y fibras de silencio el pedazo envejecido de este solo perro. Porque todo animal toda pulsación de mugre ...
Hay olor a personas hambrientas
adentro de este perro.
Adentro de los estómagos
de ese perro que vuela perdido
se ladra y se babea una persona hambrienta.
Y unas muelas
con agudos apetitos y con ganas de morderse
y golpearse y machacarse
se mueven adentro de las oscuras
encías de aquel perro.
Y el perro casi el mismo como el perro aquelotro
dibuja una corta meada sin espuma
y con aromas a persona encerrándose
entre cueros caninos y humanas pelambreras...
Están allí
pueden ser vistas o imaginadas
fuera de sus caminos o rumbos
o carreteras o calles habituales
o montañas o playas.
Están allí
con sus millones de décadas
atrapadas en moléculas que giran
en su propio vacío:
hecho con la nada de incontables vacíos
de innumerables universos fracasados...
¿Quién se pondrá la ropa rajada de los muertos? ¿Quién meterá sus carnales andaduras en lo adentro de tanto zapatal descaminado? ¿Quién fijará su sombra cotidiana: ese negro fulgor de fatiga y de insomnio en las baldosas encenizadas de Plaza de Mayo? ...
¿Has visto esos cueros de cristal
que abrazan el cuerpo de las calles
que tactan la raigambre de las jacarandas
que absorben jugos de perros
que borran andares de babosas
que no se quiebran
azotados por la ceniza del sol?
¿Has visto la sombra
de las corambres aferradas
a un cielo que no puede alzarse
sometido por el humo grasoso
de carruajes extraviados...
Ahora es septiembre padre como hace mil años. Las cosas han cambiado han cambiado tanto. Muchas lluvias se extinguieron en el aire mucho polvo ha sido desde entonces barro. Y tú regresas nuevamente hacia mi sangre. Es éste un viaje de momentos y sombras de recuerdos y dolor ...
Regresan las musas de sus viajes profundos:
en el rostro estallan mínimas arrugas y lunares.
Las pieles de cada mano retienen
el sabor de contactos súbitamente lejanos
el calor del pan tejido con harinas extrañas
el olor de otras manos que de golpe envejecieron.
Regresan las musas como estandartes
lastimados por la guerra
porque una especie de destino
las aleja de todos los lugares
las aparta de una oscura quietud
de un esperado reencuentro...
El hombre respira con su pecho de alambre: arterias de cobre como fuego joven venas de fierro adelgazadas por el oxígeno negro de la asfixia tubos obturados por mantecas de sangre espinas huecas con su mensaje de ácidos gases pelos de acero oscurecidos por las flemas ...
La piel de esta bestia posible acumula deshojadas láminas y un hálito herrumbrado se apega a sus raíces. Esta piel que cruje así entre ínfimas tormentas de sal viene quizá desde las primeras respiraciones de una larva enroscándose en sutiles gelatinas. Un animal de las aguas gira otra vez ...
De tu múltiple boca huyen las salivas negras
como buscando los cruentos olores
de cada orgasmo muerto.
No crezca en la fatiga de tu cráneo
ninguna memoria de muchachas cocinándose
en un sudor luminoso
que otros cuerpos encendieron.
Sí cada objeto de piedra de jugos de gases
de silencio de metal de vacío contiene
un punto oscurísimo que habrá de devorarlo...
Miramos sí otra vez todo lo mirado
todo lo que incluye un sabor
de sudores en rechazo:
todo lo que lleva un temblor
de sombras descompuestas:
todo lo que arrastra voces no preparadas
para nombrar la perfección
de tu cabal ausencia.
Miramos sí como quien camina
entre ciudades de árboles muertos...
En este mediodía del Sur
Después de un astro con una luna escarlata
El verano soltó sobre callejones y avenidas
Y estadios y grupos sencillos de árboles
Una súbita sequedad sin dar aviso.
Algún viento extraviado empujó
Desde un sitio cualquiera
Esas moléculas plumas escamas pieles cáscaras
Parecidas a una sutil suciedad
Que nadie ve...
Aquel hombre sostenido por su rostro de ciego completo sufridamente iluminándose en la carnal oscuridad: ¿le adjudicamos estos versos un cuenco de arroz unas monedas pálidas? Aquella sirvienta o costurera de a sesenta centavos o hembra leprosa pariendo ...
Hace tiempo sabíamos reír en una edad sin sombras apretados bajo el olor incandescente del cielo. No fue en el paraíso donde nuestros labios aprendieron a moverse ni hubo magos legendarios que sacaran de su corazón aquel sonido. Pero reíamos y el mundo cambiaba en un milímetro ...
La mano que ahora contemplamos
se pierde entre sus dedos
tan enhuesados sí
de propias suciedades
y escamas desprendiéndose.
Se pierde se espirala se ensimisma
se busca al recorrer
con dedos imparables
una esfera de barro imperfecto:
ah la carne cotidiana metida en sus movidos
y frágiles pellejos
pasando y repasando
las sustancias sensuales de la tierra...
En estas calles hay plumas
deshojándose de gorriones antiguos
y un cauce polvoroso de lluvias desterradas.
Están ahí para el uso de tus pies
con su firme tendón enternecido:
para el apoyo a lo frágil de la hembredad
de toda tu sombra:
para el saltante sonido del eco
que tu boca evocada desata:
para el espacio de maderas verticales
donde la avidez de tu silencio se levanta.
En estas calles hay una danza tanguera
entre los aires intocables...
Esto no es un sueño:
las palabras saben
que esto no es un sueño.
Porque soñarse no es apalabrarse.
Porque la tinta del sueño
se prepara con punzantes sudores y desenterradas lágrimas.
Porque un sueño es el comienzo de algo
que en nosotros
ha sido contemplado a través de un líquido vivo
donde cada imagen futura
tuviera su origen
de sangre y de sal.
Porque las palabras no caben en el sueño
no es ése su sitio
de hablar: no cantan no explican no tienen silencio
ni gritos ni dolor. Esto no es ningún sueño...
El vino no se bebe
el vino se vive.
El vino es
el cielo del infierno.
El beso nace en la boca
la boca nace en el vino.
Vino de muchas jarras
hay en este vino.
El fuego del vino es oscuro
como el amor.
Sólo merece su vino
aquel que en el vino muere.
Ganarás el vino
con el chocar de tu copa...
Cansado en re menor
y sin sustancia:
circunstanciado de mí
entre palotes que un trágico niño
escribe en su cuaderno:
extremoso en frágiles cuidados
y en cuitas de insolente singladura:
caminado por adentro del zapato
que ayer nomás perdió
su ardiente suela:
respirado por un aire
de inmundicia
por toda calle voy como si fuera
el más solo guerrero
de estos pútridos sueños...
En el viaje hacia el hambre
en un fondo de sucias gelatinas
habrán de aparecer tus dientes muertos.
Allí quizás otra vez no crezcan
las sílabas multitudinarias
levantadas desde el barro
por las fuerzas verdes del sol.
Porque tus encías y el techo de tu boca envejecen
con distinta velocidad
que pelos y uñas usan para morir...
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